Название | Residuos del insomnio |
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Автор произведения | Juanjo Fernández |
Жанр | Книги для детей: прочее |
Серия | |
Издательство | Книги для детей: прочее |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789972404641 |
casos confirmados: 29
muertes: 1
Hoy, sin foto, no he salido. Me he pasado todo el día sentado delante de la máquina para escribir mi primer artículo como corresponsal del diario Expresso, de Portugal. Me ha venido bien. Ayer hablé de cómo la bicicleta me descubrió partes de mi ser que no conocía o a las que les hacía poco caso, partes cercanas al sillín, para ser más concreto. No me di cuenta de cómo el olvido del sombrero y la incidencia del sol a esas horas de esconderse me dejó aplastado en el sofá, sin fuerza ni para el mando de la tele. Pero el encargo desde Lisboa de un artículo sobre la situación de los portugueses en Perú reactivó todo mi ser. Y me hizo salir por las calles del hiperespacio a buscar los testimonios e informaciones necesarias. Es el primer encargo que recibo. Ojalá sean muchos.
La primera visita ha sido a las páginas de las embajadas y he de decir que ambas, la portuguesa y la española, cubren las expectativas mínimas que se pueden esperar de ellas. Información exacta y comentarios críticos y, como siempre, los más crueles provienen de alguien que parece que escribe desde España. No hay que perder oportunidad, no. Me adelanto en el tiempo para dar agilidad al relato o porque si pierdo el hilo seguro que no sé continuar. Os cuento que justo cuando tengo entregado el artículo se publica la noticia, que comparto con alegría, de que sendos vuelos ya han sido programados para el domingo y el lunes con destino a Madrid y Lisboa, respectivamente. Son vuelos de Iberia y surgen comentarios interrogativos respecto a si los viajeros con billetes de otras compañías podrán regresar, interrogaciones que pronto se convierten en críticas. Yo no me atrevo a juzgar, menudo marrón tendrá que comerse el que se ocupe de esto. Paso todo el día junto a Rosa, escuchándola buscar solución a los problemas que se le van presentando a la gente que trabaja en campo. Y no son pocos ni fáciles. Mi admiración hacia ella crece y crece.
Hago contacto con Vítor y Soraia, que están en Cuzco, atrapados, y me explican su situación con enorme generosidad. Sin ellos nada habría podido hacer. Otra señora en Lima me pregunta si la puedo ayudar, que necesita que la ayude. Pasa al toque al inglés y me dice que está en un buen hotel, bien atendida y que solo necesita que la lleven a casa rápido porque está muy lejos. Cuánta empatía he perdido en el WhatsApp esta mañana. Pero nada irrecuperable. Al contrario, la respuesta desde Lisboa es inmediata: me halagan y me dan las gracias. Se me saltan las lágrimas, habituado como estoy al silencio y al olvido que suelen propinar los editores de España.
El resto del día lo dedico a hacer una revisión de mis contactos, a intercambiar saludos, a preparar pasta con brócoli, anchoas y pan rallado. Lavado de ropa en caliente, programa extra y Oxi Action. Nuevo nombramiento de ministro de Salud en Perú, que la anterior la pifió, y mucho, al descubrirse que la segunda víctima mortal se hizo la prueba pero no llegaron a entregarle el resultado, y era positivo. Lo encontraron en el interior de la vivienda, sin remedio ya, era cadáver, es de creer.
He decidido espaciar un poco las salidas y buscar un equipo de protección más adecuado que la máscara de uso diario. Pienso que será mejor alternar las salidas en bicicleta con las virtuales, y tratar de mantener la publicación diaria de estas crónicas. Pero bueno, ya sabéis, el hombre propone y Dios dispone.
5
lunes 23 de marzo
casos confirmados: 32
muertes: 1
Hoy he vuelto a salir. He extremado las medidas de seguridad. Fotocheck de prensa visible, chaleco blanco identificado como prensa, tapabocas, braga para el cuello por encima, sombrero, manga larga, guantes de látex doble y una bolsa donde llevo unos pantalones cortos y un polo para cambiarme antes de entrar en casa. Y así hago, cuando entro por el garaje me desvisto y meto todo lo que ha estado expuesto en la calle a una bolsa que va de frente a la lavadora.
Podía haber sido tan cuidadoso al hacer la compra. Os cuento. Aprovecho que no hay cola en el Wong de Diagonal y compro para la semana. Rosa me pide pimientos y ajos, seis de cada, no son los pimientos verdes italianos pero son bien aparentes. Está haciendo frijoles con pulpo, rico rico. Le mete el cuchillo al pimiento y se ruboriza como una chiquilla de catorce años ante su primer piropo. Ya lo he hecho otra vez. He comprado rocoto en vez de pimiento. Pero oye, riquísimo, y he bebido toda el agua que he perdido por la mañana en la bicicleta.
Antes de comenzar a relatar el día un párrafo para resumir el fin de semana. Iba a aterrizar un avión de Iberia para llevarse a todos los españoles que cupieran (los que tuvieran billete de su compañía primero, eso sí, y ya en las otras plazas los demás). También iba a traer peruanos. Se sabía desde el viernes, el sábado salía de Barajas y el domingo del Jorge Chávez. Pues no, el gobierno peruano cerró el aeropuerto. Un jarro de agua fría para todos, sobre todo para los que, me consta, trabajaron dieciséis horas diarias, toda la semana anterior, en hacerlo posible. A malas uno lo piensa y lo entiende, el gobierno peruano busca medios a través de Cancillería, pero MINSA e INDECI dicen, y no les faltará razón, «cuidado, va a venir gente de un lugar que está en fase 4». Se siguen buscando soluciones y todos a superar rápido la estupefacción. Lo que no se supera tan fácilmente son los mensajes de peruanos diciendo a sus compatriotas que no vengan, que se queden allí, que son un peligro y unos irresponsables por querer regresar, que los peruanos somos muy grandes y algún hermano ya te apoyará. Porque todo el fin de semana me lo pasé atento a las páginas de consulados, embajadas, grupos de españoles... proponiendo la creación de una red de apoyo para los compatriotas que se han quedado lejos de su casa en Perú. No es tan fácil. No entiendo por qué, pero no es tan fácil. Bueno, yo tengo la formación de fotógrafo y, más aún, la de fotoperiodista. Las cosas hay que hacerlas cuando hay que hacerlas, y a la redacción se vuelve de la noticia con una foto, aunque sea una porquería. En el intento una española me pide el WhatsApp y me manda un audio de quince minutos contándome todas sus penalidades que empiezan mucho antes del coronavirus. No puedo ayudarla, no puedo ni darle aliento, sé que si lo hago va a esperar de mí algo que no voy a corresponder. Le digo que espero que todo se vaya resolviendo y mi respuesta no le gusta, empieza a escribirme de forma cada vez más agresiva sobre la decepción que le ha supuesto mi contestación y termino bloqueándola. Me duele entender que igual que ella hay un número, no sé si grande o pequeño, de compatriotas que se han quedado varados hace mucho tiempo entre la indigencia y el olvido. Su delgada capa de piel, que les protegía del tenue frío limeño, ha terminado de desaparecer con el coronavirus, y ahora sienten el mundo en carne viva. Y me doy cuenta de que no sé cómo ayudarles. Admiro tanto a Martín, por ello, puesto que lo hace de seguido y con toda naturalidad desde la Fundación +34.
Mercado número 2 de Surco.
Y empiezo a contar mi día, y mira que me cuesta arrancar. Ya os habréis aburrido la mitad y más de uno me habrá bloqueado. No os culpo. Hoy empecé por el mercado de Surco, el anexo 2. Un buen mercado, grande y ordenado, frente a la escuela de la FAP (Fuerza Aérea del Perú). Constato que la gente no termina de entender las medidas, llevan mascarilla y guantes pero bajan con sus hijos a comprar. Que se va de uno en uno... de uno en uno. ¿Y, qué hacen las madres solteras? Sí, es un problema, quiero escribir un artículo sobre todos los problemas que tiene Perú para afrontar esta crisis. Ya. También he oído que Shakespeare aprovechó una o dos cuarentenas para escribir no sé qué obras. Dentro se respira bastante normalidad. Más proximidad de la recomendada entre la clientela que espera en los puestos. Miembros de la Fiscalía fiscalizando a un señor que vende huevos en un puesto de calzoncillos, el puesto de muñequitos ahora vende alcohol y mascarillas a 3 soles, que tienen un proveedor en San Martín. Jorge Paintampome sigue vendiendo periódicos en papel en el puesto que su madre abrió hace sesenta años, cuando se fundó el mercado. Constato que la prensa sigue llegando a los quioscos. Bien por los colegas. Isaac Monte va a las cinco de la mañana a San Luis a por los pollos que vende al mismo precio que antes del aislamiento.
Salgo del mercado y voy a ver cómo están en Makro. Bendita bicicleta, cuántas cosas puedo hacer. En Makro bien, no hay colas ni lleno está el aparcamiento. Me dice el encargado que el abastecimiento es normal, que se ha reducido a la mitad el aforo y que algunos productos tienen limitada su compra a dos unidades.