Prevención del delito y la violencia. Franz Vanderschueren

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Название Prevención del delito y la violencia
Автор произведения Franz Vanderschueren
Жанр Социология
Серия
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9789563572926



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la aplicación de criterios de ejecución validados, aquellos que hacen que las intervenciones funcionen, más que en la replicación irreflexiva.

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      Capítulo III

      Neurociencias y delito:

      implicancias para la prevención y predicción de la conducta criminal

      Teresa Parrao Díaz

      Introducción

      La neurociencia es la disciplina científica que se focaliza en el estudio de las bases biológicas de la cognición y la conducta, que comenzó su desarrollo hace más de cien años con científicos tratando de entender cómo el cerebro permite que los seres humanos seamos capaces de percibir, pensar, comportarnos y hacer todo aquello que nos hace humanos. El desarrollo de la tecnología llevada a cabo durante los últimos 30 años ha revolucionado la forma en que entendemos y explicamos la conducta. Con la aparición de métodos de neuroimagen, que van desde el scanner cerebral a la resonancia nuclear magnética, el cerebro humano en sí mismo puede ser estudiado. Así, el cerebro humano pasó a ser el centro de estudio, y temas que se habían mantenido “ocultos” de ser estudiados, comenzaron a ser analizados. Hoy conocemos las bases neurobiológicas de temas tan complejos como las intenciones, la moral, las preferencias, e incluso la conciencia. En este capítulo abordaré la evidencia que ha permitido conocer las bases neurobiológicas de la conducta y el impacto que ha tenido en la comprensión de conducta transgresora y delictiva, y en las implicancias que significan para la sociedad.

      Conceptos centrales

      El cerebro humano es el órgano que nos permite relacionarnos con el mundo que nos rodea, en tanto nos permite “sensar” los estímulos que vienen de nuestros medios externos e internos, y así construir una percepción de la realidad. Para entender su organización actual tenemos que remontarnos a millones de años atrás, ya que la evolución filogenética (el desarrollo evolutivo de la especie), permitió la aparición y desarrollo de sistemas de mayor complejidad para interactuar eficientemente con nuestro entorno. Así entonces, según propuso Paul MacLean en los años de la década de 1950 (MacLean 1990), es posible distinguir tres niveles básicos del funcionamiento del cerebro humano (Fig. 1).

      Figura 1:

      Esquema presentado por Paul Mac Lean para representar las tres estructuras cerebrales. En MacLean, P. The Triune Brain in Evolution: Role in Paleo cerebral function. Plenum, New York, 1990.

      El primer nivel y más primitivo corresponde al cerebro reptiliano, que está compuesto por estructuras cerebrales que intervienen en el control de funciones de autorregulación automáticas, como, por ejemplo, la respiración. El segundo nivel es el cerebro límbico o paleomamífero, que contiene estructuras fundamentales para la regulación de las emociones y el aprendizaje. Finalmente, el tercer nivel es el denominado neomamífero o neocorteza, que sería el hito evolutivo más reciente, y justamente una de las estructuras cerebrales centrales para comprender la conducta humana y sus manifestaciones, ya que en ella se encuentran centros críticos para el pensamiento, para los procesos cognitivos complejos y para la regulación de la conducta.

      La corteza cerebral, a su vez, se subdivide en dos hemisferios y cuatro lóbulos cerebrales (lóbulos frontales, temporales, parietales y occipitales). Si bien el cerebro funciona como un sistema global, se ha descrito que los lóbulos cerebrales participan de manera definida en distintas funciones. En particular, los lóbulos frontales tienen un lugar de relevancia a la hora de comprender la conducta humana, ya que esta zona del cerebro sería la responsable de nuestra capacidad de razonar, tomar decisiones, medir las consecuencias de nuestros actos, tolerar la frustración y en particular, de la regulación de la conducta en el contexto de violencia, agresión, competencia o colaboración.

      Una de las características más distintivas del lóbulo frontal es el modo en el que evoluciona, ya que su formación continua después del nacimiento, por lo que es la última parte de nuestro cerebro en desarrollarse, proceso que culmina alrededor de los 25 años de edad. Interesantemente, eso significa que al ser la última zona del cerebro que se desarrolla, se convierte en el