Название | Residuos del insomnio |
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Автор произведения | Juanjo Fernández |
Жанр | Книги для детей: прочее |
Серия | |
Издательство | Книги для детей: прочее |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789972404641 |
Ayer decía que el gobierno lo está haciendo bien. Después leí la publicación de FECONAMACH (Federación de Comunidades Nativas del Marañón y Chambira), donde se denuncia que las ayudas son para el ámbito urbano, y que el rural seguía en el mismo abandono y olvido de siempre. No lo está haciendo tan bien.
En la Cachina se pueden encontrar muchos más mimbres de los que está hecho el país. Y la mayoría, si no todos, a la venta, da igual lo que busques, que lo encuentras. No preguntes su procedencia, limítate a discutir el precio, calles llenas de la sobra del mundo unidas por callejones donde se amontona un mundo de sobras. Ayer esa venta se tomó un descanso. La Municipalidad de Lima fue con un ejército de señores con chaleco y un camión a limpiar las calles para su posterior desinfección. Entre ellos conocí a Gilbert Herrera, un venezolano que lleva ya dos años en Lima. El día anterior los había cumplido. Él trabajaba en una filial de Chevrolet, en la Valencia venezolana. En 2017 cerró, dejando en la calle a 2 800 trabajadores. Ningún tipo de indemnización ni convenio colectivo ni apoyo gubernamental. Todos regados por el mundo. Solo en Lima hay 30 de aquellos 2 800. De los mayores, muchos han muerto. Qué crónica más chunga me está saliendo hoy. Menos mal que a punto de salir de la Cachina recibo una llamada de Ancón II. Ancón es el penal conocido como Piedras Gordas. Allí están la mayor parte de españoles privados de libertad, presos. Vamos, que mira que hacemos esfuerzos para hablar sin ofender, como si cambiara algo los hechos. Me llama uno de ellos, están bien, qué alegría me da escucharlo. Bueno, sí, están bien, pero no tienen útiles de aseo ni limpieza ni nadie que se los proporcione. Ya no se permiten visitas, eso lo sabía, ni del Consulado, eso no lo sabía. Las paqueteras, esas mujeres que se ocupan de llevar los insumos que luego se venderán dentro, en las bodegas de los propios presos, sí están pasando los martes, viernes y sábados, que si podemos mandarles un paquete con cosas, que ya hasta lejía en presentación pequeña dejan pasar. Que dejemos en la puerta el paquete, a nombre de quien sea, y ya se lo darán, que los guardias hacen turnos de 48 horas y los cambian, que todos los precios han subido, que empieza a haber paranoia, que se dice que hay un caso en el módulo 2, que no tienen mascarillas ni guantes ni nada. Le deseo lo mejor, le digo que se cuiden, que echo de menos los espaguetis en su celda, que tenemos que preparar algo especial para cuando todo esto pase y celebrarlo. Pienso que es buen momento para repatriarlos, y de inmediato me imagino el grito en el cielo que pegarían todos los turistas y viajeros si por un momento fuera cierto que sus autoridades consulares están dedicando algunos segundos de pensamiento a algo que no sea la salud y bienestar de ellos. Pero están bien. Me da una alegría inmensa y me dirijo a Gamarra, esta vez para entrar por el acceso 7, por Huánuco con Unánue. ¿Dónde vas flaquito? A hacer unas fotos de las calles con el aislamiento. Es un desierto, dice bajando la voz. Y, es un desierto. Tampoco tanto, están abiertas las farmacias, bodegas y bancos. Encuentro a Máximo Agüero Diego. Usted es periodista. Sí. Hágame una entrevista. Sobre qué. Sobre esto, pregúnteme que pienso sobre esto ¿Y qué piensa? Que hay que hacer un bautismo general de todos los hombres en todo el mundo. Explíquese. Soy de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con sede mundial en México; he venido por una misión a predicar a Sebastián Barranca. Pero si esto es 28 de julio, dice la señora del quiosco. He tenido una revelación de nuestro señor Jesucristo, soy el ungido, corona quiere decir codicia, robo, nacimiento, no puedes hacer cuarentena si no has nacido. ¿Quiere decir bautizado? Sí, nacido en dios, a mí me bautizaron católico, pues te tienen que volver a bautizar, porque lo hicieron de niño; a mí me bautizaron de niño católico y hace cuarenta años lo volví a hacer. ¿Y cuántos años tienes? 80. Carajo, ¿y por qué no llevas máscara? Porque estoy bautizado y dios me dijo: enciende la luz, junta a los hijos de Israel. Me voy. Máximo queda agradecido por haberle escuchado, tiene una bonita sonrisa y una piel que ya la quisiera la Preysler.
Gilbert Herrera, a la izquierda, en el mercado de la Cachina. Llegó hace dos años de Venezuela y trabaja como sereno en La Victoria.
Aún me falta contar un par de cosas, pero las dejaré para mañana, más mimbres para entender esta cesta. Voy a buscar una receta para ese gintonic de pepino. ¡Salud!
9
viernes 27 de marzo
casos confirmados: 55
muertes: 2
Pasan dos días desde que salí primero a San Isidro y luego a Gamarra. El gobierno ha ampliado la cuarentena hasta abril. Normal. No hacemos todos todo esto para que llegue luego la Semana Santa, y a la procesión, y al botellón. Aunque veo a la gente asustada, como si tuviéramos miedo unos de otros, de lo que va a quedar. Lo que me llega de España más. Este año no va a haber imágenes de cofrades llorando porque llueva ni felices porque se despejó de nubes el cielo. Igual, aprendemos a dar a las lágrimas su auténtico valor. Acá veo los noticieros y me pregunto si los reporteros estudian pedagogía o periodismo. Qué manía de decirle a la gente lo que tiene que hacer, como si fueran los guardianes de lo correcto. Recuerdo hace algún tiempo una de esas conexiones vergonzantes. El reportero preguntaba, micrófono en mano, a un niño qué se decía tras haberle entregado una chompa y una frazada producto de una campaña de donaciones organizada por su canal, durante el friaje. ¿Que qué se dice? Que me cago en los muertos de todos vosotros, que veis como año tras año morimos de frío y no sabéis más que pedir chompas y frazadas para sentiros tan bien con vosotros mismos y el año que viene volverás a traer chompas y frazadas y los que morimos somos nosotros mientras tú vienes aquí con tu sonrisa de autosatisfacción ¿que qué se dice? quédate tú aquí y volvemos nosotros a Lima y siente tú día tras día el frío que se cuela en nuestras casas, nuestras mismas casas de siempre. Otros mimbres.
Perdonad, no era mi intención, pero ver el otro día una conexión en directo me lo ha recordado. Era desde el malecón de Miraflores, justo encima de Larcomar. Una chica canadiense, que parecía vivir en la calle, tenía fiebre. Como si fuera un artefacto explosivo establecieron una distancia de seguridad en torno a ella. Y los policías se visten como si fueran a trabajar de figurantes en 2001: Una odisea del espacio, pues van a llevársela. La imagen es pura inocencia comparada con las palabras de la reportera, juicio tras juicio y consigna tras consigna. Me queda recordar a magníficos profesionales, que sí los hay, como Stefanie Medina o Gunter Rave, que llenan sus conexiones de humanidad, valor y rigor. También hay mimbres buenos en esta cesta.
Me quedaba hablar de Gabriel. Lo encuentro en Aviación, postrado en el suelo y hablando con el cielo. Me acerco hasta los dos metros prudenciales y le pregunto si no le han dicho nada por estar en la calle durante el toque de queda. Yo soy amigo de todos los policías, me conocen como el Patriota, responde, y señala el semáforo, donde hay un policía. Yo he inventado los dardos que te duermen, los disparas con una escopeta al cuello y así no tienen que matar a nadie. También las balas de no sé qué, que tampoco matan... Me cuesta entenderle, en su discurso se van deslizando nombres y situaciones de la historia peruana: también me conocen como el Príncipe Yhawel, me habla ahora de la Tora, del nombre de dios, quisiera acercarme y ponerle un micrófono, otra vez será, no son tiempos de proximidad.
Gabriel, el Príncipe Yhawel, también llamado el Patriota, en su casa de La Victoria.
Detrás de Gabriel las columnas del tren muestran el trabajo de muralistas que en 2017 enriquecieron el hormigón de las columnas con su genio. Entes organizó el encuentro. Frente a la presencia habitual de artistas europeos y norteamericanos en los festivales