Diario dedicado a mis queridos padres. Nicolas Rosenthal

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Название Diario dedicado a mis queridos padres
Автор произведения Nicolas Rosenthal
Жанр Философия
Серия
Издательство Философия
Год выпуска 0
isbn 9789875997226



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rural que pasó junto a una familia normanda con la que, una vez de regreso en París, Nicolas mantiene un vínculo epistolar.

      Pensado como una ofrenda a sus padres, a quienes no ha vuelto a ver desde hace casi dos años, el Diario adquiere un tono confesional, alimentado por un intercambio de cartas primero vía Suiza y luego a través de tarjetas interzonales con sus parientes recluidos en Gurs y más tarde en Rivesaltes. Como admite en la entrada del 16 de noviembre de 1941, Nicolas conserva esas cartas escritas en alemán y recibidas con demoras de una o dos semanas como si fueran un talismán. Varios cumpleaños constituyen momentos de comunión casi litúrgica, en los que Nicolas se prohíbe toda distracción. El Diario describe los lazos sociales tejidos por el autor, sus cuestionamientos, sus dudas y sus rebeldías, pero también una extraña firmeza de carácter a la edad generalmente cambiante de la adolescencia, incluso en el campo de la sexualidad. El 19 de junio de 1941, escribe: “Quiero hablar de cosas sexuales. […] A veces leo libros que tratan ese tema”. Y se piensa demasiado joven para “el burdel”, al que considera repugnante.

      Antes de la invasión de mayo de 1940, provisto de un pasaporte del Reich sin visa, Nicolas miente sobre sus orígenes alemanes y logra que lo contraten sin tarjeta de trabajo, la que finalmente obtiene en junio de 1941. En el Diario, nos describe sus batallas para obtener la regularización administrativa en los ayuntamientos, las prefecturas, la jefatura de Policía, el Ministerio de Trabajo, una comisaría en la que se declara judío en noviembre de 1940, e incluso en el consulado de la embajada alemana en París bajo la Ocupación. Y es en la embajada —a donde va por última vez en enero de 1942— donde se entera de que se convirtió en apátrida. El último trámite, cuyas motivaciones el autor calla en su Diario, es ir a inclinarse sobre la tumba de su abuela paterna, Fanny Rosenthal, fallecida el 16 de noviembre de 1940 en el campo de internamiento de Gurs, en zona no ocupada. Un año más tarde, su abuela materna, Henriette Kuhn, muere en el campo de Rivesaltes. El 19 de abril de 1941, mientras reside en la escuela ort y recibe Informations Juives —el semanario del Comité de Coordinación de las Obras de Beneficencia Judías de París, recientemente creado bajo la conducción del consejero de las ss para Asuntos Judíos Theodor Dannecker—, el cándido adolescente atormentado por el tabú de la muerte se sorprende: “Hay un diario que me invita a adherir al comité de beneficencia judía. ¡De acuerdo! Pero ¿cómo obtuvieron mi dirección? ¿Por qué justamente yo y ningún otro de mis compañeros, excepto Joseph?”. Y otra vez, el 10 de noviembre de 1941, se hace anotar como judío en la jefatura de Policía.

      Después de las relaciones familiares, las relaciones de trabajo, en particular la descripción de una vida laboral precoz, ocupan un lugar central. Trabajos agrícolas en una Francia todavía ampliamente rural y que aún no ha conocido la mecanización agrícola de los Treinta Gloriosos. La existencia amarga de tareas muy físicas, de condiciones de alojamiento rudimentarias en la promiscuidad de los establos y de una higiene muy escasa, pero también la creciente obsesión por la alimentación, marcan la ruptura con el medio social del autor. El 17 de junio de 1941 Nicolas escribe por primera vez que siente el hambre en la capital, en donde el mercado negro infla los precios de los productos básicos, que escasean por los saqueos de los ejércitos de ocupación. Sin embargo, no cesa de sentirse culpable al pensar en la agonía de sus padres, internados en los campos del gobierno de Vichy. El Diario está cruzado por referencias a lo que ocurre en aquel momento, como por ejemplo el 26 de julio de 1941, durante la invasión de la urss, cuando escribe, mientras trabaja en medio del barro del campo protegido de la lluvia por bolsas de arpillera: “Los prisioneros rusos de los periódicos tienen mejor aspecto”. Fueron esas aventuras en Beauce las que lo hicieron escapar de las redadas de agosto de 1941, de las que se entera por correo y que llevan a la dirección de la escuela a retrasar el comienzo de las clases, primero hasta el 30 de septiembre y luego hasta el 8 de octubre. A su regreso, recibe nuevamente Informations Juives, semanario del que fue uno de los primeros abonados forzosos. Convocado a incorporarse de modo urgente a los trabajos agrícolas en las Ardenas, se mantiene fiel a su aprendizaje de sombrerero, que describe de manera minuciosa, y concentra sus luchas en los aumentos de salarios. Así, el 27 de octubre de 1941, en rebelión contra “ese maldito capataz”, agrega: “No soy comunista, no pido lo imposible”. En ningún momento piensa en la clandestinidad. Nostálgico del seno familiar, no lamenta sin embargo ese endurecimiento físico que él relaciona con exigencias morales, no las de la regeneración pregonada por la propaganda de Vichy, sino la obligación de encontrar ingresos para ayudar a su familia perseguida.

      Las únicas cosas que extraña de modo explícito son su biblioteca, sus estampillas, su piano y sus clases, que compensa con una disciplina mental, leyendo en francés a autores clásicos, precipitándose en los conciertos de las obras de Beethoven, y a veces en el cine, que considera un poco “vulgar”, pero que sin embargo aprecia. Al tiempo que detesta el jazz pero se inscribe en clases privadas de inglés, sueña con una emigración que imagina cercana y, en marzo de 1942, manifiesta su anglofilia en ocasión de los bombardeos de la Real Fuerza Aérea (raf) contra la fábrica de Renault de Boulogne-Billancourt. Finalmente, este Diario está motivado por el vuelco impuesto a las relaciones familiares, sociales y afectivas del autor, que, obligado por las circunstancias históricas, pasó de ser protegido a protector de los suyos. “Maduramos antes de tiempo, nuestro destino lo quiere así”, escribe el 9 de noviembre de 1941, la víspera del tercer aniversario de la Noche de los Cristales Rotos. Es el relato de una maduración violenta hacia la edad adulta.

      En contrapunto con la violencia del mundo, Nicolas se refugia en una escritura clásica que se vale de un dominio del francés que, sin embargo, no es su lengua materna. Podría decirse que se inspira en Las confesiones de Jean-Jacques Rousseau cuando, el 5 de febrero de 1941, escribe: “En este libro busco presentarme ante ustedes tal como soy”. Y luego cuando enumera sus defectos: “Yo no tengo nada de carácter, o en todo caso uno débil y muy malo. Y no podré cambiarlo… Además, soy avaro, tímido, cobarde, quizás no bruto, pero de una inteligencia promedio, de modo que realmente no sé cómo alguna vez podría tener éxito en la vida”. Como si a los ojos del autor las circunstancias pasaran a segundo plano respecto de la voluntad.

      Copiado a partir de borradores, el texto no tiene muchas faltas de ortografía o de sintaxis. Fue redactado regularmente y sin correcciones retrospectivas —con la notable excepción de los primeros cuatro meses—, y describe la maduración política de un joven judío extranjero que lucha por mantenerse apartado de los clichés de la propaganda, ante la cual a veces sucumbe. Durante la invasión de 1940, es víctima de la xenofobia, al igual que en julio de 1941 en una granja de Beauce, en donde algunos “rumores” lo acusan de trabajar para la Kommandantur. Sus trámites en el consulado alemán tienen buena acogida, y el 21 de enero de 1941 incluso es recibido por Rudolf Schleier, cónsul general y segundo del embajador Otto Abetz. La “antipatía” que “siente contra los alemanes” se expresa en enero de 1941, algunos días antes de su encuentro con Schleier, quien lo calma, pero sus pensamientos se afinan en una entrada del 7 de junio en la que atribuye sus desgracias a los nazis. Recién en noviembre clama abiertamente su odio hacia los ocupantes, luego de enterarse de la deportación de los judíos de Alemania y al recordar la suerte de su abuela Fanny. En el transcurso de los primeros meses, se muestra más en rebeldía contra su patrón que contra el ocupante y usa de modo puntual algunos clichés antisemitas, de los que se aleja de inmediato. El 2 de junio de 1941 anota: “A los del trabajo les dije que si no fuera judío sería el peor de los antisemitas. Al ver lo que sucede en el taller, esta impresión está completamente justificada”.

      Poco interesado en el compromiso político, parece guiarse por los movimientos de opinión. Por ejemplo, el 9 de enero de 1941 compara al director de la Escuela de Trabajo, un viejo bueno y paternalista a quien él “admira”, con Pétain. Otro ejemplo es el del 8 de noviembre de 1940, cuando visita una exposición antimasónica y sale “muy impresionado”, aunque sin alejarse de los orígenes que reivindica: continúa frecuentando la sinagoga durante las fiestas judías, en donde el 9 de noviembre de 1940 se cruza por azar con un habitante de Kehl, pero un año más tarde comienza a dudar de su fe. En mayo de 1941, es testigo de la “redada de la carta verde”, y una semana después se pregunta: “En lo que respecta a nosotros, judíos, me pregunto qué va a pasar aún y cuándo partiremos todos a un campo de concentración”. En su Diario, la entrada del 27 de febrero de