Название | Una candidata inesperada |
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Автор произведения | Romina Mª Miranda Naranjo |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788494315237 |
Una candidata inesperada
Romina Naranjo
Edición en Formato digital: diciembre 2014
Título Original: Una candidata inesperada
©Romina Naranjo, 2014
©Editorial Romantic Ediciones, 2014
www.romantic-ediciones.com
Imagen de portada © Irina Hramavataya.
Diseño de portada y maquetación, Olalla Pons.
ISBN: 978-84-943152-3-7
Prohibida la reproducción total o parcial, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, en cualquier medio o procedimiento, bajo las sanciones establecidas por las leyes.
ÍNDICE
Capítulo 1
Kent, 1849.
Normalmente, el viaje desde la ruidosa Londres hasta el apacible pueblo de Canterbury, en Kent, donde había sido erigida la casa solariega de la familia Ferris resultaba para Andrew, actual conde de Holt y dueño de la propiedad, un acto relajado y apacible. No obstante, en esta ocasión, el conocido paraje rural no había logrado mitigar el estrés de la ciudad y los efectos sedantes del periodo vacacional, que se abría en su horizonte, apenas habían hecho mella en él.
Mientras intentaba dejarse llevar por el incesante traqueteo del carruaje, echaba vistazos distraídos a la lista que tenía entre sus manos, repasando y reconociendo nombres a medida que sus ojos los procesaban. Seguía pensando que eran demasiadas personas, pero imaginaba que de nada le valdría quejarse a esas alturas, cuando todo estaba hecho ya.
–No pongas esa cara, Andrew, después de todo, esto ha sido idea tuya, ¿no es así? En ningún momento me has oído presionarte.
Aunque esa afirmación fuera más que discutible, su impecable educación le impidió dar a su madre la respuesta mordaz que empezó a picarle en la lengua. Bajó el caro papel que confería la lista de invitados a la reunión primaveral en Kent y le dedicó una mirada a Joanna, condesa viuda de Holt.
Siempre había sido una mujer hermosa, con el pelo de un castaño oscuro profundo y los ojos azulados. El tiempo la había apreciado tanto como cualquiera de las personas que la conocían, por lo que había respetado sus facciones, apenas surcándolas de arrugas. El cabello se le había encanecido y mostraba ahora vetas plateadas entre los mechones oscuros. Joanna era una dama de la que Andrew se enorgullecía enormemente, educada, elegante y muy sofisticada, nunca había dejado que el hecho de llevar un vestido nuevo le impidiera abrazar a sus hijos. Era amable y cuidadosa en su trato con el servicio y nunca miraba por encima del hombro a nadie, ni siquiera a las personas que lo merecían.
La observó atentamente, viendo como su brazo delgado se sostenía con fuerza al arnés que colgaba de un lado del asiento donde iba acomodada. Las sacudidas del carruaje por el accidentado camino hacían moverse desordenadamente sus pendientes y los flecos del chal burdeos que se había echado sobre los hombros. Aquello le hizo sonreír.
–Únicamente iba a hacer notar, madre… que quizá la lista de invitados sea demasiado… extensa.
–Teniendo en cuenta la naturaleza de la reunión, me parece que el grosor de personas que acudirán a la propiedad es bastante aceptable.
Andrew frunció el ceño, mirando el papel otra vez.
–No tendré tiempo material para dedicar a todas estas personas –masculló.
–Tonterías, sabrás dividirte entre tus invitados, como he hecho yo en mis reuniones sociales hasta ahora.
Considerándose a sí mismo, tal como lo había sido su padre, un hombre razonable, Andrew estaba convencido de que en esta ocasión particular su madre se equivocaba. Del mismo modo en que en su cuadra solo había unos pocos animales de montura, porque únicamente contaba con dos piernas y le era imposible disfrutarlos a todos, consideraba que tenían que haber ceñido las invitaciones solo a aquellas personas cuya presencia pudiera aportarles algo a la empresa que estaban a punto de iniciar.
Cierto era que él poco o nada sabía de esas cosas, puesto que había centrado su tiempo y energías en dedicarse a los negocios de la familia, dejando el resto para las mujeres, pero ahora que se veía en la posición de socializar… bien, no consideraba práctico perder tiempo con trivialidades. A la vuelta a Londres le esperaban duras negociaciones para entrar a formar parte de los socios de