Luces y sombras de una mentalidad ganadora. Sergio Montoya

Читать онлайн.
Название Luces y sombras de una mentalidad ganadora
Автор произведения Sergio Montoya
Жанр Сделай Сам
Серия
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9788412332056



Скачать книгу

del conocimiento, ganar para un líder espiritual seguramente será diferente de un psicólogo o coach especialista en habilidades directivas. De hecho, muchas acciones que para algunos, en estos ámbitos del conocimiento serían ganar, para otros puede ser perder.

      Una persona que haciendo uso de maniobras poco éticas gana una negociación, difícilmente será visto igual por el líder espiritual.

      Aunque habitualmente los “gurús” de la Mentalidad Ganadora sugieren que para desarrollarla es necesario pensar en grande, esto no es una relación unívoca ya que en muchas ocasiones pensar en grande provoca precisamente una situación perdedora. Siguiendo la recomendación de pensar en grande algunas personas se pueden embarcar en proyectos para los cuales no se tienen ni los conocimientos, ni los recursos personales lo que puede llevar al proyecto con bastante probabilidad al fracaso, con el añadido de que el golpe puede ser tan grande que deje a la persona sin ganas de volver a intentarlo. Y si bien pensar en grande no significa necesariamente que sea consecuencia de una Mentalidad Ganadora, lo que si se parece a una mentalidad perdedora es dejar de intentar luchar por nuestros sueños.

      Es importante mencionar aquí que ya la teoría de los juegos ha reconocido las posibles divergencias en lo que supone ganar si no tenemos en cuenta el tipo de juego que jugamos.

      La teoría de los juegos plantea que hay dos tipos de juego: Los juegos cuyo resultado es cero y los juegos cuyo resultado es diferente de cero.

      La teoría de Juegos es bastante compleja y está apoyada en matemáticas que no son fáciles de entender, así que a riesgo de simplificarlo diré que se hizo más formal a partir de los trabajos de John von Neumann y Oskar Morgenstern en las épocas de la guerra fría y aunque tuvo una especial importancia en el área militar, su origen era específico del área de la Matemática aplicada, aunque luego sus implicaciones se hicieron evidentes en diversas disciplinas.

      Para resumir la parte que nos interesa en este libro señalaré que hay dos tipos de juego:

       Juego de Suma Cero (o Sumas a Cero)

       Juego de Suma diferente de cero.

      Los juegos de Suma Cero se refieren a que en un conflicto o una situación con dos partes enfrentadas la ganancia de una de las partes equivale a la pérdida de la otra parte. Se llama cero (o a cero) porque la suma (y la resta) de ganancias y pérdidas de ese conflicto da cero. Los ejemplos clásicos son los juegos deportivos o de apuestas. Hay ganadores y perdedores y la suma del resultado equivale a cero. Para entender esto, debes mirarlo por la suma (resta) de las cantidades perdidas, no por el marcador. Si un partido acaba 2-0, obviamente, la sumatoria no es cero. Pero no se trata del marcador. Se trata del resultado individual de la contienda mirado en relación. Esto quiere decir, en Teoría de Juegos, que si un partido acaba 2-0, un equipo ha sacado +2 y el otro equipo ha sacado -2.

      Pero a partir de esta situación se encontró que también existían los juegos cuya suma de pérdidas y ganancias era diferente de cero. Se trata de modelos cooperativos principalmente donde no se puede establecer que la ganancia de una de las partes corresponde exactamente a la misma magnitud de pérdida de la otra parte. El debate no ha dejado de estar de moda, porque por ejemplo en una guerra, el bando ganador podría alardear de la derrota infringida, desde otros ámbitos del conocimiento y del avance social y de los derechos humanos en una guerra “pierden todos”.

      De estas teorías se han sacado modelos de negociación donde se identifican por lo menos 4 posibilidades: 1) el modelo “yo gano, tu pierdes”; 2) el modelo “yo pierdo, tú ganas”; 3) el modelo “yo pierdo, tu pierdes”; y 4) el modelo “yo gano, tú ganas”.

      Para poder desarrollar una Mentalidad Ganadora, y una vez conocidas algunas de sus posibles interpretaciones debemos hacernos a nosotros mismos la pregunta ¿qué significa ganar?

      Hazte la pregunta: ¿Qué significa para ti ganar?

      Una persona que vive en la calle puede sentirse un ganador sólo por el hecho de subsistir un día más; muchos “triunfadores” del mundo de los negocios, difícilmente verán a este hombre como un ganador. Sin embargo, es posible que la situación contraria también se dé, que una persona “perdedora” considere que ese ejecutivo exitoso, esclavizado por los márgenes de rendimiento y las cuotas de venta a cumplir, viva “encadenado”, estresado, angustiado y al no poder disfrutar de la vida sea considerado también un “perdedor”.

      Un padre o una madre, que es capaz de sacar adelante a su familia a pesar de las dificultades, puede sentirse un ganador, pero muchos solteros ven en este proyecto social de vida, una forma de esclavitud o encarcelamiento, no lo verán de esta manera.

      Para desarrollar una Mentalidad Ganadora es imprescindible entender por un lado que nuestra mente es capaz de grandes ideas, que esas ideas con las acciones estratégicas necesarias se convierten en realidades que hacen una diferencia y por el otro definir qué queremos entender por ganar.

      Por supuesto, no quiero pecar de ingenuo y reconozco que el ser un “ganador” está asociado a la capacidad de generar, retener y multiplicar el dinero y con éste, las posibilidades de una mejor calidad de vida.

      Lo que no está del todo claro es en qué dirección se consigue dicha alianza:

      ¿Eres un ganador en determinada área y eso te trae el dinero como una consecuencia más o menos lógica; o el hecho de tener talento para hacer dinero te hace ya un ganador o te da la base de inversión necesaria para convertirte en un ganador?

      Por supuesto, pueden ser estas dos u otras combinaciones.

      Los medios de comunicación nos muestran personas con aparentes o evidentes cualidades especiales que los hacen unos “ganadores”. Pero como ese es el objetivo de este capítulo tengo que relativizar esta evidencia.

      ¿Es ya ganadora una persona por el hecho de aparecer en televisión?

      Por supuesto que no, aunque muchos de los que salen sí se puedan sentir así. No importa si el motivo es un chisme por una infidelidad o por estar acusados de un delito. Curiosamente, al parecer, salir en TV, te puede ayudar a que te sientas un triunfador ya que esa “fama” puede servir de trampolín para determinadas oportunidades.

      Está claro que para muchas personas hacerse popular por cualquier vía puede dar una sensación de triunfo.

      No puedo ignorar el gran “éxito” de audiencia (y por tanto de publicidad y por tanto de dinero) que ha tenido el formato televisivo “Big Brother”, Gran Hermano y sus variaciones. Ahora, si analizamos los valores humanos y las tácticas de relación que utilizan esos programas, ya sean reales o solo por alimentar el morbo de las personas que los ven, difícilmente podríamos colocar a estas personas (o al programa mismo) en el bando de los ganadores.

      Desde el punto de vista psicológico, ser el centro de atención puede reportar sensaciones agradables, aunque sean conseguidas por razones poco válidas, sensibles o lícitas.

      Una reflexión paralela a ésta tiene que ver con si ser ganador es igual a “ser popular” (en el sentido de los “Colleges” que muestran en las películas de Hollywood y la bidireccionalidad de estos fenómenos es también objeto de cuestionamiento:

      ¿Eres popular porque eres un ganador?

      ¿Eres ganador por el hecho de ser popular?

      Como acabo de señalar, estoy hablando, entre otras cosas, del fenómeno social de las últimas décadas de las personas que se hacen famosas por ser famosas. No por algún mérito o hazaña especial sino simplemente por haber salido en televisión. Los conocidos “reality” son la causa de ella, donde una persona puede alcanzar la fama por mostrar ante las cámaras sus peores cualidades humanas. Luego sale del programa y es ovacionado por un público “forzado”, que nos hace sentir que estamos aplaudiendo a una persona muy importante cuando en realidad puede ser una persona déspota, desleal e incluso hasta maltratadora.

      Otra