Adolescencia y familia. Norman Darío Moreno Carmona

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Название Adolescencia y familia
Автор произведения Norman Darío Moreno Carmona
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789587602616



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evolución, Calderón y Ramírez (2000) plantean que se han perdido los valores tradicionales en lo que históricamente se ha llamado la raza antioqueña, situación que se corrobora con la cantidad de problemáticas de tipo social presentadas al interior de los ámbitos familiares. Según Grajales y Torres (2005), la violencia intrafamiliar es un fenómeno que se encuentra latente dentro de las demandas hechas en las salas de atención al usuario de la Fiscalía de Medellín. Los autores puntualizan que hay posibles causas de ello en la crisis de valores, los conflictos afectivos y la dura situación económica del país.

      De igual manera, la región presenta una fuerte presencia de grupos ilegales, los cuales han permeado de alguna manera las costumbres y prácticas ancestrales de la familia antioqueña, sin desconocer que todo radica en una serie de procesos históricos de la población, manifiestos en la inequidad social presente en las familias con mayores dificultades.

      La investigación de Carmona y Tobón (2008) explora las interacciones que se establecen entre las familias antioqueñas y los grupos armados presentes en la zona, encontrando diversas posturas en dicha relación: en algunos casos se percibe una simpatía más o menos unánime hacia el grupo armado; otros denotan la división ante la que se ha expuesto la familia. Algunos demuestran ambigüedad y muchos manifiestan estar obligados a presentar gestos de hospitalidad frente a dichos grupos.

      En relación con esto, el estudio realizado por Cardona (2005) con jóvenes de Medellín, Itagüí y Bello, revela que la familia vive una realidad particular donde hay un escenario que por un lado busca la formación de ciudadanos en valores, y por el otro es receptora de patologías sociales que evidencian un fuerte incremento de factores sociales negativos, que a su vez crean dificultades en la formación de niños, niñas y adolescentes dentro de la familia.

      A nivel de la constitución familiar, Tamayo (2010) retoma el censo del 2005 en Antioquia para resaltar que las uniones de hecho eran del 39 % y las legalizadas eran del 61 %. Seguramente en la actualidad se ha disminuido más esta diferencia. El creciente desarrollo de las familias donde la pareja está en unión libre ha llevado a que la Ley intervenga para poder equiparar en derechos a los hijos de matrimonios legales (civil o católico) sin que se presenten las estigmatizaciones que se tenían en antaño.

      El mismo autor reporta una tasa de fecundidad de 2,6 hijos por mujer, es decir, 26 nacimientos por cada mil habitantes; 2,3 para las cabeceras municipales, mientras en Medellín era de 1,8. Ya en el censo del 2005 se presenta una disminución en la tasa, se incrementan las separaciones conyugales, disminuyen los embarazos, se incrementa la esterilización femenina al igual que la vasectomía en los hombres, hay un esparcimiento en la edad para contraer matrimonio y 8 de cada 10 mujeres no quiere tener hijos. Asimismo, es notoria la disminución del número de miembros por hogar a 3,7, factor que se visibiliza incluso en la reducción de espacios de vivienda, con apartamentos desde 25 a 40 metros (Tamayo-Lopera, 2010).

      En cierto modo el creciente incremento de la familia monoparental tanto materna como paterna y la figura del madresolterismo en la región, llevan a que las abuelas entren a jugar un papel significativo en la formación de los nietos, asumiendo un rol determinante en la educación de las nuevas generaciones. De igual manera, las condiciones económicas desencadenan nuevos paradigmas en el campo empresarial ante el incremento de la participación laboral de la mujer. Tal como lo señalan López y López (2006): “el análisis por sexo revela que más del 80 % de los empleos generados en el periodo 1996-2000 fueron asumidos por mujeres, mientras la tasa de ocupación masculina prácticamente no varió” (p. 150).

      De otra parte, la familia antioqueña y del Eje Cafetero ha sido católica por tradición; sin embargo, en el momento actual se ven influenciadas por diversas ideologías religiosas, lo que lleva a novedosas miradas frente al mundo en relación a valores y comportamientos sociales. A propósito de esto, algunas investigaciones en Medellín concluyen que muchos padres y madres de familia son tan abiertos al cambio, que tratan de ponerse a tono con las exigencias de la sociedad a través de manifestaciones de mayor libertad sexual y de movilización en los adolescentes, por lo cual se debe trabajar con ellos acerca de la responsabilidad frente al embarazo precoz (Jiménez-Zuluaga, 2003). Llama la atención que se han incrementado las denuncias sobre el incesto en Antioquia, según reporta Paula Andrea Guisao (2009) en el periódico El Tiempo.

      Una particularidad en la dimensión de la familia actual en estas regiones compete al proceso de envejecimiento, el cual cada día se torna mayor y repercute en las dinámicas de relación e interacción. García, Alarcón, Cardona, Sánchez, Castañeda y Rivera (2007) encuentran que muchos miembros de la familia están envejeciendo y estiman que la población mayor de 65 años puede estar alrededor del 4 % al 7 % del total, es decir, alrededor de 3 millones de habitantes. Esto conlleva implicaciones a nivel social, asistencial, educativo y económico. En el Eje Cafetero y particularmente en Pereira, el 40 % de los ancianos presentan trastornos cognoscitivos demenciales y no demenciales.

      Definitivamente los planteamientos presentados sobre las dinámicas de la vida familiar en Antioquia y el Eje Cafetero reflejan la importancia de reorganizar la información que se tiene sobre la familia actual en la región y por ende, buscar la influencia que se alcanza a nivel nacional. Lo anterior compromete a ahondar en información que proporcione mayores elementos a los diagnósticos y estadísticas sobre la familia del momento.

      Familia santandereana

      Históricamente, la familia santandereana presenta elementos característicos que la hacen singular, tal como lo afirman Useche y Lamus (2005) al plantear que Bucaramanga presentó un gran desarrollo después de la Segunda Guerra Mundial, por cuanto se puso a tono con la globalización que imperaba en el mundo. El desarrollo de la economía era fuerte, solidificándose en diferentes actividades que permitían que las familias asumieran diversas prácticas en el campo y posteriormente en la industrialización de la ciudad, aspecto que involucró enérgicas migraciones hacia la parte urbana en la búsqueda de mejores oportunidades para la familia.

      La población santandereana exhibe diversas características en sus prácticas cotidianas. Se reconocen como una raza pujante y emprendedora, con una energía vital que posibilita el desarrollo sostenible de sus municipios. Al respecto, Mendoza-Mindiola (2006) resalta la idea según la cual “los habitantes de Santander para mantener su autarquía e independencia son muy disciplinados en el trabajo y, simulando a la hormiga, ahorran en tiempos de abundancia para resistir las épocas de escasez” (p. 153).

      En la misma línea, Gutiérrez de Pineda (1994) describe la manera como se expresa el santandereano con un lenguaje fuerte, franco y directo, donde es común que las mujeres asuman una postura de obediencia ante el varón. Esposas e hijas conviven socialmente con el ejercicio de la personalidad básica agresiva de los hombres, pues una actitud desafiante destruiría sus valores y el ajuste tradicional hacia la institución familiar.

      Lo anterior no desconoce que, con el desarrollo ideológico y cultural, la mujer santandereana viene ganando un reconocimiento y posición que la dimensiona como ser social, conquistando terrenos en el campo laboral y económico de la zona. Tal es el caso de la posición a nivel de las relaciones familiares donde se crean particulares lazos de convivencia entre los miembros del sistema, que según lo expuesto por Jurado (2012), se centra en la figura paterna sin excluir a la mujer.

      Es así como, producto de los cambios estructurales en las dinámicas familiares, los adolescentes presentan también sus propias dinámicas en el ser y el hacer en sus comportamientos. El joven santandereano puede expresarse en el hogar con un lenguaje grosero y sus modales pueden ser toscos y rudos. Por su parte, las niñas empiezan a moldear su carácter reflejándose en la figura materna, su papel es secundario en la familia y desde allí su formación le permite adquirir herramientas para conformar su propio hogar (Jurado, 2012).

      Por lo que se refiere a la contemporaneidad, la familia santandereana denota cambios ostensibles en sus prácticas, aspecto que hacen visible Lamus y Useche (2002) al investigar sobre la maternidad, paternidad y manifestaciones en las pautas de crianza de padres en la región, especialmente las que se relacionan con prácticas disciplinarias que expresan cambios, rupturas y continuidades de la familia con respecto a las características tradicionales