Voces existenciales en América Latina. Alberto de Castro Correa

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Название Voces existenciales en América Latina
Автор произведения Alberto de Castro Correa
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789587892703



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profesional.

      Lozano (2004) afirma se debe intentar alcanzar un conocimiento lo más claro y preciso del Ser, pasar, según Heidegger, de “lo existentivo u óntico a lo existencial u ontológico”. Traduciendo este avanzar al aula de clase, la función del profesor sería aclarar esa comprensión vaga que poseen los alumnos sobre lo qué es ser profesional de la psicología clínica, ser ético, ser responsable en el contacto con el paciente, etc. Para esto utilizo la estrategia de procurar que los alumnos generen sus conceptos sobre personalidad; antes de revisar cualquier teoría los acompaño en esta redacción individual. Al finalizar el semestre, les pido redacten su definición de ser humano y realicen una revisión crítica de la relación que existe entre las dos definiciones que han construido hasta ahora. ¿A qué teoría psicológica se acerca? ¿Qué conceptos de los revisados en clase utiliza?

      Este ejercicio resulta muy interesante, pues varios alumnos no logran identificar por sí solos la postura a la que está alineada su definición, así que se realiza un análisis colectivo en el que todos podemos compartir y reconocer lo variado y profundo que puede resultar hablar del ser humano. Para no dejar en el aire este aspecto, que considero sumamente relevante para allanar el camino de definir un posicionamiento teórico, quiero compartir con ustedes el escrito de una alumna que me pareció muy interesante, debido a que conlleva mucho de la visión andina del ser humano y de la vida:

      Para mí el ser humano es energía en constante movimiento y lucha por no perder un lugar en el espacio, que se vuelve más fuerte e intensa con cada momento de aprendizaje, con cada sensación, emoción y sentimientos positivos, pero así mismo se apaga o se extingue a causa de derrotas, situaciones no superadas e incluso la muerte. Además, se puede decir que es un conjunto de características auténticas e irremplazables, la suma de todos sus miedos, experiencias pasadas y presentes, expresadas en su proceder, en su sentir, en su estilo de vida, la forma como resuelve sus conflictos y se relaciona con otros seres.

      El ser humano es la parte física de un todo, de un universo cosmogónico que tiene contacto y relación con los demás seres vivos de este planeta. Se conjugaría como ente canalizador de energía de lo espiritual y lo físico. Transmisor y vasija de grandes conocimientos. Visto desde la cosmovisión andina, y es una definición que me encanta, pues es parte de mi historia, de mi esencia; ser humano es respetar la vida, la naturaleza; tener un contacto mucho más grande y sagrado con nuestro entorno. La mayoría de gente entiende Ser Humano como una sola palabra, pero es necesario entender que en el mundo muchos solo son HUMANOS y la palabra SER tiene gran connotación e importancia, pues representa un gran paso para el respeto y amor hacia uno mismo; el humano es frío [sic], es solo cuerpo y mente, mas no espíritu y sabiduría.

      Nuestros abuelos andinos consideran al RUNA (SER HUMANO) como un ser de luz y gran sabiduría.

      YANAY KILLARY – Verónica Terán T.

      Generalmente, siendo honestos, muy pocas veces el psicólogo clínico en formación dedica un tiempo a pensar en estas definiciones, a cuestionarse sobre cómo entiende a las personas con las que va a trabajar el resto de su vida, qué es lo que cree que define a una persona y qué hará como psicólogo en su ejercicio profesional. La mayor parte del tiempo de formación, los alumnos se centran en tratar de adquirir gran cantidad de conocimientos, conceptos, técnicas terapéuticas, estrategias para diagnosticar e interpretar, pero no se detienen a preguntar ¿para qué?, ¿cómo lo voy a utilizar con las personas con las que trabaje? Independientemente de cuál sea su respuesta, seguramente guiará a una revisión más profunda sobre qué posicionamiento teórico tomar, ya que existen tantas y variadas formas de entender y explicar al ser humano y deberá decidirse por una.

      Como bien lo dice Lozano (2004), “no se trata de permanecer en la inactividad o en la contemplación, sino que se trata de vivir trazando posibilidades, asumiendo riesgos, existiendo” (p. 200). En la formación de pregrado no se trata de que el estudiante sea un receptáculo de información y teorías; al contrario, como un ser-en-el-mundo, para existir propiamente debe tener la posibilidad de utilizar los entes que le rodean, las teorías, estrategias, metodologías, etc., para con ellos trazar sus metas y posibilidades que tratará de cumplir; solo ahí el estudiante de psicología estará formándose verdaderamente como un psicólogo.

      En este punto pasamos al tercer cuestionamiento: ¿Por qué limitarse a una sola teoría cuando existen tantas y todas son interesantes?, ¿por qué si el ser humano es tan diverso debemos los psicólogos limitarnos a una sola teoría? Este cuestionamiento es el más reiterativo que he escuchado en mis alumnos, incluso cuando analizamos las entrevistas realizadas a profesionales psicólogos clínicos en ejercicio y que hacen terapia. El argumento que utilizan para justificar que no tienen una postura teórica es justamente que las demandas de los pacientes en consulta son tan variadas, que conocer de diferentes corrientes y no tener una, le concede al psicólogo la posibilidad de atender toda esa diversidad y no limitarse en la atención psicológica que puede dar.

      Esto significa que si un paciente necesita una intervención conductual, el psicólogo lo podrá atender porque conoce de técnicas conductuales; si otro paciente tiene una crisis existencial, entonces lo tratará desde los fundamentos del existencialismo que conozca; el siguiente paciente tiene una demanda basada en sus ideas irracionales, entonces se trabajará desde la visión cognitivo–conductual, y así sucesivamente. Mirando de manera superficial esta afirmación podría resultar muy convincente, pues el psicólogo conoce de todas las teorías y sus diferentes técnicas las puede utilizar con los pacientes según lo necesiten. Este conocimiento garantizará su trabajo, ya que no tendría que remitir ningún caso por no poder abordarlo y tendría todas las respuestas para las necesidades de sus pacientes.

      Sin embargo, para mí, esta afirmación lo único que evidencia es el desconocimiento de lo que significa un posicionamiento teórico. Una cosa es conocer los conceptos y técnicas que utiliza una corriente o postura teórica y otra muy distinta es entender los fundamentos teóricos y filosóficos que sustentan esas técnicas y conceptos de la teoría. En este contexto, quedarse solamente con las técnicas o conceptos que sirven de una teoría o de otra, para acoplarlos a los diferentes pacientes, no hace más que poner en práctica el concepto de caja de herramientas (Cervone y Pervin, 2009).

      En su libro sobre teorías de la personalidad Cervone utiliza esta metáfora refiriéndose a que el psicólogo que estudia las teorías de la personalidad incorpora a su bagaje de conocimientos diferentes conceptos y técnicas que considera útiles para su ejercicio profesional, sin necesidad de aceptar la visión teórica que los sustenta en su totalidad. Es literalmente una herramienta, un martillo o un destornillador, que se utiliza cuando existe un clavo o un tornillo con el que hay que trabajar. Obviamente, este concepto de caja de herramientas es muy útil en el sentido del conocimiento de técnicas y posibles explicaciones del conflicto del ser humano, pero no significa asumir un posicionamiento teórico. No se ubica bajo un paraguas epistemológico específico que guiará, no solo la técnica que utilice con el paciente, sino la forma de ver y entender a este paciente en su conjunto y la actividad como psicólogo clínico.

      Entonces llegamos al punto más importante, entender que asumir un posicionamiento teórico implica para el psicólogo clínico definir una filosofía de vida, por eso es tan complejo y profundo. Para el alumno de psicología clínica significa el asumir que según cómo entiende al ser humano en consulta también lo entenderá en el diario vivir. Se entiende a sí mismo y entiende su función en el mundo y en la vida de las otras personas, sean o no pacientes. Con esta amplia visión será mucho más fácil tomar alguna técnica de su caja de herramientas, porque la utilizará en función de su posicionamiento teórico, y ya no será un uso arbitrario, sino que el uso del concepto o de la técnica será con el fin de apoyar a ese ser humano para lograr un objetivo mayor que está determinado por la teoría que el profesional ha asumido como su posicionamiento teórico.

      Pongamos un ejemplo: tenemos un paciente masculino de 30 años de edad que llega a consulta porque ha perdido su trabajo hace seis meses y no ha logrado encontrar otra institución que lo admita para trabajar