Residuos del insomnio. Juanjo Fernández

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Название Residuos del insomnio
Автор произведения Juanjo Fernández
Жанр Книги для детей: прочее
Серия
Издательство Книги для детей: прочее
Год выпуска 0
isbn 9789972404641



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sprays, a colegas de Paraguay, Colombia, Chile, República Dominicana, Ecuador, Bolivia, Puerto Rico y Perú. Hay columnas de sobra y el Ministerio de Cultura convocó a las artistas shipibos de Cantagallo: Olinda Silvano, Wilma Maynas y Silvia Ricopa, para compartir sus diseños kené, un arte femenino que sale del interior, acompañado de los ícaros −cánticos sanadores−, porque todo en los saberes amazónicos está relacionado, pero dejo eso para otra crónica que esta ya se me ha ido de extensión.

      Perdonadme si no os he contado nada de mis inhabilidades culinarias ni de mis desventuras ciclísticas. Esto me pasa por ver la televisión, prometo moderarme en esta costumbre tan peligrosa, y también lo haré en la visita a los grupos de Facebook, uno de los focos más peligrosos de desarrollo de la misantropía.

      10

      martes 31 de marzo

      casos confirmados: 115

      muertes: 6

      De los errores no solo se aprende, también se come. Y se disfruta. De aquellos pepinos que compré pensando que eran calabacines hizo Rosa una crema fría con papa, manzana, yogur y unas hojas de menta. Le salió riquísima, y déjame dos rodajitas de pepino que vamos a hacernos un gintonic. Y ya se nos han acabado las tónicas, ¿será posible? El fin de semana no sé ni cómo ha pasado. Hablé con mi hermana y con mi suegra, ya le he dicho que ni se suba ni se agache para limpiar, que se aburre en casa y no se le ocurre otra cosa, con lo gran lectora que era, pero un problema en la vista la tiene limitada, y la tele le aburre todo ya, normal. En cualquier caso que limpie la zona media de lo que sea, que no están los tiempos para tener que ir a un hospital por una caída tonta. La conversación con mi hermana es más seria, ya se nos ha ido un familiar, un primo de mi madre, Gonzalo, un hombre joven y enérgico, que estuvo de misionero en África y Colombia, y ahora estaba en la casa de Arturo Soria. Desde la ventana de mi hermana se ven pasar casi solo coches fúnebres y le ponen la carne de gallina. De los temas laborales y demás ni hablamos. Leo los comentarios en feis de españoles que se quejan con vehemencia de los precios de los vuelos o las condiciones de viaje para salir de donde están varados y no puedo más que pensar que algunos aún no han entendido que hay tres mil millones de personas confinadas en el planeta, que el mundo enloquece y en las zonas rurales, con la única información de una televisión paranoica, la vida de los turistas corre literalmente peligro. La guinda es un artículo de abc, que narra cómo una joven pareja de Alicante, que estaba en un pueblo cerca de Cuzco, fue sorprendida −la noche del domingo 15 de marzo− por el anuncio del estado de emergencia y orden de aislamiento y cierre de fronteras. Y «Decidieron que a la mañana siguiente, a primera hora irían a visitar a toda prisa el Machu Pichu y salir de allí», Corto y pego que me da flojera contar esto. Más que flojera me pone de una mala leche monumental. La pareja pasa después a contar los abusos a los que fue sometida: les cobraron 108 dólares por un autobús (que sacó de la capital andina a ciento sesenta compatriotas y algunos más, portugueses estos, todo coordinado por el consulado o la embajada española, no sé), un servicio que no cuesta más de 25 soles; y, además, 360 euros por el vuelo a Madrid. Tres mil millones de personas confinadas, no sé cuántos miles de muertos −ni lo sabe nadie−, y ellos de vacaciones, en un país a nueve mil kilómetros del suyo, donde nada es fácil, y se amargan por una cantidad de tres cifras. Y leo, además, que ha habido gente que se ha quedado en Cuzco, porque pensaban que les tenían que haber puesto avión, que cómo iban a ir en autobús tantas horas, junto a otros, para contagiarse.

      Ese es el mundo que se ha creado durante años, no sé si décadas, en el que algunos viven a un metro del suelo, volando sobre sus derechos y sus banalidades, mientras otros muchos no tienen ni para pagar completo un abono mensual de transporte. Un mundo con una prensa instrumentalizada e interesada, que usa y tira los testimonios a su conveniencia, o simplemente por titular de forma espectacular: No dejes que la verdad te estropee una buena noticia, se dice en el oficio. Y no mienten, no, se ajustan a la verdad del testimonio y contrastan fuentes. Y se habrán quedado tan anchos, y así un día tras otro.

      Y con esta tropa tenemos que entrar en el nuevo mundo, porque de esta que nadie sueñe con salir igual. Estos sí que dan miedo, ojalá solo sean una excepción, ojalá.

      Mira que no me quería encender, mira que empecé con el pepino, y al final se me ha ido la cosa por donde los amargan. Me acuerdo de Ramón, que lo decía mucho: «que se vaya por donde amargan los pepinos», y nunca le pregunté por donde era eso.

      Y yo que quería hablar de mis encuentros con Cuco, con François, con Inma. Nada de encuentros sociales, conste. A ver cuándo encuentro ocasión de hacerlo.

      Y decidme que tenemos tropa de sobra para enfrentar lo que venga, que lo que he contado hoy no son más que unas pocas anécdotas con unos medios que, por mezquinos intereses políticos o del tipo que sea, amplifican esas voces que no son nada. Dadme ánimos por favor que los necesito yo y buena gente que se parte el cobre por ellos, con sus defectos, con sus fallos, pero con todo su corazón (y salud), aunque ni se la quiera ver ni mucho menos reconocer.

      11

      miércoles 1 de abril

      casos confirmados: 258

      muertes: 17

      Hablo con Gonzalo, que está en Iquitos. Divagamos sobre la pandemia, que si en nueve meses va a haber una ola de embarazos o de divorcios. No son incompatibles. También sobre otros sucesos que tuvieron repercusión a los nueve meses, como el apagón de Nueva York, puntual, o los carnavales de Oruro, cíclico. Allí uno de los personajes principales y motivo de disfraz es Pepino, y ya se ha institucionalizado como nombre, no sé si para los hijos de Pepino o los padres de esos niños, hijos del embozo. Parece que el pepino se incrusta en estas crónicas, quién lo diría. Seguimos hablando de cómo están las cosas por allí. Rompió sus lentes y pasó días sin poder leer ni escribir, porque no había manera de encontrar una óptica. Encontró unas de su suegro, que más o menos le acomodan. Como lo de las ópticas, hay muchos flecos de los que no se habla, no sé si se piensa en ellos, siquiera. Cuando se acabe con lo de las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones), horarios de toques de queda y demás urgencias, se debería empezar a pensar en darles solución.

      Uno muy serio es aquello de propagar, con mayor velocidad que el virus, la idea de que todos los que están en la calle son revoltosos y que qué bien que se les aplique, de una vez por todas, la mano dura y enérgica del Estado. Este es un anhelo que ha permanecido larvado por largo tiempo en una sociedad en la que la delincuencia, junto a la corrupción, han sido los mayores azotes anteriores a la llegada del coronavirus. Se entiende bien la necesidad de controlar y reprender a los que no acatan el confinamiento domiciliario y parecen no haber comprendido que la única posibilidad de victoria es quedarse en casa, pero cuidado con la aplicación de esos controles y medidas punitivas.

      Todos hemos oído hablar de un término que describe una práctica extendida, la coima. No necesito explicarla ni señalar que, como toda actividad industrial, comercial o de servicios, en estos tiempos de pandemia el cobro de coimas se habrá visto, también, seriamente afectado. Yo al menos así lo imagino tras haber leído y escuchado hablar de ella a voces autorizadas, y a otras embriagadas, que no sé cuál de las dos me da más confianza, que jamás he sido yo víctima de tal práctica. Así de misio parezco, que ni siendo gringo merezco tan tradicional atención. Me cuenta una amiga que estando en la noble y necesaria tarea de llevar comida a un español confinado por haber venido en un vuelo de aquellos últimos que llegaron de la península, y que es inquilino en un departamento que ella administra, con el permiso de movilidad correspondiente, la cajuela llena con las bolsas de alimentos, los documentos acreditativos de la imposibilidad de movimiento de su inquilino, con todo y eso fue parada por la Policía, que le retiró brevete y papeles del carro sin atender razones. ¿Qué le pedirán en la comisaría para que recupere sus papeles? Ya veremos.

      Aquella otra amiga que contaba cómo habían sido detenidos por la Policía los técnicos que dan mantenimiento a las torres de telecomunicación, la primera noche de inmovilidad, me cuenta ahora que se están encontrando con ronderos y grupos de autodefensa, pistas bloqueadas por moradores de comunidades alejadas y abandonadas que reciben por la televisión el mensaje del pánico disfrazado de llamamiento a la responsabilidad, lo que termina convirtiendo los operativos