Название | Maurice Nédoncelle: Una filosofía de la historia |
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Автор произведения | Pedro Antonio Benítez Mestre |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786079920135 |
5 Ibid.
6 Ibid., p. 54.
7 Véase al respecto, a modo de ejemplo, el breve cuaderno de Gilberto Guevara, quien fuera subsecretario de Educación Básica en México, que incluye bibliografía sobre las políticas educativas. Gilberto Guevara Niebla, “Democracia y educación”, en Cuadernos de divulgación de la cultura democrática 16, México, Instituto Federal Electoral, 1998.
8 Charles Taylor, Hegel y la sociedad moderna, México, fce, 1983, p. 151. La cita es de Hegel, Líneas fundamentales para una filosofía del derecho, §21.
9 Charles Taylor, Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna, Barcelona, Paidós, 2006, p. 414. Con la expresión anti-romántico Taylor quiere remarcar que para Hegel el individuo, con todo y serlo, es ante todo una parte de un proceso objetivo y racional, más que fuente de una creatividad absoluta y sin reglas.
10 Sin embargo, sería equivocado atribuir semejante posición a Marx quien, al decir de Fromm, habría combatido el comunismo vulgar que propugnaba la comunización de todas las relaciones entre varón y mujer. Véase Erich Fromm, Marx y su concepto de hombre, Trad. Julieta Campos, México, fce, 1962, pp. 41-42.
11 Cfr. Pierre Rousselot, Pour l’histoire de problème de l’amour au Moyen Age, Münster, Aschendorff, 1908, p. 1.
12 Cfr. Jacques Le Brun, El amor puro de Platón a Lacan, Tucumán, Ediciones Literales/El Cuenco de Plata, 2004, p. 336. Véase también André Lalande, “Amour”, en Vocabulaire technique et critique de la philosophie, 7a ed., André Lalande (ed.), París, puf, 1956, pp. 46-49.
13 Ibid., p. 337.
14 Esta dualidad que sería contradictoria, sin embargo, es aclarada por santo Tomás cuando afirma que, si por hipótesis “Dios no fuera el bien del hombre, el hombre no tendría razón alguna para amar a Dios”, Tomás de Aquino, S. Th. II-II, q. 26, a. 13, ad 3. Citado en ibid., p. 338.
15 Ibid., p. 355. Remite a Robert Lenoble, Esquisse d’une histoire de l’idée de nature, París, Albin Michel, 1969.
16 Cfr. AP, p. 85, n. 4.
17 Alfonso Rangel Guerra, “Alfonso Reyes y su idea de la historia”, Universidad 14, núm. 15 (1957): 33.
18 Ibid.
19 Ibid., p. 35.
20 Alfonso Reyes, “Mi idea de historia”, en Obras completas, vol. 22, México, fce, 1989, p. 207.
21 Ibid., p. 206.
22 Ibid., p. 208.
23 Ibid., p. 210.
24 Cfr. Ibid.
25 Ibid., p. 213.
26 Ibid., p. 212.
27 “Al colocar al amor como el punto basilar de la intersubjetividad nedoncelliana, tocamos la dimensión definitiva del personalismo de Nédoncelle, el cual, en ese horizonte del pensar ocupa un lugar que no es imprudente calificar de privilegiado”: Crispino Valenziano, “Maurice Nédoncelle filosofo per il nostro tempo”, en Filosofia e Vita 3 (1965): 61.
Parte I
Una filosofía de la persona
Capítulo 1
El realismo superior
1.1. La filosofía personalista y el problema del ser
Cuando, abanderado por Emmanuel Mounier (1905-1950), el personalismo entra en escena en el panorama de las filosofías del siglo xx, se trató para muchos de una mera corriente circunstancial destinada a desaparecer cuando desaparecieran las coyunturas a las que pretendía hacer frente.1 Este parecer ha llevado, casi hasta nuestros días, a tener que esclarecer el estatuto filosófico del personalismo. Joseph Seifert, por ejemplo, se ha visto obligado a distinguir entre el auténtico “personalismo y los personalismos”,2 llamando a los últimos “falsos personalismos”, como para salvar al personalismo de una descalificación generalizada.
Naturalmente para entender esta discusión es preciso conocer las coyunturas aludidas y esclarecer la naturaleza de esta corriente filosófica. Si el personalismo fue meramente una actitud3 adoptada a mediados del siglo xx para responder a algunas circunstancias de época es claro que al haber cambiado las circunstancias el personalismo ya no tiene nada que decir; en cambio, si se trata de una auténtica filosofía, obviamente que también para los problemas de hoy esta filosofía tiene una palabra válida.4
Un autor señero en rechazar el personalismo fue Paul Ricoeur quien, en un artículo de 1983, precisamente en la revista Esprit fundada por Mounier, declaraba la muerte del personalismo.5 Ahora bien, Juan Manuel Burgos ha resumido los principales argumentos esgrimidos por Ricoeur y ha argumentado a su vez por qué lo dicho por Ricoeur no se queda en pie.
Según Burgos “el error fundamental consiste en que Ricoeur identificó sustancialmente el personalismo con la corriente mouneriana. Pero esta identificación es incorrecta y, por tanto, invalida sus conclusiones”.6 Así y con todo conviene considerar la crítica fundamental de Ricoeur al personalismo de Mounier, a saber, que el personalismo carece de suficiente aparato conceptual, como lo habrían tenido el marxismo, el existencialismo o el estructuralismo, y por ende estaba condenado a perder la “batalla del concepto”.7 Al respecto, Burgos comprueba que un repaso de la historia permite constatar cómo las “filosofías que supuestamente derrotaron al personalismo —el marxismo, el estructuralismo— están completamente agotadas y superadas, mientras el personalismo, por el contrario, goza de una salud respetable”.8 Pero es sobre todo en el tema del aparato conceptual donde se concentra el juicio de valor sobre el personalismo.
Según Ricoeur era mejor deshacerse del personalismo como corriente filosófica demasiado enredada en planteamientos coyunturales y volver a la persona sin más. De ahí el título de su artículo: “Muere el personalismo, vuelve la persona…”. En esta tesitura el mismo Ricoeur se pregunta cómo hablar de la persona —pues está buscando un lenguaje adecuado— sin el vocabulario del personalismo, o sea, sin voces como “conciencia”, “sujeto”, “el yo”, etc. Sólo ve una respuesta: dar estatuto epistemológico a una “actitud”, en el sentido