En busca de éxtasis. Vanderlei Dorneles

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Название En busca de éxtasis
Автор произведения Vanderlei Dorneles
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789877984040



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su carácter de ritual religioso sustitutivo: la Catedral de Notre Dame. Como parte de la ceremonia, se abrió la puerta del templo, dando paso a una figura femenina con un vestido blanco y una capa azul. En trajes deslumbrantes, la actriz Thérèse Angelique Aubry representaba la nueva diosa (ver Rouanet, 1996, p. 285).

      El homenaje público en París materializaba el gran cambio en la forma de ver el mundo, que ya había tenido lugar desde el Renacimiento. En este nuevo escenario, el ser humano estaría en el centro de la realidad. El papel de Dios y la religión sería ejercido por la ciencia y la filosofía.

      Los pensadores de la Ilustración relacionaron la religión, en sus más diversas manifestaciones, con la ignorancia. La fe pasó a ser vista, en el mejor de los casos, como propia de una fase anterior al progreso científico. Los racionalistas entendían que el mundo occidental adquiría entonces su madurez, con el descubrimiento de la razón como el medio de obtención de conocimiento y como instrumento de desarrollo. Esa pretendida madurez parecía dar fin a un largo período de predominio de la religión, especialmente sus formas más primitivas y supersticiosas.

      Durante casi tres siglos, el hombre racional y “maduro” rechazó la religiosidad, aunque esta permaneciera latente y manifestándose en los momentos de crisis. Para sobrevivir en el mundo de la razón, el cristianismo tuvo que adaptarse al patrón racional ilustrado, negando el aspecto sobrenatural de la fe y enfatizando sus valores éticos.

      Sin embargo, desde la década de 1960, el mundo ha sido testigo de un declive en el racionalismo como modelo de adquisición de conocimientos y como perfil de comportamiento cultural. Aunque se reconoce desde hace siglos como la edad de la madurez humana, “la edad de la razón” desde entonces parece eclipsarse. Los postulados de la ciencia y su capacidad para proteger la vida en la Tierra han sido golpeados por el relativismo a medida que los seres humanos han comenzado a mirar su propio mundo interior, dominado por el caos.

      ¿Cuáles son las causas de este cambio de paradigma? ¿Hacia dónde va el mundo que intercambia la razón por el relativismo, la ciencia por la intuición, la racionalidad por la cultura primitiva? Un análisis de esta coyuntura histórica y filosófica es necesario para comprender los cambios que la religión y la liturgia cristianas atraviesan en este contexto posmoderno y relativista.

      El cambio cultural y religioso se asocia con el cambio en la forma en que vemos y entendemos el mundo y la vida; una transformación en las ideas. El desencanto con el progreso científico a lo largo del siglo XX ha allanado el camino para un nuevo modelo de realidad que privilegia la diversidad por encima del concepto de verdad absoluta.

      Este modelo de realidad, conocido como “posmodernismo”, favorece el retorno de la religiosidad y la superstición, nuevamente atractivas para un mundo dominado por el sentimiento de inseguridad.

      La religiosidad posmoderna es indiferente al concepto bíblico de verdad absoluta, mientras busca la experiencia y la sensación del milagro, del contacto con lo sobrenatural y con la trascendencia.

      El estudio de los orígenes de la religiosidad posmoderna, marcado por la búsqueda de las experiencias de la trascendencia, proporciona un panorama amplio y esclarecedor para la comprensión de los cambios filosóficos y litúrgicos del culto cristiano contemporáneo.

      Este capítulo hace algunas observaciones sobre la centralidad del ser humano en lugar de Dios en la cultura moderna, y la naturaleza del conocimiento científico en oposición a la verdad religiosa. Luego analiza las características socioculturales de la posmodernidad y su concepto de verdad relativa y pluralista.

      Del mito a la modernidad

      El Renacimiento y, posteriormente, la Ilustración, llevaron a la cultura occidental moderna a rechazar el misticismo y la religiosidad natural que marcaron la Antigüedad y la Edad Media, cuando el espíritu religioso era la nota tónica de la vida. Hasta entonces, los escritos sagrados eran la fuente y referencia de la verdad filosófica, científica y religiosa, y también de los patrones de la moralidad y la ética. La Iglesia era el filtro que testeaba todas las cosas, y el clero tenía la última palabra. Desde el siglo XVI, sin embargo, surge una nueva autoridad que sustituye a la Iglesia: la razón ilustrada, cuya “esencia era oponerse al universo religioso” (Rouanet, 1996, p. 289).

      La era de la razón no solo marcó la oposición del método científico a la revelación divina, sino también señaló el fin de la supremacía de la Iglesia en la cultura occidental.

      Colocada en el lugar de las Sagradas Escrituras, la razón parecía conferir un estatus de nobleza al ser humano, lo que caracterizó a la Ilustración también como un movimiento embrionario de emancipación del individuo. Esto se amplificaría más tarde, en el posmodernismo. La primacía de la razón “sustituyó a Dios por la humanidad y la puso en el escenario de la historia como protagonista” (Grenz, 1997, p. 98).

      La Ilustración dio inicio a la Era Moderna. Desde los primeros siglos de la era cristiana, la civilización occidental fue regida por la teología y la filosofía, ambas hasta entones ejercidas por los teólogos. La Era Moderna, sin embargo, se caracterizó por el rompimiento con las ideas sostenidas a lo largo de la Edad Media sobre Dios, el mundo y la vida. Este cambio colocó al hombre y sus necesidades terrenales e inmediatas en el centro de la realidad y relegó a Dios al imaginario y al mito.

      El conocimiento racional

      Las ideas racionalistas e ilustradas no solo rompieron con el dominio de la Iglesia, sino además crearon una nueva definición para el conocimiento. El método científico, basado en la exigencia de verificación y prueba, permitió a los Ilustrados calificar el resultado de la investigación humana como preciso y objetivo. Según la perspectiva de los racionalistas, además de ser preciso y bueno, el conocimiento es accesible al ser humano, al contrario de lo que decía la Iglesia, que pretendía ser la única poseedora del conocimiento.

      Esa suposición de exactitud y bondad inherentes al conocimiento racional hizo que la perspectiva del mundo bajo la influencia de la Ilustración se volviera optimista. Una visión positiva del mundo comenzaba. Según ese entendimiento, el resultado natural y previsible de la Era Moderna sería el progreso en todos los aspectos de la vida. Por medio de la investigación científica, de la creación de medicamentos y elaboración de máquinas y equipamientos, los científicos pretendieron asumir la responsabilidad por el futuro y el bienestar de la humanidad.

      Los principales pensadores responsables por los fundamentos de la Era Moderna, que floreció al final del siglo XVII y se extendió hasta principios del siglo XX, fueron René Descartes, Isaac Newton y, principalmente, Immanuel Kant, considerado el padre del racionalismo.

      En su obra Crítica de la razón pura, Kant elaboró una teoría del conocimiento. Para él, el saber racional científico (especialmente el de las matemáticas y de la física, logrados bajo la rígida disciplina del pensamiento y de la investigación), fundamentado en la experiencia, podía aspirar a la validez universal. Kant sostenía que el conocimiento universal y absoluto, fruto del empleo de la razón, “realmente existe” (1980, p. 21). Él distinguió dos formas de conocimiento: el “empírico”, que es fruto de los datos provistos por la experiencia sensible, y el “puro” o “a priori”, que no depende de ninguna experiencia sensible. Decía también que el “conocimiento” es resultado del análisis de datos, mientras “pensar” es el análisis de fenómenos metafísicos. Sin embargo, Kant entendía que ninguna realidad que trascienda el tiempo y el espacio puede ser conocida por medio de la investigación científica, dado que esta se basa en la experiencia sensible. “No podemos conocer estos mismos objetos [los conceptos de la metafísica] como cosas en sí mismas”; pero, decía: “tenemos que poder pensarlos, al menos” (1991, p. 17).

      La naturaleza del universo, la existencia de Dios y el origen de la vida podían, por lo tanto, ser solo “pensadas”, nunca conocidas, puesto que pertenecerían al dominio de la metafísica. Pero cuando se trata de verdades naturales, la razón podría conocerlas, así como definir las normas morales universales. Kant afirmaba la necesidad de formular una filosofía moral pura. Entendía que esto solo sería posible mediante el empleo de la razón.