Название | En busca de éxtasis |
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Автор произведения | Vanderlei Dorneles |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877984040 |
La ruptura con los modelos y patrones de racionalidad da lugar a la amplia difusión de las ideas y de los comportamientos posmodernos que valorizan el placer, la intuición y lo irracional. El nuevo paradigma se difunde por los medios de comunicación, y principalmente, a pesar de las instituciones, por medio de las redes sociales e Internet.
La expresión “posmodernismo” se refiere al patrón filosófico, mientras el término “posmodernidad” señala la sociedad resultante de ese modelo. Este nuevo paradigma tiene una visión propia de la naturaleza del conocimiento, que favorece el pluralismo, la autonomía del individuo y la diversidad. La cultura posmoderna se distancia del pasado por su rechazo a la tradición, siendo también posracional y posdualista. Algunos de estos conceptos y valores posmodernos son analizados a continuación.
El conocimiento posmoderno
Tiene consenso entre los estudiosos el papel ejercido por Nietzsche, el filósofo del nihilismo, en la formación del pensamiento posmoderno. Friedrich Nietzsche (1844-1900), hijo y nieto de pastor luterano, abandonó la fe cristiana en su adolescencia, y terminó su vida deprimido. Sin embargo, sus libros son fuentes valorizadas en el pensamiento posmoderno. Sus ideas influyeron en algunos de los pensadores contemporáneos más conocidos, como Michel Foucault, Jean Baudrillard, Jacques Derrida y Jean-François Lyotard. Por haber embestido contra la teoría del conocimiento universal y absoluto, a Nietzsche, el hombre que osó pregonar la “muerte de Dios”, se lo reconoce como el patriarca del posmodernismo.
Otro precursor del pensamiento posmoderno es Martin Heidegger (1889-1976), para quien la crisis de la razón y del humanismo, presenciada en el siglo XX, se debió a la sustitución de Dios por el hombre en el centro del universo. (Ver Lyon, 1998, p. 20.)
La visión subjetiva del conocimiento se apoya principalmente en estos pensadores, y representa una negación del pensamiento teológico así como del racionalismo, los cuales admiten verdades universales. Un primer principio para los posmodernos es que los valores éticos y el saber filosófico no pueden ser objetivos ni universales porque el universo no es una máquina, y los seres humanos tienen una historia personal e individualizada, pasible de interpretaciones diferenciadas. También, están convencidos de que “hay otros caminos válidos de conocimiento además de la razón, que incluyen las emociones y la intuición (Grenz, 1997, p. 24). Influenciado por el contexto, por la experiencia personal y por la historia, el conocimiento posmoderno es relativo, pluralista y subjetivo. Así, se intenta dar espacio a la naturaleza local o contextual de la verdad, no admitiendo la existencia de verdades válidas para todos los tiempos. En el campo religioso, las creencias son consideradas verdaderas si hay una comunidad que las defienda, siendo válidas para esa comunidad.
Ante esta relatividad del conocimiento, los posmodernos no están, necesariamente, preocupados en probar que están en lo “cierto” ni que los demás estén “equivocados”. Según Lyotard, el posmoderno ignora el bien y el mal. En cuanto a lo verdadero y lo falso, “lo determinan de acuerdo con lo que es operacional o no en el momento que se lo juzga” (Lyotard, 1993, p. 97); siendo esa evaluación relativa a la circunstancia específica.
En la aldea global, ante la pluralidad de verdades e ideas, el sociólogo David Lyon dice que la situación posmoderna es de “hiperrealidad”, en la que los absolutos pierden gradualmente su fuerza y su significado en un mundo de múltiples interpretaciones. La transición del milenio da testimonio de una crisis cultural de significado sin precedentes. “La búsqueda de una división entre lo moral e inmoral, lo real y lo irreal” se vuelve fútil, según él (1998, p. 30).
Los posmodernos rechazan la ciencia con sus verdades universales, morales y filosóficas, y atribuyen al ser humano un papel más simple que el que desempeñó en la Era Moderna. En lugar de ser un descubridor de verdades absolutas y trascendentes, el investigador humano ahora es un creador de verdades relativas y temporales. Para Nietzsche, lo que los ilustrados consideraban como conocimiento descubierto (ciencia, ética, filosofía, moral, religión) era solo creación humana. Y el proceso de concepción de la realidad, de la vida y de la moralidad es un asunto individual y diferenciado. Sobre la concepción de la moral cristiana, él escribió, en su libro Así habló Zaratustra: “Hay una extraña locura que se llama bien y mal” (Nietzsche, s.f.[b], 188).
Osado e irreverente, a través de la boca de su personaje Zaratustra él proclama: “En nuestros tiempos blasfemar contra Dios era la blasfemia más grande; pero ahora Dios murió, y con él murieron tales blasfemias” (Nietzsche, s.f.[b], p. 8).
Por lo tanto, el posmodernismo, fomentando el relativismo moral y filosófico, socava la tradición filosófica occidental que imperó desde Aristóteles hasta Kant.
Michel Foucault (1926-1984) rechazó el conocimiento a priori (de Kant) y el estructuralismo, que favorecen la noción de verdad universal (1995, p. 148). Él consideró que el error más grave de la cultura occidental fue pensar que había un cuerpo de conocimiento universal esperando ser descubierto. Al contrario del universalismo, que selecciona y clasifica los saberes históricos según normas lógicas preestablecidas, él defendió la preservación de todos los conocimientos humanos, de cada cultura y de cada tiempo. Así, él propuso la idea de un “archivo” que contendría todo los que los seres humanos hablaron y pensaron de forma libre y voluntariamente, produciendo verdades individuales. Para él, ese archivo es dinámico y “no tiene el peso de la tradición”. Su diversidad permitiría que “los enunciados subsistieran y que, al mismo tiempo, se modificaran regularmente” (Foucault, 1995, p. 150). La idea de “archivo” de Foucault encontró expresión en Internet con sus contenidos fluidos, diversificados y alterables en todo momento.
Según Foucault, la discusión de verdades universales, fecunda en tiempos pasados, sobrevive con dificultad y “es conducida por farsantes y forasteros” (ibíd., p. 227). Él veía al inconsciente como “la extremidad implícita de la consciencia”, a la mitología como una posible “visión del mundo”, y un romance como una vertiente exterior de una “experiencia vivida”. Argumentó que esas “fuentes” antes rechazadas por la razón, han traído “verdades nuevas” (ibíd., p. 229).
La comprensión posmoderna del conocimiento, por lo tanto, se basa en dos presuposiciones fundamentales: (1) toda explicación de la realidad es una construcción válida, pero no necesariamente verdadera; y, (2) no hay conocimiento universal revelado por entidades sobrenaturales o concebido por la mente humana. Esa es la columna vertebral del posmodernismo. Es una línea en común desde Nietzsche hasta los actuales pensadores posmodernos, y representa una deconstrucción de la tradición y de la verdad religiosa.
Schaeffer dice que no solo es diferente la naturaleza del pensamiento posmoderno, sino también la propia manera de pensar. Para él, “la razón por la que muchos cristianos no están entendiendo a sus hijos es porque están siendo educados en función de otro modo de pensar” (1974, p. 43). Cuando a alguien educado según los patrones posmodernos se le dice que determinado concepto es verdadero, esto no significa para él lo mismo que significa para una mente moderna. Para el último, algo “verdadero” es infalible y absoluto; para el posmoderno, “verdadero” puede significar apenas “bueno” o “útil”.
La relativización del conocimiento cambia también el objetivo de la investigación. La meta del estudioso pasa a ser “nivel de desempeño”, en lugar de la “verdad”. La pregunta deja de ser “¿será verdad?”, y pasa a ser “¿para qué sirve?” (Grenz, 1997, p. 80).
Inicialmente, el relativismo afectó a las normas y los valores tradicionales, dejando de lado a la ciencia, cuyos resultados fueron vistos como objetivos. A medida que se avanzó en la profundización de las ideas posmodernas, el relativismo parece haber alcanzado incluso los conocimientos científicos. Sérgio Paulo Rouanet afirma que nuestra época “tuvo el privilegio de historiar las ciencias exactas: