Justicia. Nadia Hernandez

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Название Justicia
Автор произведения Nadia Hernandez
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789588956961



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bien, ante esto Joseph considera lo siguiente con respecto a Trasímaco:

      Sostiene, al igual que Hobbes, que todos los hombres actúan solamente con vistas a su propio interés privado—si dictan leyes, pensándolas para su propio interés; si las obedecen, pensando que les interesa más obedecerlas que pagar las consecuencias de su desobediencia, aunque el acto mismo que se les pida redunde no en su beneficio sino en el del gobernante. (Citado por Guthrie, 1969, pp. 103-104)

      A lo que puede añadirse la siguiente aclaración de Taylor:

      A diferencia de Hobbes, Trasímaco no tiene necesidad de justificar el absolutismo del «soberano» apelando al «contrato social» por el que ha sido investido de sus poderes soberanos; dado que «derecho» es un término que carece por completo de significado para él, no tiene que demostrar que el soberano tenga que estar avalado por algún derecho a la obediencia; le es suficiente observar que su poder para exigir obediencia está garantizado por el simple hecho de que él es el soberano. (Citado por Guthrie, 1969, pp. 103-104)

      Así mismo, tras lo dicho se puede evidenciar en el filme que cuando Josef K es interrumpido por un agente en el teatro, quien lo aborda con la intención de darle indicaciones para que se presente ante el tribunal, esas indicaciones constituyen una orden. Esta orden exige obediencia, dado que proviene del soberano, y si se incumple, es decir, si Josef K no se presenta ante el tribunal en esa misma noche, tal como se le ordena, estará siendo injusto. En consecuencia, se le generará un mal, en otras palabras, un castigo por parte del gobernante, como se evidencia en el siguiente diálogo:

      Agente.― Hacemos todo lo posible para no entorpecer inútilmente el desarrollo normal de su vida. Por ejemplo, para evitarle pedir un permiso especial de su oficina hemos quedado en llevar a cabo los interrogatorios fuera de sus horas laborales.

      Agente.― Póngase bajo la luz, Sr. K.

      Josef K.― ¿Quiénes son?

      Agente.― No espero que sepa dónde reside la Comisión de Interrogación.

      Josef K.― Así es, no lo sé.

      Agente.― La citación tiene su nombre. Para evitar que se pierda he dibujado un pequeño mapa en el reverso.

      Josef K.― Gracias.

      Agente.― Preséntelo al llegar.

      Josef K.― ¿Cuándo será?

      Agente.― Inmediatamente. (Welles, 1962, 34 min 6 s – 34 min 57 s)

      Ahora bien, Sócrates rechaza la concepción de justicia expuesta por Trasímaco, y es por eso que considera, en palabras de Guthrie (1969), que «el arte de gobernar, estrictamente concebido, legisla no para beneficio o provecho de los que gobiernan, sino para el de sus súbditos» (p. 96). A lo que replica Trasímaco: «Los pastores y los boyeros atienden al bien de las ovejas y las vacas, y las engordan y cuidan mirando a otra cosa que al bien de los amos y al de ellos mismos» (Platón, 1988, 343b1-4). En este sentido, los pastores no mantienen sanos y engordan a las ovejas mirando el beneficio o provecho de las ovejas, sino el de sus dueños o el de ellos mismos, es decir, los beneficios que puedan tener los súbditos por medio de las leyes impuestas por el gobernante no son sino una consecuencia de su decisión, pero todo esto gira en la conveniencia del más fuerte, como se menciona a continuación:

      Desconoces que la justicia y lo justo es un bien en realidad ajeno al que lo práctica, ya que es lo conveniente al más fuerte que gobierna, y prejuicio para el que obedece y sirve; y que la injusticia es lo contrario y gobierna a los verdaderamente ingenuos y bondadosos, y que los gobernados hacen lo que conviene a aquel que es más fuerte, y al servirle hacen feliz a éste, más de ningún modo a sí mismos. (Platón, 1988, 343c2-5)

      En relación con lo dicho, Trasímaco pide fijarnos en el caso del tirano, «donde es adulado por sus conciudadanos por realizar unos actos que, si fueran practicados por otros, serían fuertemente criticados» (Carrasco, 2012, p. 94). De ahí considera que la injusticia más completa hace feliz por completo al que obra injustamente, mientras que los más desdichados son los que padecen las injusticias y no están dispuestos a ser injustos. Aunque se ha de tener en cuenta que quienes van en contra de cometer actos injustos, es decir, los que hacen condenas morales contra la injusticia, en realidad no lo hacen porque las acciones sean injustas, sino por protegerse de ellas por miedo a padecerlas. De este modo, la injusticia, considera Trasímaco, aparece como más fuerte y poderosa que la justicia, y de esta manera se demuestra la tesis que se dijo al comienzo: «Lo justo es lo que conviene al más fuerte y lo injusto lo que aprovecha y conviene a sí mismo» (Platón, 1988, 344c7-8).

      Josef K.― Soy un miembro de la sociedad.

      Abogado.― ¿Cree poder convencer al tribunal de que no es responsable? ¿A causa de su locura?

      Josef K.― Eso es lo que el Tribunal quiere que crea. Sí, ese es el complot. Convencemos a todos de que el mundo está loco sin forma, sin sentido, absurdo. Ese es su sucio juego. He perdido mi caso, ¿qué importa? ¡Usted también pierde! Todo está perdido. (Welles, 1962, 1 h 50 min 54 s - 1 h 59 min 38 s)

      Con base en lo anterior, en el diálogo que sostiene el abogado con Josef K se evidencia que él es injusto, y que el motivo por el cual es sancionado es el incumplimiento de una ley, dado que no le trajo ningún beneficio al gobernante-soberano, siendo este el más fuerte. En consecuencia, su sanción es la muerte, aunque esto sea considerado injusto, según la opinión de algunos personajes. Sin embargo, al respecto Carrasco (2012) señala lo siguiente:

      De este modo, Trasímaco considera que las decisiones o leyes proclamadas por el gobernante-soberano, aunque se piense que son injustas, no deben ser criticadas porque la atención que presta a la ciudad solo tiene sentido para alcanzar su propio bien, por tanto, no tiene que ser admirado como un hombre justo.

      Así mismo, se ve reflejado el pensamiento expuesto por Trasímaco de que el poder es el criterio de la justicia, y lo injusto lo aprovecha y conviene a sí mismo, a saber, al poder; además, que el bien del individuo es incompatible con el de la polis, debido a que se impone la voluntad del más fuerte, y en este caso es la del gobernante-soberano.

      En suma, la idea expuesta de justicia por Trasímaco es cambiante, es decir, no tiene un contenido fijo, sino que varía en función de los intereses particulares del más fuerte. Sin embargo, cuando las injusticias del más fuerte se manifiestan a través de las leyes se les llama justicia, puesto que buscan el interés propio, a saber, el del soberano, y deben ser cumplidas por los súbditos.

      Que los hombres cumplan los pactos celebrados

      Thomas Hobbes concibe la justicia como una «convención social o contrato», debido a que le atribuye un estado original o primario al hombre, el cual es visto en su condición natural, que lo caracteriza como un ser egoísta que vive en constante lucha (guerra). Cabe destacar que en esta condición no hay espacio, según este filósofo, para las nociones de bien y mal, justicia e injusticia (Hobbes, 1994, p. 110), porque donde no hay poder común no hay ley. Hobbes define este estado de naturaleza como un desorden que se sigue de la libertad conseguida por la desintegración de la autoridad, esta libertad puede visualizarse como una especie de anarquía.

      Así mismo, Hobbes concebía que, en la condición natural, los hombres solo eran guiados por sus instintos, es decir, por sus deseos. Además, el orden no era propiamente una característica atribuible a ellos, puesto que, al no existir un poder común que los obligue al orden, permanecerán en estado de guerra, todos contra todos. Ahora bien, este filósofo manifiesta que existe un valor que se le puede atribuir a ese estado natural, se trata del valor de la igualdad, pues por ella se rigen las diferentes acciones de los hombres. Así lo explica Fernando Aranda:

      Hay aquí un valor que condiciona