Название | Maurice Nédoncelle: Una filosofía de la historia |
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Автор произведения | Pedro Antonio Benítez Mestre |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786079920135 |
De semejante posición se desprende que para Siger de Brabante yo no soy un hombre que piensa (cogito), sino que más bien un intelecto común piensa (cogitat) en mí. La respuesta de Tomás, citada por Nédoncelle, dice así:
Estas palabras [se refiere a las de Aristóteles en el De Anima] han sido ocasión de que algunos, llevados a engaño, hayan sostenido que la potencia intelectiva existe separada del cuerpo, como una sustancia separada. Lo cual es absolutamente imposible. Es patente que este hombre piensa. Si alguno lo niega es claro que él mismo no ha entendido nada y por ende no merece ser escuchado.55
Se debe reparar en esta última frase donde el Aquinate estaría retirándole el habla al interlocutor que sostiene existir un único intelecto. Tomás no estaría retirando la palabra por un mero capricho retórico, sino como consecuencia estrictamente lógica. Nédoncelle ha visto con claridad el argumento lógico formulándolo de la siguiente manera: “Por un lado el averroísta dice: ‘el hombre individual considerado en cuanto tal no comprende verdaderamente’; del otro lado acompaña este enunciado de un juicio o razonamiento que conserva in petto: ‘yo soy un hombre individual y comprendo’; en consecuencia el hombre individual verdaderamente comprende”.56
La contradicción es patente y no admite componendas. Ahora bien, lo más relevante para el caso es mostrar cómo para afirmar que yo pienso debo al punto reconocer que existen otros pensantes, cada uno de ellos con sus propios pensamientos. Esta conciencia del ‘yo pienso’ (cogito) es para Nédoncelle el fruto del encuentro con otro que afirma pensar. En efecto, yo puedo decir que este hombre piensa y “soy yo quien lo dice al observar a otro, pero en cierta forma el otro también lo está diciendo, ya que se ha captado (a sus ojos y a los míos) que está pensando y sosteniendo una teoría inteligible”.57 Sólo a nivel de las palabras, o sea, de dientes para afuera, puede formularse la negación del pensante individual, mas al momento que el interlocutor abre la boca sus palabras “confirman lo que contiene toda palabra, a saber, la certeza de ser capaz de comprender”.58
En este punto Nédoncelle alude a la tesis de Humboldt, según la cual todo enunciado forzosamente implica un enunciante, por lo cual no queda sino reafirmar la existencia del hombre pensante individual justamente al momento en que éste es el interlocutor de quien niega que cada hombre es un pensante singular. Pero, además, como ha recordado Habermas, el mismo Wilhelm Humboldt, ya en el siglo xviii, había notado con perspicacia que todos los idiomas tienen pronombres personales, cuyo análisis es sintomático de la atestación del sujeto pensante.59
Con todo esto he querido explicar que para Nédoncelle la aparición del “yo” es tal cual la afirmación del “yo pienso”, pero que, a diferencia de Descartes, el “yo pienso” afirmado es demostrado por vía del diálogo con quien esto niega. Así, en efecto, es a nivel de la lógica usada entre los interlocutores que aparecen al punto los diferentes pensantes. En pocas palabras, Nédoncelle ha colocado como primera piedra de todo acto de pensamiento la afirmación de que cada hombre singular piensa. Ahora bien, esta afirmación conlleva inmediatamente la afirmación de que hay muchos hombres y cada uno piensa. ¿Cómo lo sé? Justamente ha sido el diálogo, el intercambio de palabras entre mi interlocutor y yo lo que me lleva, incluso cuando mi interlocutor estuviera justamente negando eso mismo que yo sostengo, a afirmar rotundamente que tú eres un pensante y yo otro.
Aquí la solidez del silogismo sirve de bisagra entre la lógica y la metafísica.60 A partir del razonamiento correcto Tomás de Aquino y Nédoncelle confirman la existencia del yo y el tú. Este razonamiento es un diálogo. Precisamente aquí es donde veo la asimilación del giro lingüístico en el personalismo filosófico. El binomio yo/tú no aparece como por ensalmo, sino que es tal cual la comprensión del lenguaje con todo su rigor lógico lo que conduce a la afirmación de los existentes pensantes.
Si se miran las cosas con atención puede verse el valor del análisis de Nédoncelle. Sirve al caso para valorar el argumento de nuestro autor recoger la crítica de Karl Otto Apel a Descartes y Husserl en torno al cogito. Ambos al insistir en la “evidencia apodíctica del ego cogito no se equivocaban, pero ignoraron completamente el hecho de que —incluso al pensar en solitario— ya estaban arguyendo, es decir, usando un lenguaje público y participando en un argumento discursivo”.61 Siguiendo esta línea de argumentación se debe estar de acuerdo con Habermas, quien hace notar cómo “el mismo pensamiento está acompañado por su propensión a la existencia social, el ser humano ansía […] incluso para realizar el más puro pensamiento un tú que responda a un yo; el concepto sólo alcanza a mostrar su precisión y certeza a través del reflejo que proviene de un pensamiento reflejo”.62
Nédoncelle, antes que Apel, no ha ignorado que el argumento es ya una dialéctica discursiva. La afirmación hic homo intelligit retomada por Nédoncelle implica, de hecho, que quien esto arguye está enfrascado en un argumento discursivo. Incluso si suprimo al interlocutor y “me pongo en su lugar para dialogar conmigo mismo se establece esta dialéctica”, pues sin lugar a dudas sigue existiendo “una dialéctica entre la percepción y la reflexión o entre la intuición y el razonamiento”.63 Según esto, el mismo santo Tomás no habría pensado que existe ninguna diferencia notable entre la argumentación con otro y mi propia reflexión.64
Nédoncelle ha subrayado que la argumentación tiene forma de silogismo y toda argumentación puede reconducirse a alguna forma de silogismo. Sin necesidad de hacer grandes elaboraciones lógicas se puede mostrar, sin embargo, que si un hombre comprende es por algo. Y de allí se deduce forzosamente la existencia de un hombre que comprende. Al respecto es llamativo el apóstrofe que Averroes hace a Alejandro de Afrodisia, quien decía que Aristóteles sólo había presentado al intelecto como una aptitud para recibir formas, pero una aptitud sin sujeto, “lo cual —apostrofa Averroes— es absurdo”.65 Ni siquiera Averroes, que no acepta individuos de carne y hueso, puede aceptar la interpretación de Alejandro de Afrodisia.
Como se ha podido apreciar, la argumentación de Nédoncelle emparenta con lo que se ha venido llamando el giro pragmático dentro del giro lingüístico. Desde luego, no pretendo aquí decir que Nédoncelle expuso todo lo relativo a este giro pragmático. En cambio, he querido sostener que el modo en que el giro lingüístico ha de ser tenido en cuenta por el personalismo es precisamente por el camino que ya Nédoncelle trazó, o sea, la afirmación según la cual el “yo pienso” aparece mientras dialogamos. Esto lo ha dicho Nédoncelle en el contexto de la disputa sobre el intelecto separado. No obstante tratarse de una disputa antigua no ha perdido su valor, pues justamente el intercambio de ideas, es decir, la disputa entre tú y yo pone en evidencia que cada quien tiene sus ideas. Y de allí resulta la atestación: hic homo singularis intelligit y de allí: hic homo est. La disputa, repito, o si se quiere, el intercambio de ideas es la prueba de la existencia de los interlocutores. Sólo una filosofía del lenguaje que elimina al hablante o al interlocutor, no tiene cabida en el planteamiento de Nédoncelle.66
El personalismo de Nédoncelle es uno donde el yo es un yo por referencia a un tú, donde cada uno tiene sus ideas. “Nadie existe solo, nadie puede pensarse a sí mismo sino es afirmando una red de personas”.67 Felizmente he encontrado un apoyo en esta misma dirección en la obra de Charles Taylor, Fuentes del yo, donde escribe:
En una forma muy diferente, también en la obra de Jürgen Habermas existe una elisión paralela. En su Theorie des kommunikativen Handelns, reprende a Adorno por su juicio pesimista respecto a la modernidad. La idea de un conflicto imposible entre la razón instrumental y la realización expresiva viene dada, piensa Habermas, por el defectuoso concepto de agente. Adorno continúa operando en el antiguo modelo “teoría de la conciencia” de la filosofía tradicional, que interpreta la situación humana en términos