A pesar de todo... ¡No nos falta nada!. Enrique Chaij

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Название A pesar de todo... ¡No nos falta nada!
Автор произведения Enrique Chaij
Жанр Документальная литература
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Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789877984057



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nos faltará la luz del Sol, aunque haya días nubla­dos.

       No nos faltará el agua, aunque existan sequías, y el clima se altere.

       No nos faltará el alimento, aunque crezcan los desier­tos, y por causa de la injusticia humana haya seres hambrientos.

       No nos faltará el vestido, aunque debamos cubrirnos con sencillez.

      Ciertamente, Dios siempre atiende nuestras necesidades reales. Él no duerme ni se adormecerá en su infatigable amor paternal (Salmo 121:3,4). Sus ojos siempre obser­van nuestras debilidades y carencias. Y su mano divina siempre está extendida para darnos lo mejor. David le dice al Pastor: “Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su comida a su tiempo. Abres tu mano, y colmas de bendi­ción a todo viviente” (Id., 145:15,16). ¡Dios no se toma vacaciones! Dijo Jesús: “Mi Padre siempre está en su obra, y yo también” (S. Juan 5:17).

      Por lo tanto, ante cualquiera de nuestras necesidades podemos ir a él, y decirle: “Señor, necesito tu ayuda. Resuelve mis problemas; suple mis necesidades materiales y espirituales”. Y nuestro Padre celestial nos escuchará y responderá.

       NECESID ADES REALES Y ARTIFICIALES

      Están las necesidades reales y legítimas, que reclamannuestra natural atención. Pero también existen las otras, que podríamos llamar “necesidades artificiales”, que no hacen más que alimentar la vanidad, mientras tal vez queden sin atender las verdaderas necesidades del alma. ¡Qué la­mentable negligencia, y qué distorsión de los valores! En esto tiene mucho que ver la publicidad masiva, la cual ma­nipula de tal manera la mente del consumidor, que éste termina por adquirir tal o cual producto, porque previa­mente se le “vendió” una necesidad inventada o artificial.

      ¿Y qué diremos de quien compra sólo para tener más, o para mostrar un mejor nivel económico que el prójimo? ¡Cuántos desgastan y malogran su vida por causa de esta fiebre insensata! ¿Nos acordamos de Diógenes, el filósofo griego que des­preciaba la riqueza? Él mismo vivía con lo estrictamente in­dispensable. Se cuenta que cierto día vio a un niño tomar agua de una fuente con sus propias manos. Entonces arrojó la única escudilla que tenía, y dijo: “Yo ta mbién puedo beber con mis manos. No necesito la escudilla”.

      Éste es un caso extremo que jamás aprobaríamos. ¿Pero no condena indirectamente la frivolidad y el consumismo de nuestros días? Necesidades artificiales, que el Señor ¿querrá suplir?

      Lo que Dios sí quiere atender son nuestras necesidades genuinas y legítimas. En tal sentido, David afirmaba en otro de sus salmos: “Los ricos pueden empobrecer y sufrir hambre, pero los que buscan al Señor no carecerán de ningún bien” (Salmo 34:10). Y el apóstol Santiago les dice a los creyentes: “Que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:4).

      Esta es la firme convicción de todo hijo de Dios: “Nada me faltará”. Con esta confianza y esta seguridad se mueve el creyente. ¿Por qué entonces preocuparnos tanto por alguna cosa que nos falte, en lugar de alegrarnos más por lo que ya tenemos? El que sustenta el fascinante mundo que él mismo creó, ¿cómo no nos dará lo que necesitemos cada día para gozar de la vida? Aun en los momentos de mayor necesidad, él no nos fallará. San Pablo escribió: “Mi Dios, pues, suplirá toda necesidad vuestra” (Filipenses 4:19).

       CÓMO PODEMOS POSEE R MÁS

      En su deseo de una mayor prosperidad, hay quienes se preguntan: “¿Por qué la vida me niega la posibilidad de concretar mis sueños?” Y esos “sueños” pueden ser la terminación de una carrera, la realización de un buen ne­gocio, la expansión de una empresa, el ascenso en el traba­jo, la armonía familiar, la formación del matrimonio, y tan­tos otros nobles anhelos...

      Y estas mismas personas pueden formularse otras preguntas, tales como: “¿Por qué Fulano ha tenido mejor suerte que yo?” “¿Qué cosa extraordinaria ha hecho él pa­ra llegar adonde llegó?” “¿Es que Dios me ha dejado un poco de lado?” “¿Qué puedo hacer para mejorar mi con­dición y alcanzar una mayor prosperidad?”

      Realmente, es mucho lo que una persona puede hacer para alcanzar sus anhelos e ideales. Lo primero, tal vez sería no quejarse ni compararse con los demás. Porque esta actitud es negativa, y no conduce a provecho alguno. Entonces, ¿cómo sería posible lograr un mayor éxito y una mayor prosperidad en todos los órdenes de la vida?

      A continuación, te presento seis ideas que han dado excelente resultado para el logro de un mayor progreso personal y familiar. Cómo alcanzar esta sana aspiración:

      1. Administrando mejor el tiempo y el dinero. El tiem­po bien aprovechado y el dinero bien invertido pueden lograr maravillas. No quemes los minutos y las horas que podrías utilizar provechosamente. No dilapides tu dinero en compras innecesarias o en actividades incorrectas. Si otros lo hacen, no los imites, porque no te conducirá a buen fin. ¡Tendrás más derrochando menos!

      2. Cultivando buenos hábitos. Es increíble cuánta gen­te se arruina y se enferma por causa de hábitos declarada­mente perjudiciales. ¡Cuántos podrían vivir de modo más holgado, con más salud, y por más años, si dejaran de lado los vicios que consumen la vida! ¡Realmente tendrían mucho más!

      3. Siendo más esforzados y diligentes. Esto significa trabajo, empeño, constancia y voluntad. Estas cualidades siempre aumentan el capital de la vida. Nos llevan más lejos y más alto. Observa a tu alrededor, y verás que los esforzados no suelen quejarse de mala suerte.

      4. Aprovechando mejor las oportunidades. Un curso de perfeccionamiento en el trabajo, una materia adicional en el estudio, la aceptación de una tarea difícil, una idea profesional, o una relación laboral bien aprovechada, ¡cuán­to pueden significar para el desarrollo personal! ¡Opor­tunidades que se buscan y se convierten en bendición!

      5. Mejorando las relaciones humanas. El llevarse bien con los demás, y mantener con ellos una relación inteligente y respetuosa, siempre genera bienestar y progreso indivi­dual. Un estudiante universitario golpeó brutalmente a uno de sus profesores, y fue despedido de todas las univer­sidades públicas del país. Hoy es un hombre fracasado, que todavía no ha aprendido a gobernar su temperamento indócil. Otro estudiante tenía tan buena relación con sus compañeros, que cada año lo elegían como el mejor com­pañero del curso. ¡Cuán buenos dividendos paga la co­rrecta convivencia con el prójimo!

      6. Pidiendo la sabiduría divina. A veces nos falta la salud, la paz del hogar, o algún bien material que desearía­mos poseer. Pero no sabemos de qué manera suplir tales necesidades. Carecemos de capacidad y de inteligencia para ello. Somos como la indefensa oveja que necesita la ayuda del pastor. Por lo tanto, se hace necesario recurrir al divi­no Pastor. La promesa de la Escritura afirma: “Si alguno necesita sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos gene­rosamente, y sin reprochar. Y le será dada” (Santiago 1:5).

      ¡Cuánto más tendríamos y cuánto mejor nos iría en la vida si recurriéramos habitualmente a Dios, en busca de su sabiduría, su fuerza y su bendición divina! ¿Es ésta tu buena costumbre?

      Repasa los seis puntos mencionados. Y al ponerlos en práctica con la dirección del Altísimo, confiadamente po­drás decir con el salmista: Nada me faltará”.

       NO NOS FA LTARÁ SU COMPAÑÍA

      En medio de los numerosos peligros y dificultades que David Livingstone debió enfrentar en el corazón del África, como incansable explorador y misionero cristiano, siempre recordaba la animadora promesa de Jesús: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (S. Mateo 28:20).