Название | La ciudad en el imaginario venezolano |
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Автор произведения | Arturo Almandoz Marte |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788412337129 |
11. Entre la generación de izquierda posterior a MOS y Tapia, a Rangel y Bermúdez, crecida ya con la Revolución cubana y coetánea del Mayo francés, los resentimientos y rescoldos subversivos causados por la exclusión comunista del establecimiento de Puntofijo inflaman la trama de Inventando los días (1979). Allí varios personajes militan en brigadas que planean asaltos a exposiciones de pintura francesa en el Museo de Bellas Artes, así como otros operativos para desestabilizar los gobiernos adecos que parecen eternizados en el poder. Conservando algo de la bohemia de sus antecesores de Historias de la calle Lincoln (1971), estos nuevos personajes de Carlos Noguera, siempre rebeldes e intelectuales, parecen ahora más condicionados por las rutinas de la metrópoli expandida; recorren la avenida Nueva Granada y Los Rosales hasta Los Chaguaramos y Bello Monte, como espejando las zonas frecuentadas por el autor cuando llegara a Caracas en los sesenta.[132] Destaca el personaje de Antonio, otrora estudiante de la UCV y miembro de una brigada subversiva dependiente del MIR, camuflado como chofer de un taxi en el que se desplaza diariamente entre Caracas y Guatire; éste ya no aparece en la trama, por cierto, como el pueblo mirandino donde había nacido Rómulo Betancourt o Vicente Emilio Sojo, sino captado como una suerte de ciudad satélite, «a un saltico» de la capital.[133]
También personajes otrora subversivos y bohemios atraviesan episodios de La noche llama a la noche (1985), de Victoria de Stefano, donde Matías parece prolongar su rebeldía con el secuestro y demás acciones desesperadas, durante la zozobra del insomnio; otros, como Ramón, se refugian en un París frío y desencantado, donde alegóricamene «las palomas morían congeladas en las torres de las iglesias», sin el calor de los soles que, como la juventud y los ideales, «se habían ido para siempre».[134] Acaso como la propia autora, otros personajes terminan hallando, por contraste con la huidiza inspiración nocturna, la calma y la plenitud en la escritura ambientada en la ciudad mañanera.
Encontraba las horas de la noche más propicias para captar el espectro de escenas vivas. Pero, con los años, esto ha cambiado. Le he ido tomando el gusto al trabajo tempranero, a las habitaciones claras y aireadas, a los retazos de paisaje que pueden verse desde aquí: de frente, la montaña; a la izquierda y en línea recta, la cúpula de una iglesia y una palmera, altísima y solitaria, lo que le da a la vista un aire de minarete; a la derecha, un jardín agreste y enmarañado, una hilera de pequeños edificios con balcones floridos y azoteas con grandes antenas.[135]
En el «viscoso universo» a través del cual solo pueden moverse empujados por la poderosa «máquina narrativa» de la novela, al decir de Sergio Chejfec en el prólogo, los personajes de La noche llama a la noche representan –como también lo anticipan los de Inventando los días– la desengañada clausura de ciertas «modalidades políticas sin que éstas hubiesen obtenido nada sustancial a cambio de su extinción».[136] Mientras tales modalidades postergaban su protesta, su subversión y disidencia, permaneciendo latentes hasta el fin de siglo que se avecinaba, se resquebrajaba la estabilidad aparente de la Venezuela saudita, donde podía olerse la descomposición producida por el consumismo, la corrupción y el derroche. Muestras de ello son la extranjerización alienada de los personajes de MOS y de José León Tapia, diagnosticada en términos económicos y sociales en los ensayos de Domingo Alberto Rangel y Manuel Bermúdez. Todos proveen claves para entender la picaresca viajera del mayamero y el «tabarato» venezolanos, a ser continuada por la narrativa y la crónica.[137]
De ascensores y ascensos
Piso 64.
Deje que le abra la puerta del carro, señor don, señor don diputado…
LUIS BRITTO GARCÍA, Abrapalabra (1979)
12. LA DENUNCIA NOVELADA del establecimiento bipartidista y dispendioso, potenciada por la picaresca Venezuela saudita en descomposición, adquirió textura y resonancia inusitadas en la narrativa de Luis Britto García. Con mucho del vocabulario de la burocracia y su literatura gris de memorandos y convocatorias, en informes y sentencias reminiscentes de su formación de abogado, el autor de Rajatabla (1970) plasmó una nueva sustancia lingüística, renovadora de una narrativa trocada en miríada de formas textuales, pero que sobre todo resultaba corrosiva para una supuesta democracia con cuyos padres el autor no tenía deudas ni compromisos. Desde la «dirección de Compatibilidad» que parodia la imposible integración burocrática, en medio de la atomización y compartimentación ministerial,[138] hasta las diferentes podredumbres anidadas en los recovecos de los Poderes, en los textos de Rajatabla aparece asimismo la ciudad masificada y sus malestares públicos:
... pueblo acude al Palacio Legislativo donde una casi sólida peste emana de las graciosas cúpulas de los patios espaciosos de los locales de sesiones somnolientos, huida de vecinos, declárase estado de emergencia en papel putrescible que también entra en emergencia produciendo vergonzosa huida de mariscales de campo, y al final de todos los orificios de las públicas edificaciones mana hacia el exterior, e inacabablemente, una espesa miel fermentante, una irisada jalea desbordante de vapores malignos, en la cual confusamente sobrenadan palilleros, sacapuntas y Ministros.[139]
Recordando las apocopadas construcciones lingüísticas de los noticieros radiales y reportajes periodísticos, cuyos titulares tremendistas se cruzan con los formatos de la literatura oficinesca y ministerial, asoman después en Abrapalabra (1979) las mostrencas instituciones emblemáticas del Estado hipertrofiado e ineficiente, como la Oficina del Inventor de Requisitos y el Seguro Social.[140] Suerte de gran manual administrativo, el mosaico de procedimientos literarios de Britto García se pone en esta suma al servicio no ya de la «violencia verbal» –que no ideológica, a la manera de Los fugitivos (1964)– sino de escandalizar al establecimiento burgués y político, a través de un catálogo de motivos grises: «el ataque a la rutina, a la alienación de la clase media, a la autoridad consagrada, a la imbecilidad solemne»; todo lo cual permite al polígrafo, como señalara Orlando Araujo, recrear las acartonadas jergas burocrática y jurídica de las oficinas y los bufetes, al tiempo que las informales de los buhoneros y estudiantes.[141]
También está en Abrapalabra el lenguaje de negligencia y corrupción en la administración pública y los contratistas, con ecos del perezjimenismo mediante inserciones de una jerga italianizada:
Come esclavos lavoramo perché il Presidente Generale Architettonico queria fare la gran inaugurazione de las Obras Publicas. Pero pasa a dominar Laberinto. Duplicamos los turnos para construir el Hipercicloide colossale que debia ser inaugurato per il Generale para celebrar el aniversario del suo governo.[142]
Y no es casual que esa jerigonza venga incrustada en pasajes hípicos de «segunda carrera válida para el 5 y 6», no solo por estar este pasatiempo asociado a la masificada Venezuela petrolera, sino también porque, como en la Roma y la Bizancio del Bajo Imperio, el entretenimiento estaba teñido de sangre en la Caracas modernista: «Nella cittá, mirándome, mirándote, mirándonos, los muertos della bella citá splendorosa costruita colle mie mani fraturatte».[143]
Como en la oralidad de las tardes de carrera de sábado y domingo, transmitidas por radio y televisión a todo el país, es penetrada también la textualidad de Abrapalabra por el argot y los albures de uno de los juegos más populares entre las masas venezolanas. Por estar asimismo su autor atento a las jergas populares y la picaresca nacional, en la novela homónima de Eduardo Liendo, el mago de la cara de vidrio le dice a Ceferino: «No lo olvides..., el 5 y 6 es el único juego que inventaron los vivos para que los pendejos como tú se emparejen… Es tan fácil ganar al 5 y 6».[144] Era una filosofía arribista que resumía el afán de ascenso y riqueza fácil en la Venezuela saudita, incorporados por el novelista a la programación traída al hogar venezolano por el huésped infaltable. Y por ello a la postre, tras asumir en serio el estudio de las «formas lúdicas» de las carreras, el concienzudo maestro Ceferino, protagonista de la novela de Liendo, comenzó a «emplear el sagrado tiempo que siempre había dedicado a la corrección de los deberes» de sus alumnos, «en el estudio y meditación de la Receta Hípica».[145]
13. Acaso con más penetración que en los estudios publicados desde los setenta sobre las deficiencias