Название | 20 preguntas que Dios quiere hacerte |
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Автор произведения | Troy Fitzgerald |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789875678194 |
Descubrí otra faceta interesante acerca del poder de las preguntas de Dios. En cada ejemplo de la Escritura, las preguntas que Dios hace a la gente revelan lo que es importante para él. En cierto modo, los interrogantes de Dios revelan un atisbo de su carácter. Podemos aprender mucho acerca de una persona simplemente examinando la clase de preguntas que formula. Las preguntas que Dios plantea son ventanas a su corazón y puertas de entrada a su plan para nuestra vida.
Consideremos por algunos momentos cuando Dios enunció una pregunta, y veamos si podemos descubrir algo acerca de él, así como también algo de nosotros mismos:
“¿Dónde estás tú?” Dios quiere saber cuán lejos estás de él.
“¿Dónde están los que te acusaban?” Dios quiere que le respondas en voz alta, para que puedas escuchar la verdad eterna de la gracia de sus propios labios.
“Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?”
“¿Quién decís que soy yo?” El futuro del movimiento cristiano depende totalmente de tu respuesta.
“¿Por qué estáis así amedrentados?” Jesús nos invita a mencionar alguna cosa que sea más grande que su promesa y provisión para nuestro futuro.
“¿Por qué te ríes?” Dios quiere saber por qué te resulta chistoso su plan para tu vida.
“¿Crees esto?” El Salvador te interroga a las puertas de la muerte en relación con la solidez de tu creencia en la resurrección.
“¿A quién buscas?” Cristo te recuerda que debes ser deliberado en cuanto al centro de tu vida.
“¿Sabéis lo que os he hecho?” Dios te pone a prueba en relación con su principal lección sobre el servicio.
“¿Qué es eso que tienes en tu mano?” Dios se pregunta si tienes lugar en tu vida para que él haga cosas extraordinarias con tu rutina diaria habitual.
Escucha las preguntas que Dios te hace, y luego respóndele. Respóndele abierta y honestamente. Quizá te sientas tentado a esperar hasta que tu repuesta parezca correcta o más apropiada. Piensa, reflexiona y examina tu corazón; pero, por favor, responde. Elías le imploraba al desorientado pueblo de Dios preguntando: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?” (1 Rey. 18:21). Elías es terriblemente directo. Su pregunta expone el problema de ellos y apela a que hagan algo al respecto. La triste verdad de la tendencia humana a demorar la acción surge de su respuesta: “Y el pueblo no respondió palabra” (vers. 21).
Responder estas preguntas ha llenado mi vida con más significado y gozo que ninguna cosa que podría haber provenido de las explicaciones que sospecho que Dios pudiera darme, algún día, en el cielo. Mi oración es que todos los que lean este libro escuchen algunas de las preguntas que Dios les formula; que lo miren fijamente a los ojos y que le respondan.
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“¿Dónde estás tú?”
Capítulo 1
Las encrucijadas que acechan detrás de los arbustos
“Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí” (Gén. 3:8-10).
Jonás –el perro (no el profeta)– fue uno de los regalos de compromiso que le entregué a mi esposa después que me dio el “Sí”. Tal vez nunca me perdone a mí mismo por haberle comprado ese perro. Durante nuestro último año en la universidad, mi esposa y yo dejábamos a Jonás dentro del departamento mientras íbamos a clase. Durante esos breves momentos, se las arreglaba para causar más estragos en nuestro departamento que una bomba nuclear. Estoy exagerando solo un poco. En una oportunidad, encontré el contenido de nuestros armarios desparramados por toda la casa. El cereal ensuciaba los pisos de madera como bolitas de granizo que cubren la tierra. Las frutas y las verduras, parcialmente comidas, descansaban cómodamente en nuestro único sofá. Una lata vacía de sopa de tomate se acurrucaba con toda tranquilidad en mi almohada, mientras que la mayor parte del contenido embadurnaba el edredón celeste de plumas.
Cuando vi el desorden, el bramido de mi garganta –la intensidad de mi furia– ¡me asustó hasta a mí! Llamé a Jonás, pero no obedeció a mi voz. (Ahora saben por qué lo llamamos Jonás.) Probé con varios tonos, esperando poder hacerlo salir de su escondite. Determiné que había muerto de un ataque cardiaco, causado por mi diatriba, o que quizá se había quedado temporalmente sordo. Finalmente lo encontré debajo de la cama. Y cuando examiné su cara manchada de tomate, vi dos cosas: temor y vergüenza. El temor y la vergüenza encadenaban a ese dulce cachorrito debajo de la cama. Aunque quería retorcerle el cuello, percibí que Jonás sabía que lo que había hecho estuvo mal, pero no tenía idea de qué hacer al respecto, aparte de esconderse.
Cuando nos metemos en líos, quizá las únicas opciones parecen ser pelear o huir. ¿El temor y la vergüenza alguna vez te forzaron a esconderte? Si es así, sabes cómo es cuando en lo único que puedes pensar es en lo que hiciste, por qué lo hiciste y en lo que va a pasar después. Toda la experiencia se hunde en el foso de tu estómago como una tonelada de ladrillos. Y cuando se trata de Dios, la opción de “pelear” es un poco menos deseable que la opción de “huir”, entonces te escondes. Con frecuencia me pregunto por qué es más fácil esconderse en vez de hacerle frente a Dios cuando pecamos. Quizá la verdad de nuestra condición sea demasiado difícil de admitir, o quizá sea demasiado fácil de evitar. Enfrentarse a Dios en el momento del fracaso es aterrador.
Un amigo que luchó contra la adicción al alcohol me confesó:
–Evitaba las reuniones porque había escuchado historias horribles de cómo te hacen afrontar la verdad acerca de ti mismo.
Si huir de Dios nos permite aplazar la verdad, es difícil no escapar.
¿Has considerado por qué razón robar es una opción tan atractiva para los niños? Una vez le hice una pregunta directa a un joven en un centro de detención juvenil:
–¿Por qué robaste el reproductor de CD?
–Quería conseguir un reproductor de CD sin tener que pagarlo –respondió.
Los beneficios a corto plazo de robar son que conseguimos cosas sin pagar. Los efectos a largo plazo son dañinos, pero ¿quién ve los resultados a largo plazo en el momento de la pasión? Así es cuando afrontamos la verdad de nuestro abatimiento. Si podemos evitar la vergüenza por un momento, tal vez la podamos evitar para siempre.
Tratemos de imaginar lo que debió haber sido para Adán y para Eva después de desobedecer a Dios en el jardín del Edén. El sonido de la voz de Dios los llama.
–¿Qué dirá?
–¿Qué pensará?
–¿Qué va a hacer?
–¿Qué deberíamos decir?
Es útil analizar las partes clave de la historia (ver Gén. 2:8-3:9). Adán y Eva son creados por Dios, habitan en el Edén y disfrutan de la comunión natural con su Creador. Pero, incrustado entre la belleza del Edén, un peligroso enemigo espera el momento perfecto para impartir su plaga egoísta a la raza humana. Lucifer había sido desterrado del cielo a la tierra; ahora hace de los hijos creados de Dios su blanco principal para probar ante el universo que Dios es injusto, arbitrario y prepotente. La lucha cósmica de voluntades