Justicia. Nadia Hernandez

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Название Justicia
Автор произведения Nadia Hernandez
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789588956961



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de Filosofía UIS

      1 Por disposición de los editores académicos, las citas textuales incluidas en el presente libro se han mantenido tal como aparecen en su fuente original. Por tanto, las citas no cuentan con ningún tipo de corrección ortotipográfica (N. del E.).

      Análisis de la película El proceso (1962), de Orson Welles, desde las teorías de la justicia de Trasímaco y Hobbes

      Introducción

      Cuando se trabaja el concepto de justicia surgen varias posturas acerca de qué es y cómo puede ser definido este concepto. Pues bien, dentro de las diferentes concepciones que pueden hallarse a lo largo de la historia de la filosofía, se manifiesta el pensamiento tanto del filósofo griego Platón, puesto en boca de Trasímaco, como el del filósofo inglés Thomas Hobbes.

      Por consiguiente, el presente trabajo es un análisis de la película El proceso (1962) de Orson Welles. Este filme fue escogido tras una larga deliberación como el más apropiado para evidenciar o señalar las teorías de la justicia, tanto de Trasímaco como de Hobbes. A partir de los diálogos de los personajes se indagarán estas teorías y se mostrarán elementos que permitan analizarlas. Sin embargo, para esto es necesario, primero, analizar la tesis de que «lo justo no es otra cosa que lo que le conviene al más fuerte», puesta por Platón en boca de Trasímaco en el libro primero de la República; y, después, pormenorizar la teoría de justica hobbesiana, que consiste en «que los hombres cumplan los pactos celebrados», como se expone en Leviatán.

      De igual manera, se estudiará el papel de Josef K, debido a que él es la persona juzgada por “la ley o el Estado de derecho” por un delito que aparentemente cometió. Sin embargo, este no comprende los motivos ni los diferentes procedimientos a los que tiene que enfrentarse, empezando por un juicio que nada tiene que ver con los juicios convencionales, así como el desconocimiento total acerca de las leyes que están siendo aplicadas a su caso. Es justamente sobre esas leyes, escritas por el hombre (soberano) y ejecutadas por los propios hombres, que la sociedad marcha hacia un modelo casi totalitario.

      Lo justo no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte

      Cada gobierno implanta las leyes en vista de lo que es conveniente para él: la democracia, leyes democráticas; la tiranía, leyes tiránicas, y así las demás. Una vez implantadas manifiestan que lo que conviene a los gobernantes es justo para los gobernados, y al que se aparta de esto lo castigan por infringir las leyes y obrar injustamente. (Platón, 1988, 338d11-e5)

      Según Trasímaco, las leyes que determinan lo que es justo dependen de lo que le conviene al más fuerte, es decir, en palabras de Carrasco (2012): «Las leyes, y, por tanto, lo que es legal, dependen del poder político de la ciudad para la que son dadas» (p. 93). Todo esto en vista del propio beneficio o conveniencia del Gobierno de turno. Así, al dictar las leyes, este declara lo que es justo para sus gobernados; además, si alguien las trasgrede, este será calificado de injusto y será castigado severamente. Por tanto, lo que se considerará justo dependerá de la voluntad y del interés del Gobierno vigente.

      Agente.― Como quiera, Sr. ¿Pero por qué quiere vestirse de todas formas? No va a ninguna parte. Está detenido.

      Josef K.― ¿Es una acusación formal?

      Agente.― Eso no puedo decirlo, Sr.

      Josef K.― ¿Y de qué se me acusa?

      Agente.― Deberá aclararlo con el inspector. (Welles, 1962, 8 min 3 s – 8 min 18 s)

      En relación con lo anterior, en el diálogo que sostiene el agente con Josef K se evidencia que este se ha apartado de las leyes que dicta el gobernante-soberano, puesto que, al parecer, ha incumplido una ley, y esto ha generado, en términos jurídicos, la detención o la sanción correspondiente, dependiendo de la violación de la ley. Al violar la ley, Josef K está yendo en contra de la voluntad del gobernante, de lo cual se deduce que no reconoce la autoridad, y que, por tanto, es injusto con el más fuerte, es decir, el gobernante.

      Sin embargo, cabe resaltar que el gobernante-soberano para Trasímaco «no es, estrictamente hablando un gobernante en tanto actúe con ignorancia o erróneamente, sino sólo al ejercer correctamente su oficio. Será únicamente entonces cuando mandará lo que sea mejor para sí mismo, y cuando lo ordenado debería ser obedecido» (Guthrie, 1969, p. 96).

      A partir de lo dicho, la justicia es un medio del cual se vale el gobernante-soberano para obtener provecho del que obedece, es decir, de quien actúa de acuerdo con las leyes impuestas por el gobierno de turno. El súbdito obedece en pos de intereses ajenos y abandona los propios, acto que lo hace justo. El hombre justo, como Trasímaco lo entiende, es aquel que rige su conducta de acuerdo con la ley, y no busca obtener ventajas personales; de esta manera, se caracteriza por su obediencia, por someterse a la ley dictada por el más fuerte. Por el contrario, el hombre injusto, tal como lo presenta el sofista ateniense, actúa de manera opuesta, es decir, es aquel que busca obtener ventajas sobre todos los demás, es el hombre egoísta, el que quiere todo para sí y se vale de los otros para alcanzar su propio beneficio, como es el caso de los tiranos, de lo cual se hablará más adelante en el texto.

      Siguiendo lo anterior, los gobernantes-soberanos pueden llegar a ser injustos, puesto que implantan leyes buscando su propio beneficio sin importar que estas causen mal a sus súbditos. No obstante, la figura del injusto no solo puede llegar a incluir a los gobernantes, sino también a cualquier súbdito, ya que no todos ellos son justos ni están dispuestos a subordinarse totalmente al Estado, tal y como sucede en el siguiente diálogo de Josef K con los agentes:

      Josef K.― ¿Qué hacen aquí?

      Agente 1.― Van a azotarnos.

      Josef K.― ¿Van a qué?

      Agente 1.― ¡Todo por su culpa!

      Agente 2.― Tenemos problemas porque se quejó a las autoridades.

      Agente 1.― ¡Nos acusó de corrupción!

      Josef K.― Solo se lo mencioné al inspector.

      Agente 2.― ¡Y al juez! (Welles, 1962, 40 min 55 s – 41 min 10 s)

      Si se revisa el diálogo suscitado entre Josef K y los agentes se puede ver que ellos serán sancionados debido al incumplimiento de una ley, a saber, el de la corrupción, porque no se sometieron a la voluntad del soberano, y, por tal motivo, el castigo que les corresponde es ser azotados. Ahora bien, teniendo presente que el gobernante solo es gobernante en tanto actúe con sabiduría, se tiene una definición más adecuada con lo dicho hasta ahora de la justicia por parte de Trasímaco:

      El gobernante, en tanto es gobernante; no se equivoca, y al no equivocarse establece lo mejor para sí mismo, y esto es lo que debe hacer el gobernado. De modo tal que, como afirme desde el principio, declaro que es justo hacer lo que conviene al más fuerte. (Platón, 1988, 341a)

      De este modo, el gobernante, al ser considerado justo y sabio, tiene el poder de castigar a todo aquel que incumpla las leyes que son emitidas por él, aunque estas sean injustas (las cuales buscan el interés privado). Por ende, el súbdito que no las cumple está siendo injusto, dado que no está legitimando el poder del más fuerte y no le está trayendo ningún beneficio al gobernante. Así, en palabras de Carrasco (2012), «si el gobernante es sabio, la obediencia del súbdito debe ser justa, y consiste en hacer lo que le es conveniente al más fuerte» (p. 93). No obstante, este no es el caso de los agentes antes citados, puesto que, al ser corruptos, están cometiendo injusticias ante