Enamorado de la secretaria. Noelle Cass

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Название Enamorado de la secretaria
Автор произведения Noelle Cass
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418616105



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la amenaza que él había proferido seguía latente en la mente de Stacy. Pero lo que sí tenía claro, era que en algún momento le haría pagar a Alessandro muy caro por la forma en la que la había insultado, era algo que Stacy no iba a dejar pasar de largo. Tenía muy claro que no iba a dejarse manipular por un hombre como él. Ella era una mujer libre que tenía derecho a relacionarse con quien quisiera, estaba claro que no iba a rechazar la amistad de Hakim por culpa de Alessandro, estaba segura de que, si ese hombre no fuera el dueño de su corazón, fácilmente se habría podido enamorar de un hombre como lo era Hakim.

      En la salida del aeropuerto los estaban esperando una gran limusina negra y el Mercedes blanco que había recogido a Stacy en su casa. Alessandro había dispuesto a uno de los empleados de la oficina para que llevara a Stacy a casa.

      —Puedes decirle a tu empleado que se vaya, Alessandro. Soy capaz de coger un taxi para que me lleve.

      —No seas tonta, Stacy. No hay necesidad de que pagues un taxi cuando tienes a tu disposición uno de mis coches. —Alessandro estaba empezando a enfadarse por la terquedad de Stacy.

      —Está bien —dijo a regañadientes—. Dentro de un par de horas como máximo estaré en la oficina.

      —Recuerda que quiero un informe detallado de todo lo que se ha hablado en la reunión con Hakim, y lo quiero para ya.

      Stacy no respondió, le dio la espalda a Alessandro y se puso a caminar hacia el Mercedes mientras el empleado de Alessandro se acercó a Stacy, cogió la maleta y la guardó en el maletero del coche. Luego, le abrió la puerta de atrás para que ella entrara y pocos minutos más tarde, el coche se puso en marcha después de que Stacy le diera la dirección de donde vivía al conductor.

      Alessandro subió a la limusina mientras no dejaba de decirse que esa mujer era terca como una mula. No hacía más que protestar y discutir con él. Pero él tenía muy claro que iba a conseguir bajarle los humos a su antipática secretaria. Porque si de algo estaba seguro, era de que iba a hacer todo lo que estuviera en sus manos para evitar que ella se fuera de su lado. Aunque fuera amante de Hakim, él la necesitaba a su lado, se conformaría con verla cada día, oír su dulce voz y aspirar su olor único. Entonces, una gran verdad lo golpeó con todas sus fuerzas en el pecho, estaba completamente enamorado de esa mujer. Era patético, se dijo para sí, era tan idiota que por ella sería capaz de perdonarle todo y recoger las migajas de un hombre como Hakim.

      Nunca en su vida había hecho el idiota por una mujer, pero con Stacy estaba rompiendo sus propios esquemas. Por ella, ya había quebrantado su regla de oro más sagrada: implicarse sentimentalmente con una empleada.

      Pulsó un botón al lado derecho y al instante quedó a la vista un pequeño minibar. Cogió un vaso y se sirvió una generosa cantidad de whisky. Era demasiado temprano para beber, pero resultaba lo único que lo relajaba cuando Stacy lo sacaba de sus casillas y lo ponía al límite. Esa mujer lo estaba llevando a la ruina, se dijo con amargura. Él, que siempre mantenía sus emociones a raya, esa mujer las hacía aflorar y ponerlas a flor de piel.

      En su mente, volvieron a aparecer las imágenes de la noche en la que habían estado a punto de hacer el amor. Y Alessandro se arrepentía de haberse detenido. Su cuerpo no dejaba de atormentarlo de cómo sería estar dentro del cuerpo de Stacy y llegar los dos juntos a la cima del placer. Al instante, notó cómo los pantalones le hacían daño en la entrepierna. Se removió incómodo en el asiento de la limusina, luego se sirvió otro vaso de whisky y se lo bebió de golpe.

      Casi una hora más tarde, la limusina se detuvo frente al edificio de lujo donde vivía Alessandro. Él vivía en el ático y el cual ocupaba toda la planta en su vivienda. El chófer bajó de la limusina, le abrió la puerta y este bajó del vehículo y se puso a caminar hacia la entrada del edificio, después de indicarle al empleado que enseguida bajaba.

      Tres cuartos de hora después, salió recién duchado, afeitado y vestido con un elegante traje negro de seda, camisa blanca también de seda y corbata negra. Completaban el atuendo unos brillantes zapatos negros. Subió de nuevo a la limusina tras indicarle al chófer que quería ir a las oficinas.

      Stacy entró en su casa después de una larga lucha dialéctica con el empleado de Alessandro, ella le había dicho que se fuera, cuando estuviera arreglada cogería un taxi. Pero el hombre se había mostrado algo obtuso y le comunicó que él mismo la llevaría al trabajo.

      Fue a su dormitorio y cogió en el armario un vestido de raso de color cereza con mangas y cuello redondo, también cogió la chaqueta a juego y lo dejó todo sobre la cama. Cogió ropa interior limpia en el cajón de la cómoda y la dejó también sobre la cama. Luego con el albornoz en la mano, se encerró en el cuarto de baño y se metió rápido en la ducha. Stacy notaba cómo los músculos del cuerpo se relajaban. Estaba agotada del viaje, pero tendría que esperar a la noche para acostarse en su cómoda cama y tener una noche de reparador sueño.

      Diez minutos después, salió del cuarto de baño envuelta en el albornoz y una toalla cubriéndole el pelo mojado. Se sentó en la cama mientras se cepillaba el pelo y se lo secaba con el difusor del secador. Luego, se puso el vestido que le quedaba como un guante y se le pegaba al cuerpo como una segunda piel. Ya vestida, se sentó en la silla frente a la cómoda y se aplicó un sencillo maquillaje y se aseguró de que sus sedosos rizos estuvieran en su sitio. Ya lista, se levantó, se puso la chaqueta y en el mueble zapatero cogió unos zapatos de tacón de aguja del mismo color que el vestido, Stacy había tenido una gran suerte al encontrar unos zapatos exactamente iguales al vestido.

      Salió de la casa, el conductor le abrió la puerta y amablemente la ayudó a subir al coche. Luego, se sentó tras el volante y puso el vehículo en marcha, no necesitaba indicaciones, sabía de sobra que tenía que llevarla a Industrias Márquez.

      Cuando llegaron, Stacy entró en el edificio y subió a planta. Por el camino se encontró con Lana y le preguntó qué tal había ido el viaje. Stacy le respondió que había sido un éxito, pues Alessandro había asegurado el contrato con el jeque. Lana acompañó a Stacy hasta su lugar de trabajo mientras no dejaba de parlotear y hacerle preguntas. Su compañera también la puso al día de todo lo que había acontecido en la oficina durante los días que ella había estado ausente. Stacy y Lana no dejaron de reírse durante un buen rato. Entonces, Stacy recordó que debía empezar a trabajar sin más demora en el informe que le había pedido Alessandro y tenía claro que no quería darle más motivos a su jefe para que siguiera mortificándola.

      Las dos mujeres se despidieron y sin perder más tiempo, Stacy se sacó la chaqueta, la colgó sobre el respaldo del asiento, encendió el ordenador y sacó del bolso el bloc de notas donde tenía todos los datos apuntados referentes a la reunión con Hakim.

      Para cuando Alessandro hizo acto de presencia, Stacy estaba completamente sumergida en su trabajo. Ni siquiera levantó la vista del ordenador para mirarlo. Se sentía más segura que mirándolo. El aroma del sexy y caro perfume de Alessandro invadió su nariz, causando estragos en todas sus terminaciones nerviosas. Notó el peso de su mirada encima, pero ella con mucho esfuerzo lo ignoró.

      Alessandro se quedó de piedra cuando, nada más entrar, vio a Stacy. Notó que el corazón le dejó de latir por unos segundos al ver lo arrebatadora que estaba con ese vestido. Por mucho que quisiera, le estaba costando un esfuerzo apartar la mirada de ella. Para cuando lo logró, se encerró en su oficina apretando los dientes y soltando mentalmente una ristra de imprecaciones.

      Se acercó al escritorio y dejó el maletín del ordenador sobre el mueble. Luego, se dejó caer pesadamente sobre el asiento. Sin dejar de pensar en cómo iba a poder sobrevivir a la presencia de Stacy teniéndola cada día tan cerca.

      Encendió el ordenador de sobremesa y se puso a repasar correos electrónicos y a responder los más importantes. Después, se puso al día con todo el trabajo que había quedado pendiente en la oficina. Para cuando dio la hora del almuerzo estaba agotado, pero por lo menos, mientras trabajaba, podía olvidarse de esa mujer.

      Llamó a la cafetería del edificio y pidió que le subieran un bocadillo, zumo de naranja y un café con leche. Diez minutos más tarde, Roy llamó a la puerta