Название | La seducción de los relatos |
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Автор произведения | Jorge Panesi |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877122015 |
No son las preguntas que la historia le dirige al pasado, acerca de lo que pasó y sus razones, tampoco son las preguntas que la historiografía le dirige a la historia […]. Son más bien las preguntas que la crítica literaria puede hacerle a cualquier texto narrativo, así sea un texto de historia.82
Como se puede apreciar, al debatir el problema de los corpus, la crítica literaria, ya sea que se repliegue en los territorios donde se ha afirmado tradicionalmente, ya sea que intente la expansión diversificada partiendo de sus cuestiones específicas, en realidad se pregunta algo más. Se pregunta por la razón y por el destino de su cuerpo, de sus cuerpos, entre los cuales, claro está, figura la pregunta por la reproducción institucional, el interrogante acerca de su cuerpo mismo.
54 La polémica giraba en torno de la caducidad o no de la categoría de autor en las tesis doctorales. Josefina Ludmer y Martín Kohan atacaban esa manera tradicional de encarar una investigación literaria (el autor y su obra), a favor de investigaciones de alcance más amplio que superaran la centralidad del concepto de autor (ampliamente criticada por Barthes, Foucault y Derrida). En cambio, Miguel Dalmaroni y Sandra Contreras defendían la posibilidad de que dedicarse a estudiar la obra de un autor podía ser un modo legítimo de producir conocimiento, más allá de las objeciones que desde la teoría literaria se hicieron tanto al concepto de “autor” como de “obra”.
55 Las voces son las de: Miguel Dalmaroni, “Historia literaria y corpus crítico (aproximaciones williamsianas y un caso argentino)”, en Boletín del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, núm. 12, diciembre de 2005; Martín Kohan, “Dos recientes lecturas modernas”, en Boletín del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, núm. 11, diciembre de 2003, pp. 81-84; y Sandra Contreras, “Intervención”, Ibíd., pp. 85-93. Pero por alusiones y presencias hay muchas otras.
56 Stanley Fish, Professional Correctness. Literary Studies and Political Change, Oxford, Clarendon Press, 1995. Sobre este debate (profesionalismo versus anti-profesionalismo), ver también del mismo Fish, Doing What Comes Naturally. Change, Rhetoric, and the Practice of Theory in Literary and Legal Studies, Oxford, Clarendon Press, 1989.
57 Fish, Professional Correctness, ob. cit., p. 1.
58 Ibíd., p. 1. Convendría matizar un poco esta dicotomía, teniendo en cuenta para la historia de la universidad estadounidense el impacto del macartismo y la resistencia que engendró. Para una visión algo benévola del fenómeno, véase Adam Ulam, The Fall of the American University, Nueva York, Library Press, 1972, especialmente pp. 61-62, y Michael Paul Rogin, The Intellectuals and McCarthy: the Radical Specter, Cambridge, Mass., The MIT Press, 1967. Lo mismo ocurre con los movimientos estudiantiles posteriores, que han sido muy estudiados.
59 Llamé a esta euforia crítica “el discurso de la dependencia”, en “La crítica argentina y el discurso de la dependencia”, en Críticas, ob. cit. Para una discusión de lo que allí postulo, véase el excelente trabajo de José Luis de Diego ¿Quién de nosotros escribirá el Facundo?, ob. cit., especialmente “Los libros: ‘nueva crítica’ y nueva literatura”, pp. 85-103.
60 Esta lógica que aunaría el discurso de la literatura con el universitario (ambos tienen la posibilidad de “decirlo todo”) fue desarrollada por Jacques Derrida. Véase Passions, París, Galilée, 1993, y “Las pupilas de la Universidad”, en “¿Cómo no hablar?” y otros textos, Barcelona, Anthropos, 1989.
61 Dalmaroni, ob. cit.
62 Josefina Ludmer, El cuerpo del delito. Un manual, Buenos Aires, Perfil, 1999.
63 Max Weber, “La ciencia como vocación”, en Ensayos de sociología contemporánea, vol. I, Barcelona, Planeta-Agostini, 1985, p. 82.
64 Para una discusión crítica de las relaciones entre la universidad estadounidense y el comercio, la industria y las grandes multinacionales, y de su repercusión institucional, véase Donald G. Stein (ed.), ¿Buying In or Selling Out? The Commercialization of the American Research University, New Brunswick, New Jersey y Londres, Rutgers University Press, 2004.
65 Weber, ob. cit., pp. 83-84.
66 Martín Kohan, Narrar a San Martín, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2005.
67 Sandra Contreras, Las vueltas de César Aira, Rosario, Beatriz Viterbo, 2002; Julio Premat, La dicha de Saturno. Escritura y melancolía en la obra de Juan José Saer, Rosario, Beatriz Viterbo, 2002.
68 Julio Premat escribió su tesis (presentada en la Université de Paris III) sobre Haroldo Conti y Antonio Di Benedetto. Claramente no solo defiende su persistencia en criterios que él mismo percibe como “anacrónicos” (p. 13, ob. cit.), sino la validez de su trabajo anterior.
69 Premat, ob. cit., pp. 12-13.
70 “Hacen entonces lo que ya casi no se hacía, esto es, una lectura en sentido clásico, la lectura conjunta de la obra de un autor” (Martín Kohan, “Dos recientes lecturas modernas”, ob. cit., p. 84).
71 “[C]reo que […] el imperativo del corpus […] y la resistencia ante la categoría de obra y autor proviene más de la academia americana, en todo caso de la lectura que la academia americana hace del postestructuralismo francés, y en buena medida de su orientación hacia los estudios culturales, cuyos objetos de estudio (posnacionalismos, fronteras, minorías, marginalidades, géneros, estado, hegemonías y políticas de resistencia, etc.) se nos han vuelto hoy los objetos hegemónicos de la crítica” (Sandra Contreras, “Intervención”, ob. cit., p. 89). El adjetivo “culturalista” no lo ha deslizado Contreras, sino yo.
72 Lo mismo observa Miguel Dalmaroni: “[…] la subjetividad autoral, la ‘función autor’ o la ‘figura’ de autor forman parte de las más poderosas condiciones simbólicas y materiales de existencia histórica de la literatura y de algunas otras prácticas discursivas y artísticas” (Dalmaroni, ob. cit.).
73 Véase el muy transitado “¿Qué es un autor?”, en Michel Foucault, Entre filosofía y literatura, Barcelona, Paidós, 1999, y Jacques Derrida, Signéponge, París, Seuil, 1988.
74 Dalmaroni, ob. cit.
75 En un momento de vacilación terminológica, Dalmaroni llama “artístico” al “posible filosófico”: ver la nota 7 de “Corpus crítico, corpus de autor, corpus histórico emergente”: “Por supuesto, la calificación de ‘filosófico’ para este posible es provisoria y tentativa; según la idea de ‘composición’ que uso para describirlo, podría también calificárselo de musical, o mejor aún, artístico” (subrayo yo).
76 Contreras, ob. cit. pp. 90-91. Se refiere a “Temporalidades del presente” que Ludmer publicó en el Boletín del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, núm. 10, 2002, pp. 91-112.
77 En rigor, Dalmaroni discute también los criterios historiográficos utilizados por María Teresa Gramuglio en el tomo VI, El imperio realista, de la Historia crítica de la literatura argentina, dirigida por Noé Jitrik, Buenos Aires, Emecé, 2002.
78 “[…] es seguro que en la Argentina algunos sí consiguen trabajo en universidades o en el Conicet, donde el control sobre los principios de lectura es muchísimo más liberal: nadie queda al margen por haber escrito una tesis sobre autor (así que aquí nadie tendría por fuerza que renunciar a escribir una, a excepción de que se crea obligado a legitimar su práctica menos por el poder de convicción