La Palabra del Señor. Pedro Alurralde

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Название La Palabra del Señor
Автор произведения Pedro Alurralde
Жанр Документальная литература
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Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789874792310



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de los pechos, el silencio por todo aquel tiempo; en fin, el Señor espera la edad conveniente de varón a fin de que por todos estos medios sea fácilmente aceptado el misterio de la encarnación. ¿Por qué, entonces -me dirán-, se hicieron estos milagros desde el principio? Se hicieron en gracia a la madre, a José, a Simeón, que estaba ya para salir de este mundo; por los pastores, por los magos, por los judíos. Porque, si éstos hubieran querido atender con cuidado a lo que sucedió al principio, no hubieran sacado poco fruto para lo por venir»7.

      UN DIOS FAMILIERO

      La familia está padeciendo una grave crisis de identidad. Y la familia cristiana, está asediada por una sociedad que como en los tiempos de Herodes y Arquelao, desconoce o combate los genuinos valores del humanismo cristiano.

      Nos estamos olvidando de que la familia sigue siendo el espacio libre para crecer en todos los aspectos, la célula vital de la sociedad, y el patrimonio espiritual de la humanidad. Ésta, al ignorarla, corre serio peligro de desencadenar un suicidio moral a escala mundial.

      Frente a este momento histórico tan delicado, celebrar la fiesta de la Sagrada Familia, significa apostar una vez más a la vigencia y permanencia de la institución familiar como iglesia doméstica y verdadera obra de Dios.

      El Adviento nos habló de una madre embarazada, María, y de su esposo José, que estuvo firme junto a ella. Y en la Navidad celebramos el nacimiento de Jesús, el Hijo Dios. Hoy, la iglesia festeja a los tres, como modelos de unión íntima con Dios y de estrecha comunión de amor entre ellos. Todo esto vivido en el mutuo respeto por el misterio de cada uno.

      José, padre adoptivo de Jesús, hombre justo y soñador. No lo engendró, pero lo reconoció y le otorgó identidad filial, a través de la homilía de su vida. María, reflejo del rostro materno de Dios, que aportó como madre la ternura de un Dios cercano que nos acaricia el alma. Y Jesús, que obediente al proyecto del Padre, es el portador del insondable misterio de nuestra salvación.

      7. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre san Mateo, 9,3 (trad. en: Obras de san Juan Crisóstomo. I. Homilías sobre el Evangelio de san Mateo [1-45], Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1955, pp. 151-152 [BAC 141]).

      OCTAVA DE NAVIDAD

       SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

       «En aquel tiempo, los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.

       Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.

       Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción» Lc 2,16-21

      ~ ° ~

      «El nacimiento de Cristo no ocurre por necesidad, sino por el poder de Dios... Es el sacramento de su amor que restablece la salud de los hombres.

      El que hizo nacer al hombre de una tierra virgen, hizo, con su propio nacimiento, nacer un hombre de un cuerpo inmaculado. La mano que había tomado barro para modelarnos quiso tomar ella misma carne para renovarnos. Que el Creador esté en la criatura y Dios en la carne, es un honor para la criatura sin ser una vergüenza para el Creador. ¿Por qué, oh hombre, tienes tan poco valor a tus ojos, siendo de tanto precio a los ojos de Dios? ¿Por qué investigar de qué materia procedes y no el sentido de tu existencia? Toda esta morada del mundo que contemplas, ¿no ha sido construida para ti? Para ti, la luz rechaza las tinieblas que te rodean, modera la noche y mide el día. Para ti el cielo se ilumina con la variada claridad del sol, de la luna y de las estrellas. Para ti, la tierra se esmalta de flores, los bosques de frutos. Para ti fue creada en el aire, en los campos y en el agua una multiplicidad hermosa y admirable de seres vivientes...

      MADRE DEL SEÑOR Y REINA DE LA PAZ

      Cierta espiritualidad mariana, ha enfatizado de manera machacona y unilateral, la virginidad de María, sin completarla y enriquecerla con el título máximo que le otorga la iglesia, es decir la de Madre de Dios.

      En el plano humano, toda criatura nace virgen, pero esa virginidad está en función de algo y de alguien. Ese algo es el matrimonio y ese alguien es la persona amada. Por tanto, con el matrimonio la virginidad no se pierde, sino culmina y se realiza plenamente.

      Si la virginidad está habitualmente abocada al matrimonio. El matrimonio lo está en función de la maternidad, en donde fructifica. La virginidad sin matrimonio puede resultar frustrante; el matrimonio sin fecundidad, suele ser signo de esterilidad.

      Análogamente en el plano de la fe, la Virgen María, cubierta por el manto del Espíritu, quedó grávida de Cristo. Llegando a ser la Madre del Señor y Madre de la Iglesia. Dice san Agustín: “Imita a María, que alumbró al Señor. ¿No era virgen María, y dio a luz, permaneciendo virgen? Así también la iglesia da a luz y es virgen. Y si lo consideras bien, da a luz al mismo Cristo, pues los que nos bautizamos somos miembros suyos”.

      Celebrando a María en el misterio de su maternidad, en este primer día del Año Nuevo, no debemos olvidar otra advocación mariana, vinculada con el tema de la jornada mundial de oración por la paz del mundo. Es el de María Reina de la Paz, que conmemoramos el 24 de enero de cada año.

      Sabemos que el fruto de la justicia es la paz. Ser constructores de la paz, significa convertirnos a Cristo nuestra paz, el Hijo de María y el Príncipe de la Paz.

      8. San Pedro Crisólogo, Sermón 148; PL 52,596-598 (trad. en: Lecturas cristianas para nuestro tiempo, Madrid, Ed. Apostolado de la Prensa, 1973, B 19).

      DOMINGO 2º DESPUÉS DE NAVIDAD

       «Al principio existía la Palabra,

       y la Palabra estaba junto a Dios,

       y la Palabra era Dios.

       Al principio estaba junto a Dios.

       Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra

       y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.

       En ella estaba la vida,

       y la vida era la luz de los hombres.

       La luz brilla en las tinieblas,

       y las tinieblas no la percibieron.

       La Palabra era la luz verdadera

       que, al venir a este mundo,

       ilumina a todo hombre.

       Ella estaba en el mundo,

       y el mundo fue hecho por medio de ella,

       y el mundo no la conoció.

       Vino a los suyos,

       y los suyos no la recibieron.

       Pero a todos los que