Название | Maurice Nédoncelle: Una filosofía de la historia |
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Автор произведения | Pedro Antonio Benítez Mestre |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786079920135 |
1.3. El realismo superior
En una carta de 1965 dirigida a Crispino Valenziano se lee esta anotación de Nédoncelle: “Muchas veces Blondel ha reclamado para su método el apelativo de ‘realismo superior’, como hacen los agustinianos. Evidentemente también lo hago yo”.69 Blondel usa esta expresión literalmente en el título de su tesis secundaria defendida para la obtención del grado de doctor. También es utilizada por sus comentadores70 para explicar cómo el filósofo de Aix se oponía a un falso realismo. Este último es designado por Blondel mismo con diversos vocablos: desde realismo ingenuo (naïf) o ilusorio, hasta otros como pseudorrealismo físico, realismo equívoco o realismo primitivo.71 Sin ser vocablos técnicos, con ellos Blondel buscaba mostrar las insuficiencias de un conocimiento, al que llama ciencia positiva, que pretendía identificar las representaciones de las cosas que nos hacemos en la mente con las cosas mismas.
En la defensa de su tesis principal titulada La Acción, Maurice Blondel pretende refutar esa concepción de la filosofía que identifica lo real con el concepto.72 Para Blondel el verdadero problema de la filosofía es el sentido de la vida humana y por ende reputaba que el modelo de conocimiento científico de corte positivista de finales del siglo xix era insuficiente para responder a dicha pregunta. Si lo real es únicamente lo representable según las ciencias positivas, entonces ese realismo Blondel no lo acepta. Para Blondel esas representaciones sólo giran en torno al fenómeno o apariencia, pero no llegan a lo real como tal. De allí la necesidad de un acercamiento más amplio, al que bien se puede llamar “realismo superior”, para captar lo real.73
Como explica Nédoncelle la idea de un realismo superior le fue sugerida a Blondel a partir de sus lecturas sobre Leibniz. En este sentido recuerda que Blondel presentó en latín, como tesis secundaria de su doctorado en filosofía, un estudio sobre el Vinculum substantiale en Leibniz y como el mismo Blondel explicó en La Acción (1893), su tesis principal se esclarecía con su tesis sobre Leibniz.74 Blondel de hecho vio conveniente publicar en francés en 1930 esta última. Se trata empero de un texto totalmente revisado y podría decirse prácticamente nuevo basado en la correspondencia de Leibniz con su amigo jesuita Bartolomé Des Bosses.75 Este texto en francés lleva por título Un énigme historique: le ‘Vinculum substantiale’ d’après Leibniz et l’ébauche d’un réalisme supérieur.
Maurice Nédoncelle cree que la influencia de Leibniz sobre Blondel no se agota en algunos conceptos que este último haya tomado de aquel. Más bien habría que aceptar que Blondel acogió de Leibniz una impostación general en su modo de hacer filosofía. Una impostación o forma mentis que el mismo Blondel adoptó. Dice Nédoncelle que ambos, Leibniz y Blondel, “habrían querido que uno encontrara en cada una de sus frases el eco de todo su sistema”.76
Aquí la palabra “sistema” empleada por Nédoncelle se refiere al modo de hacer filosofía. Blondel tomará de Leibniz, tanto como Nédoncelle de Blondel, la idea según la cual hay dos modos de proceder en filosofía. Uno es queriendo demostrar todo, llamado acroamático, y otro omitiendo las demostraciones, llamado esotérico.77 Este último, sin embargo, se tiene en pie porque los postulados, con todo y ser indemostrables, permiten mantener coherentemente otros datos.
También Nédoncelle argumentará que muchas cosas en filosofía se toman de principios indemostrables y no por eso quedan descalificados. A fin de cuentas, todo filósofo ha de reconocer que parte de un dato indemostrable.78 Quizás el lector versado en La Acción de Blondel no se extrañaría de encontrar allí ecos de este proceder esotérico leibniziano. En todo caso ambos modos de hacer filosofía son aceptados por Leibniz tanto como por Blondel, y sería equivocado pensar que sólo se quedan con uno de ellos.
Ahora bien, al hablar del Vinculum substantiale Blondel será explícito en decir que Leibniz jamás lo imaginó como una tesis esotérica. La idea de Leibniz mil veces repetida era “reformar la noción misma de substancia y criticar radicalmente tanto el simplismo popular como el dualismo cartesiano”.79 Sin decirlo explícitamente, Maurice Nédoncelle hará suya también esta tarea de reproponer una noción de substancia menos ligada al concepto de res extensa y más identificada con el ser personal.
Leibniz corrige la idea cartesiana de una substancia entendida como res extensa. En realidad, lo que critica es la idea de una substancia como ser “múltiple y pasivo”, pues a su juicio lo que no es “actividad no es real”.80 De allí que, al decir de Blondel, Leibniz se opone a la idea de dos entidades (res extensa y res cogitans) que existen como dos cosas opuestas y falsamente hipostasiadas. Leibniz sustituye esta idea con la de un “realismo dinámico donde los seres son unidades de fuerza”81 llamadas mónadas.
De esta manera Leibniz habría evitado el dualismo cartesiano que no consigue explicar la relación entre la res extensa y la cogitans. Para Leibniz el ser vivo es ya una unidad (vinculum), a saber, la mónada, y no dos supuestas substancias unidas. La mónada es la forma substancial, pero “vivificada por sus puntos de vista científicos y análisis filosóficos”.82 Leibniz tendrá, sin embargo, que explicar cómo podrían influirse realmente entre sí las mónadas. Formuló la respuesta recurriendo artificialmente a una armonía preestablecida, y esta doctrina fue “a la larga su naufragio”.83
Sin duda Leibniz ha querido refutar el dualismo cartesiano. Sin embargo, Blondel piensa que Leibniz es injusto con Descartes al simplificar demasiado la idea de la res extensa. Descartes imaginó una explicación que permitiera salvar la brecha entre la res extensa y la cogitans. Así, entre el mundo de lo extenso y el del pensamiento postuló un “orden medio, relativo a la unión entre el cuerpo y el alma”.84 Por lo demás, apunta Blondel, el dualismo cartesiano es más una preocupación metodológica que una postura ontológica.
Salta a la vista la inquietud de Descartes por dar cuenta del ser personal, irreductible a la materia extensa o a la materia pensante. La misma preocupación se encuentra en Nédoncelle quien, sin embargo, no ve necesario colocar a la persona en un orden medio. La idea un tanto arbitraria de Descartes en torno al orden medio, colocada según Blondel entre sus doctrinas esotéricas, ha servido, sin embargo, tanto a Blondel como a Nédoncelle para evitar este tipo de soluciones insatisfactorias. Ni siquiera Descartes pretendió explicar los fenómenos vitales con sus solas teorías mecanicistas.
En todo caso Leibniz ha creído necesario formular una nueva explicación para dar cuenta de la forma substancial. El dualismo cartesiano, como él lo ha entendido, le resulta incomprensible y piensa que la solución está en la doctrina del vinculum. El vinculum es aquí principio de unidad. Si bien la unidad de la que se está hablando se refiere al mundo físico de la ciencia moderna, Blondel piensa que esta doctrina va mucho más allá.
Llegados a este punto uno podría preguntarse si no es forzar las cosas establecer un nexo entre la postura de Leibniz y la filosofía de Blondel. Nédoncelle se hace cargo de esta objeción cuando él mismo se pregunta si no existe mucho trecho entre la física y la metafísica de los siglos xvii y xviii y el método de inmanencia de Blondel. “¡Estoy persuadido de lo contrario! —respondía Nédoncelle—, pues el giro espiritual que Blondel ha apreciado en Leibniz es el mismo de Blondel”.85 Justamente en la doctrina del vinculum Blondel ha visto, no meramente una explicación de Leibniz para los fenómenos físicos, sino una concepción general sobre la unidad del saber filosófico.
En efecto, hacia el final de su tesis Maurice Blondel se pregunta por el valor de la doctrina del vinculum. Aunque formulada en el siglo xvii tiene todavía a comienzos del siglo xx un valor. Según Blondel uno no puede eliminar la hipótesis del vinculum so pena de quedarse con componentes aislados. Uno quedaría condenado a no ver en el mundo sino una máquina de piezas yuxtapuestas. Vale la pena citar las palabras de Blondel:
Eliminar [la hipótesis del vinculum], implica para nosotros quedarnos con elementos analíticamente cognoscibles y aislables, sería, en suma, condenarnos a no ver en el mundo sino un mecanismo (y esto sería ya conceder mucho, pues el movimiento mismo implica una síntesis que trasciende los puntos sucesivos o yuxtapuestos). Ahora bien, si