Название | Enamorado de la secretaria |
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Автор произведения | Noelle Cass |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418616105 |
Dio un largo sorbo a la bebida, mientras el líquido ambarino le caldeaba el cuerpo y pensaba qué demonios iba a hacer con Stacy después de todo lo que había pasado esa noche, y cómo iba a ser capaz de afrontar los días que le quedaban en El Cairo y el viaje de regreso a San Francisco.
Pero saber que Stacy salía cada tarde con Hakim y regresaba al hotel bien entrada la noche, lo ponía furioso. Sentía unos celos enfermizos porque el jeque compartiera el tiempo con Stacy. Pero después de lo que acababa de descubrir, Stacy había compartido mucho más que el tiempo con Hakim. Cada vez que recordaba la confesión de ella, la sangre le hervía como si fuera un volcán a punto de entrar en erupción. Alessandro no sabía por qué esa mujer lo hacía sentirse de esa forma, por su vida habían pasado muchas mujeres y nunca sintió celos de ninguna de sus amantes, pero con Stacy era muy diferente. Había algo en ella que despertaba al hombre más primitivo y que deseaba coger a Stacy en brazos y llevarla a su guarida para que estuviera a su completa merced en donde nadie la pudiera encontrar. Se estaba volviendo loco, pensó.
Estaba tentado a reclamar a Hakim el haber seducido a Stacy. Pero si lo hacía estaría provocando su suicidio económico, si se enfrentaba al árabe él rompería el contrato y su reputación como empresario quedaría dañada. Nadie querría volver a hacer negocios con él y los que ya tenía se vendrían abajo en un abrir y cerrar de ojos.
Pasadas las dos de la madrugada, Alessandro salió del restaurante y se dirigió a los ascensores. Mientras subía a la planta correspondiente se miró en el espejo del cubículo. Tenía un aspecto lamentable y soltó una amarga carcajada al darse cuenta de que su mundo se estaba empezando a desmoronar por culpa de una mujer. Él, que se creía una persona sensata e invencible, estaba perdiendo la cabeza por culpa de su secretaria, ¡una simple secretaria!
El ascensor llegó a planta, las puertas se abrieron, pero él tardó un rato en decidirse a salir o no. Pero cuando las puertas comenzaban a cerrarse salió y se puso a caminar por el pasillo del hotel hasta su habitación.
Ya al lado de la puerta, suspiró antes de abrirla. Comprobó que todo estaba a oscuras y en silencio, Stacy debía estar ya dormida, pensó Alessandro, mientras entraba en la estancia. Fue directamente a la sala de estar y se tumbó en el sofá tapándose con una manta. Estaba exhausto y necesitaba una reparadora noche de descanso. Pero su mente volvió a atormentarlo con las nítidas imágenes de los momentos más eróticos que había vivido con Stacy. Dio varias vueltas en el sofá para intentar buscar una postura que lo ayudara a dormir, pero fue inútil.
Media hora más tarde, salió de la estancia, entró a hurtadillas en el dormitorio y sin hacer ruido se acercó al armario y cogió un pantalón de pijama. Al instante, tuvo que apretar los dientes para no recordar lo que había sucedido en ese dormitorio. Salió y fue al cuarto de baño a darse una ducha de agua fría para calmarse. Ya duchado y más tranquilo volvió a tumbarse en el sofá.
Stacy se había despertado tarde esa mañana, pero cuando salió del dormitorio se alegró de no ver a Alessandro. El servicio de habitaciones ya había subido el carrito con el desayuno. Pero ella decidió que desayunaría en el restaurante y pasaría el día fuera del alcance de Alessandro. Después del enfrentamiento que habían tenido la noche anterior no tenía ganas de encontrárselo todavía. Iba a aprovechar el día para ir de compras y visitar algunos de los puntos turísticos que todavía no había visto.
Casi veinte minutos después, salió del hotel decidida a pasárselo bien. Se había puesto unos sencillos vaqueros de color azul, una camiseta rosa y unas zapatillas también del mismo color. Llevaba el pelo recogido en una coleta y en el rostro apenas se había aplicado maquillaje. Cogió un taxi para que la llevara a una de las calles más concurridas de la ciudad y en la que se encontraban casi todas las tiendas.
Alessandro se despertó al notar la claridad en los ojos. Parpadeó unas cuantas veces para acostumbrarse a la luz. Lo primero que notó fue que tenía un fuerte dolor de cabeza, las sienes le palpitaban a punto de estallar. Había dormido muy pocas horas y el poco tiempo que permaneció dormido no fue capaz de dejar de pensar en Stacy.
Se levantó del sofá y se dirigió al mueble de las bebidas y se sirvió un vaso de agua, notaba la boca seca. Los efectos de la resaca lo estaban matando. Se bebió el contenido del vaso de golpe, lo dejó sobre el mueble y salió de la estancia. Se percató de que Stacy no estaba en la habitación, ni siquiera estaba en el dormitorio cuando llamó a la puerta y entró para coger ropa limpia en el armario. Alessandro se preguntó dónde se habría metido esa mujer. Pero seguramente se había ido a pasar el día con su amante. Eso lo puso furioso. Que Stacy corriera a buscar a su amante después de lo que había sucedido la noche anterior fue demasiado para Alessandro.
Quince minutos después, Alessandro estaba vestido con un pantalón corto de color beige y una camiseta de manga corta blanca. Ese día no tenía intención de salir de la habitación. Dedicaría el día a revisar correos electrónicos y comprobar que todo marchara bien en San Francisco. En torno a las doce y media de la mañana tuvo una videollamada por Skype con uno de sus abogados. Luego, pidió que le subieran algo de comer y cuando acabó siguió volcado en el trabajo. Era la única forma de no pensar en nada, se dijo Alessandro para sí.
Stacy disfrutó del día. Se compró varias prendas de ropa muy favorecedoras. Luego, comió en un restaurante una deliciosa comida. Por la tarde, se hizo con una guía de turismo y recorrió varios lugares que recomendaban en el libro.
Ya estaba anocheciendo, cuando el taxi la dejó en la puerta y entró en el hotel. Mientras uno de los botones se hacía cargo de todas sus compras y las llevaba a su habitación, Stacy fue al restaurante a cenar. Quería retrasar todo lo posible su regreso a la habitación y encontrarse con Alessandro. Todavía le seguía doliendo la forma en la que la había tratado el día anterior. Por mucho que intentara decirse que iba a olvidarse de ese hombre sabía que iba a ser imposible. Alessandro se había adueñado completamente de su corazón y no podía hacer nada al respecto.
Permaneció en el local disfrutando del ambiente y de las suaves voces del resto de comensales, que charlaban y reían como si no tuvieran preocupaciones ninguna. Haría todo lo posible para retrasar el regreso a la habitación. Por unos momentos, estuvo tentada de ir a recepción a preguntar si quedaban habitaciones disponibles, pero enseguida descartó la idea, daría la impresión de que estaba huyendo y tenía muy claro que ella no era ninguna cobarde. Suspirando, se levantó de la mesa tras cargar la cena a nombre de su jefe, salió del local, caminó hacia los ascensores y subió a su planta.
CAPÍTULO 6
Dos noches más tarde, Alessandro y Stacy ya estaban en el aeropuerto. En los últimos días, apenas se habían dirigido la palabra y la tensión entre los dos por momentos se hacía más insoportable. Ella estaba deseando llegar a su casa de San Francisco para poder recuperarse de todo lo que había vivido en ese país. No tenía muchas ganas de dejar el trabajo, pero se daba cuenta de que era la única opción que tenía; si Alessandro deseaba despedirla, ella no podría oponerse.
A Alessandro le sonó el móvil indicándole que acababa de recibir un mensaje. Sacó el teléfono del bolsillo interior de la chaqueta y comprobó que era el piloto diciéndole que tenían permiso de la torre de control para despegar.
Alessandro le indicó con un gesto a Stacy que ya era hora de embarcar en el avión. Ya estaban llegando a la puerta de embarque donde la misma azafata los estaba esperando, cuando el teléfono de Stacy sonó. Ella se dio cuenta de que Alessandro la miró frunciendo el ceño, pero Stacy no hizo caso y respondió a la llamada.
—¿Diga…? —preguntó ella, dubitativa.
—Stacy, hola, soy Hakim. Te llamo para desearte un buen viaje de regreso a San Francisco.
—Gracias, Hakim.
Stacy echó una mirada fugaz a Alessandro y se dio cuenta de que la estaba mirando con unos ojos fríos