El genocidio silenciado. Súlim Granovsky

Читать онлайн.
Название El genocidio silenciado
Автор произведения Súlim Granovsky
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789507547140



Скачать книгу

a la dependencia financiera europea, y como ocurría y ocurre contemporáneamente, los centros financieros ejercieron el control y la administración de los recursos prestados.

      La centralización administrativa y cierto nivel de liberalización para las personas (derechos ciudadanos, más libertades, igualar los derechos de los musulmanes y los no-musulmanes) implicaron una profundización de la reforma.

      Toda reforma genera oponentes y sectores que dudan de sus resultados si no se profundizan con acompañamiento popular. Jóvenes identificados como los nuevos otomanos aparecieron en escena para reclamar más reformas, incluida una Constitución promulgada en 1876 pero anulada dos años más tarde. Como ya se dijo anteriormente, el germen había prendido: revolucionarios conocidos como los Jóvenes Turcos provocaron en 1908 una revolución que derribó al gobierno totalitario de Abdul Hamid II.

      Abdul Hamid II no pasa a la historia por su linaje de hijo y hermano de sultanes. Pasa en gran medida por su comprobada ineficiencia como gobernante. Ingresa a la historia porque con él se inicia el colapso del Imperio turco-otomano y comienza la Cuestión Armenia. Las masacres de Abdul Hamid II, el Sultán Rojo, de 1894-1896 costaron la vida a más de 300.000 armenios en el Imperio turco-otomano. Esas masacres preanunciaron el genocidio. Por su autoritarismo, el Sultán desconoció principios elementales de igualdad y respeto a las minorías étnicas que había incorporado la primera Constitución turca de 1876. Como secuela de la guerra ruso-turca, inmigraron caucasianos y tártaros, que se sumaron a la minoría kurda para despojar de sus bienes a los cristianos y matarlos impunemente con tolerancia legal. En medio de semejante escenario, llega de Tiflis un iluminismo armenio, culto, que estimula la formación de agrupaciones políticas revolucionarias, como se leerá más adelante.

      Abdul Hamid II marcó el principio del fin del Imperio turco-otomano, como también el principio de lo que ha dado en llamarse la Cuestión Armenia. Caído Abdul en el golpe militar de 1908, se restauró la Constitución. Los revolucionarios unieron sus fuerzas al grupo opositor Comité de Unión y Progreso (CUP), que ese año tomó el control del Imperio e introdujo reformas radicales.

      4.3. DECLINACIÓN DEL IMPERIO

      La cuestión planteada en el último siglo de existencia del Imperio era cómo lograr que la modernización fuese satisfactoria para el no-musulmán y que el sistema político se mantuviese unido. Fue imposible, porque algunos pueblos sojuzgados alcanzaron su autonomía (Grecia, Serbia, Rumania, Montenegro, Bulgaria, Moldavia) para liberarse de la opresión de los turcos. A las pérdidas se agregaron, en tiempos diferentes, Macedonia, Albania, Tracia, Argelia, Túnez, Egipto, Italia y Libia. Los turcos conservaron las provincias asiáticas e incrementaron su influencia en Arabia.

      La Primera Guerra Mundial precipitó la extinción del Imperio. La derrota de la Alemania aliada arrastró a la caída a los otomanos y la situación se agravó por la intervención de Rusia.

      Las ofensivas británicas en Irak y Siria aceleraron la declinación del Imperio y después de la firma del Armisticio de Mudros en 1918 sólo les quedaba Anatolia. Por el Tratado de Sèvres, en 1920 el Imperio tuvo que devolver las provincias árabes y armenias.

      Mustafá Kemal lideró un movimiento armado que derrotó y expulsó a los griegos de Anatolia y del este de Tracia e invadió Armenia oriental. En 1922 se abolió la dinastía otomana; cayó un sistema político de 600 años, que fue sustituido por la República de Turquía.

      4.4. INFLUENCIA DEL ULTRANACIONALISMO24

      El ultranacionalismo está presente en la evolución del Imperio turco-otomano. Primero, porque dio lugar a lo largo del siglo XIX a la independencia de Grecia, Serbia, Rumania y Bulgaria (independiente de facto desde 1878, aunque no de jure) y a la pérdida de Bosnia-Herzegovina (1878), Túnez (1881), Egipto (1882) e importantes territorios en el Cáucaso y en los Balcanes. Segundo, porque la permanente crisis política, militar y financiera del Imperio —el “enfermo de Europa”, como lo llamó el zar Nicolás I— provocó la aparición a partir de 1860 de un nacionalismo turco occidentalista, liberal y reformista, que veía en la creación de un Estado unificado, secular, constitucional y centralista, de un Estado nacional moderno, la única posibilidad de salvación y reconstrucción del Imperio turco.

      El intento reformador de Midhat Pashá de 1876-77 —cristalizado en la Constitución de 1876, que proclamó la indivisibilidad del Imperio e introdujo las libertades individuales y el régimen parlamentario— resultó fallido. El sultán Abdul Hamid II restableció el poder absoluto aunque, alertado por los acontecimientos, en un gesto nacionalista impulsó la “turquificación” del Imperio e incluso inició una tímida modernización centrada en la construcción de ferrocarriles.

      Pero el descrédito y la debilitación continuaron. La sublevación probúlgara en la Rumelia oriental provocó la guerra serbio-búlgara de noviembre de 1885 y una nueva crisis oriental de la que salió reforzado el nacionalismo búlgaro. La autodefensa armenia de 1895-1896, durísimamente reprimida por los turcos, conmovió a la opinión mundial. A partir de mediados de los años noventa proliferaron acciones antiturcas en Macedonia provocadas por las distintas facciones nacionalistas (probúlgaras, proserbias y progriegas). En consecuencia, Rusia y Austria impusieron a Turquía, en 1903, la creación de una gendarmería mixta musulmán-cristiana para la región, con oficiales extranjeros a su frente. El levantamiento progriego en Creta de mayo de 1896 dio lugar a una guerra greco-turca al año siguiente: el descrédito que provocó hizo resurgir el nacionalismo reformista y constitucional turco.

      El Movimiento de los Jóvenes Turcos —en el que militaban, sobre todo, exiliados, estudiantes revolucionarios, masones y jóvenes militares nacionalistas—, heredero del espíritu y las ideas del 76, renació a partir de 1896. En 1907 se constituyó en Salónica el Comité para la Unión y el Progreso (CUP) (en turco Ittihad ve Terakki Cemiyeti), organización clandestina que aglutinaba a los distintos grupos de la oposición al Sultán y que incluía representantes de las minorías no turcas. En julio de 1908, ante los rumores de que Rusia y Gran Bretaña planeaban el reparto de Turquía, oficiales del ejército estacionado en Salónica, vinculados al Comité, se sublevaron y el 24 impusieron a Abdul Hamid la restauración de la Constitución de 1876. Volveremos sobre el papel jugado finalmente por los Jóvenes Turcos en el exterminio armenio.

      Los hechos de 1908 (y sus secuelas) evidenciaron el potencial transformador y a la vez desestabilizador del nacionalismo. Como se acaba de ver, el nacionalismo de los jóvenes oficiales turcos provocó un cambio revolucionario en el Imperio turco-otomano. Como respuesta, Bulgaria proclamó de inmediato —el 5 de octubre— la independencia; y Austria-Hungría, la anexión de Bosnia-Herzegovina. Ésta, a su vez, provocó preocupación en Rusia, irritación en Serbia e indignación y tensión en el interior de la propia provincia anexada: los grupos clandestinos más radicales del nacionalismo proserbio, como el Movimiento de los Jóvenes Bosnios o La Mano Negra, recurrieron desde entonces con frecuencia creciente a la violencia y al terrorismo. La revolución turca de 1908 estuvo muy lejos de resolver los problemas de la unidad del Imperio y de su organización territorial. Las diferencias entre las nacionalidades no-turcas y el nacionalismo de los militares turcos se hicieron evidentes desde que se reunió el Parlamento en diciembre de aquel año.

      4.5. RESISTENCIAS DE LAS NACIONES SOMETIDAS25

      A partir de 1909 surge la resistencia de las naciones sometidas (Armenia, Albania, Kurdistán, la Siria cristiana e incluso en Yemen). Los Jóvenes Turcos —que en abril de 1909 habían aplastado un intento de golpe de Estado de militares reaccionarios partidarios de Abdul Hamid, que sería depuesto por ellos— fueron abandonando los ideales de 1908 y se refugiaron en políticas cada vez más abiertamente racistas. En efecto, entre septiembre de 1911 y agosto de 1913 Turquía fue tres veces a la guerra: en 1911, contra Italia, que le había reclamado Libia; en octubre-diciembre de 1912 y febrero-mayo de 1913, contra Bulgaria, Serbia, Grecia y Montenegro, que habían exigido reformas en Macedonia; en junio de 1913, contra Bulgaria, esta vez en alianza con rumanos, griegos