La venganza de un duque. Noelle Cass

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Название La venganza de un duque
Автор произведения Noelle Cass
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418616235



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deseáis de mí, excelencia? —Mientras, se preguntaba a sí misma si el duque tenía el rostro desfigurado para llevar ese antifaz. Tenía mucha curiosidad por saberlo, pero sabía que sería muy impertinente de su parte formularle la pregunta al duque.

      —Deseo hacer un trato con usted, milady.

      —¿Qué clase de trato? ¿Acaso no os parece suficiente que vos queráis quitarnos lo único que nos queda para dejarnos en la calle?

      —Todo eso puede cambiar si acepta la proposición que voy a hacerle.

      —¿De qué se trata? —A Gina no le estaba gustando nada cómo estaban sucediendo las cosas.

      —Mi propuesta es muy sencilla, milady. Su familia y usted podrán quedarse en su casa con una sola condición.

      En la estancia se hizo un largo silencio, pero finalmente con mucho esfuerzo, Gina pudo preguntar:

      —¿Cuál es esa condición?

      —La quiero a usted, milady...

      —No, no entiendo... lo que estáis insinuando, excelencia.

      —Es muy fácil, quiero su cuerpo.

      —¿Me está pidiendo que me ofrezca a vos para que mi familia pueda seguir viviendo en la casa que por derecho les pertenece? —preguntó Gina, mientras la rabia empezaba a hervir en su interior.

      —Eso es lo que he dicho. —Y una risa burlona apareció en su rostro.

      —¡Estáis loco si pensáis que voy a vender mi cuerpo como si fuera una vulgar ramera! —Y comenzó a darse la vuelta para poder salir cuanto antes de la estancia y de esa mansión para siempre, pero él la llamó y Gina se detuvo de golpe dándole la espalda.

      —Le doy tres días para que piense mi proposición. Si en ese tiempo no tengo una respuesta favorable de su parte, mis abogados y yo nos presentaremos en su casa para desalojarlos, ¿lo ha entendido?

      Gina notó que las piernas le flaqueaban, y por unos instantes pensó que iba a desmayarse. Sin responder, salió de la estancia sin esperar a que el mayordomo la acompañara a la puerta. Salió a la calle e intentó inspirar para tranquilizarse, pero las palabras de ese desalmado resonaban una y otra vez en su mente. Con mucho esfuerzo logró llegar hasta donde estaba el carruaje, el cochero bajó y la ayudó a subir al vehículo. Poco después, el carruaje se puso en marcha. Gina no podía creerse que sobre la faz de la Tierra existiera un ser humano tan malvado como el duque de Graystone, y Gina tenía claro que prefería verse en la calle ante de entregarse a ese demonio como si fuera una fulana cualquiera. Pero muy lejos de toda esa furia que sentía, seguía pensando que algo en esa voz le resultaba demasiado conocida, y no era capaz de identificarla.

      Nolan se estaba deshaciendo del antifaz cuando Graves entró con la bandeja en la estancia y no hizo pregunta alguna al ver al duque solo, dejó la bandeja sobre el escritorio y luego se retiró a continuar con su trabajo.

      Ya a solas, Nolan se sirvió una taza de café y fue a sentarse a una de las butacas que había en la estancia. La reunión con la remilgada Gina St. James resultó mucho mejor de lo que había planeado. Le había parecido fantástica la idea de cubrir su rostro con el antifaz, y era más que evidente que Gina no lo había reconocido. Se sentó en la butaca y dio un sorbo a la bebida, diciéndose que iba a lograr su propósito e iba a tener a Gina St. James en su cama, la haría suya y entonces él descubriría su rostro para demostrarle quién era, y una cruel risa iluminó su rostro al imaginársela humillada porque había caído en los brazos de Nolan Wells, el hombre que ella había despreciado en el pasado. Pero también quería demostrarle todo lo que se había perdido al rechazarlo y que habría llegado a ser duquesa, y ahora tendría que conformarse con ser la amante del noble, porque desde luego, Nolan no tenía intención de hacerla su esposa. Cuando decidiera casarse para tener herederos, buscaría una mujer respetable y de buena cuna para casarse, mientras tanto, disfrutaría de tener a Gina calentando su cama por las noches hasta que él quisiera y cuando se hubiera cansado de ella, la echaría de su vida como a un despojo humano.

      Se bebió el contenido de la taza, luego la dejó al lado de la mesa auxiliar que había al lado de la butaca, y siguió perdido en sus pensamientos. Tenía plena seguridad de que en tres días esa mujer iba a aceptar, si no lo hacía, ella misma sería la responsable de que su familia se quedara en la calle y sin un techo donde resguardarse. Se levantó de la butaca y se puso a dar vueltas de un lado a otro de la biblioteca, muy pronto vería culminado sus planes y sería inmensamente feliz por ello. Gina lo había rechazado y burlado de él en el pasado, ya era hora de que alguien le diera a probar de su propia medicina.

      A lo largo de los últimos siete años, se había preguntado si sería capaz de llegar tan lejos, pero no le hizo mucha falta para hallar la respuesta, sí, sí que estaba listo para dar a Gina el golpe de gracia, y no se iba a sentir culpable por todo lo que estaba a punto de hacer. No, no podía, Nolan se juró solemnemente que no podía sentir remordimiento alguno con Gina, el amor que un día le había tenido se había transformado en odio, y eso era algo que muy pronto ella iba a saber.

      Para cuando Gina llegó a casa, seguía muy enfadada por cómo había salido la reunión con ese maldito duque. Menos mal que nadie la vio llegar a casa y pudo refugiarse en la soledad de su biblioteca, donde solamente ella podía entrar, y si hubiera ido a su dormitorio se habría encontrado con Cassy, y la doncella empezaría a hacer preguntas al verla en el estado de rabia y de frustración que se encontraba.

      Luego, se puso a dar unas cuantas vueltas por la estancia a ver si lograba calmarse, pero era inútil, y cada vez que recordaba la sucia propuesta de ese diablo para que pudieran seguir viviendo en la casa que les pertenecía, su sangre hervía todavía más. Exhausta, se acercó al sillón y se sentó, diciéndose a sí misma que de ninguna manera iba a venderse por conservar un techo sobre su cabeza, prefería mil veces verse en la calle que convertirse en la mujerzuela de un noble, y desde luego, no podía contar nada de lo sucedido a su familia, se escandalizarían e irían a enfrentarse al duque.

      Después de varios minutos respirando hondo para intentar tranquilizarse, casi lo logró. Pero en su mente volvió a escuchar la voz de ese hombre, y estaba segura de que la había escuchado muchas veces en el pasado, pero no conseguía identificar de dónde. Y en voz alta se dijo que eso ya no importaba, porque nunca más iba a ver a ese desagradable hombre, prefería estar muerta antes de verse nuevamente frente a él.

      Más relajada, se levantó y tras alisarse el vestido salió de la biblioteca y fue a su dormitorio donde sabía que podía encontrar a Cassy, y le pediría que le subiera un té. Gina entró en la alcoba y vio que la doncella estaba guardando en el ropero parte de sus vestidos.

      —Buenas tardes, milady —la saludó Cassy, alegremente.

      —Buenas tardes, Cassy. Por favor, ¿podrías bajar un momento a la cocina a buscarme un té?

      —Por supuesto, milady. —La doncella dejó su tarea y salió de la estancia a cumplir el encargo de su patrona.

      Gina se acercó a la cama y se sentó en el borde, poco después, regresó Cassy con la taza de té, se la pasó a Gina y ella dio un sorbo, mientras su doncella continuaba con la tarea que tenía entre manos. Poco a poco, se fue bebiendo la reconfortante bebida, y cuando terminó, dejó la taza vacía sobre la mesilla de noche. De repente, se encontraba muy agotada y se tumbó en la cama, Cassy se dio cuenta y le preguntó:

      —¿Quiere que la deje a solas, milady?

      —Sí, por favor, me encuentro cansada y quiero dormir un rato.

      Como todavía era de día, la sirvienta corrió las pesadas cortinas para que el dormitorio quedara en penumbra, luego salió de la alcoba dejando a Gina a solas para que pudiera descansar, y fue al cuarto de la plancha a pasar el hierro a algunas prendas que le faltaban de su patrona.

      Ya era noche cerrada, cuando la voz de Holly despertó a Gina de un profundo sueño. A ella le costó un buen rato orientarse y darse cuenta de que estaba en su alcoba. Con movimientos lentos se incorporó en la cama, mientras su