Название | La Biblioteca |
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Автор произведения | Emilio Calderón |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788461791781 |
La biblioteca
Emilio Calderón
© Emilio Calderón
A Mari Luz, la verdadera bibliotecaria de esta biblioteca.
ÍNDICE
1
DELANTE del nicho cinerario de mi padre recordé una frase que le había oído repetir en los últimos años: «Un hombre puede ser esclavo de otro hombre y conservar la dignidad, pero no ocurre lo mismo con quien es esclavo de sí mismo. El éxito y el fracaso son sólo estados alterados de la conciencia y resultan siempre transitorios». El hecho de que se hubiera quitado la vida era la prueba irrefutable de que la frustración se había tornado en una dolencia crónica, en una de esas enfermedades que si bien el organismo se acostumbra a soportar acaban a la larga minando el espíritu, hasta disolverlo por completo. Pero incluso cuando uno ha tomado la decisión en firme de acabar con su vida, tiene la opción de hacerlo de la manera más indolora posible y, hasta bajo esas circunstancias, la elección de mi padre había resultado tan traumática como incomprensible: salió a la terraza de su ático de la calle Virgen de los Peligros (en el edificio conocido como Casa de los Portugueses), se roció con gasolina y se prendió fuego. Lo hizo además pasada la medianoche, cuando Federico, el hijo de doña Consuelo, la portera de la finca, joven prometedor licenciado en Ciencias Económicas que, a tenor de la situación económica general, había decidido consagrar su vida a la observación de la ciudad de Madrid desde la azotea del edificio, al menos hasta que su madre se jubilara o abdicara de su cargo para heredarlo como si fuera un reino, no pudiera intervenir o, en su defecto, dar la voz de alarma. Fue el aspirante a portero, por tanto, quien divisó el cuerpo carbonizado de mi padre a la mañana siguiente, sentado en una posición tan extraña que, de no conocer todas y cada una de las esculturas de coronación que adornan las cúpulas de los más nobles inmuebles de esta zona de Madrid, hubiera asegurado que se trataba de una nueva Victoria Alada, como la que culmina el vecino edificio Metrópolis. Según declaró Federico a la policía, mi padre parecía un funambulista a punto de subirse al alambre cuando una ráfaga de viento derribó su cuerpo carbonizado. El impacto que semejante escena causó en el espíritu del joven tuvo que ser comparable a mi asombro cuando me fue comunicada la noticia (con todos sus detalles escabrosos), pues mi padre siempre se había manifestado partidario de la incineración, de modo que carecía de sentido que fuera él mismo quien iniciara el proceso de cremación.