Donald Meltzer, vida onírica. Elena Ortiz Jiménez

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Название Donald Meltzer, vida onírica
Автор произведения Elena Ortiz Jiménez
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9786078676576



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fue un gran admirador de las artes plásticas. Tal vez por eso, su concepción del psicoanálisis estaba “más cerca del arte que de la ciencia”. En sus cimientos esta perspectiva se encontraba con una concepción platónica, según la cual la verdad estará siempre velada y lo esencial será inaprehensible a nuestros sentidos (Etchegoyen, 2004: 279).

      Estas cualidades impregnan su escritura. Escribir para él fue algo que parecía surgir naturalmente y su estilo literario está teñido de la dicción poética que advertía en los sueños, por eso su lectura es una verdadera experiencia estética. Paradójicamente, afirmó siempre estar un poco sorprendido de que la gente lo leyera y se acercara a sus textos. El trabajo con grupos, que fue una fuente de disfrute para él, en un cierto momento creció con el hecho de que los grupos mismos se encargaran del oficio de la escritura. Con el humor que lo caracterizaba, cuando comenzó a escribir y a presentar viñetas clínicas, pensaba que eso representaba una suerte de explotación del paciente, así como un plagio cuando de tomar los sueños se trataba. Sin embargo, reflexionaba que cuando se aborda un material clínico se hace una construcción imaginativa del paciente a la manera de esbozar sombras en la pared como en la caverna platónica, porque lo que se escribe es sólo una sombra particular de la personalidad total (Meltzer, 2000: 5-6).

      La obra de Meltzer transita por regiones difíciles de describir con palabras: el área emocional de la comunicación no verbal, del ensueño y el pensamiento inconsciente. La pasión por el método psicoanalítico fue uno de los motores en su vida y gracias a él el propio análisis se convierte en un objeto estético (Meltzer y Harris, [1988] 1990: 29).

      Poco antes de su muerte, se le preguntó cuál era su libro más valioso; contestó que El proceso psicoanalítico, pero agregó que pensaba que su texto más original había sido La aprehensión de la belleza (Li Causi y Waddell, 2005).

      Incluso en sus textos más creativos, Meltzer se preocupó por mostrar cómo se entreteje su pensamiento con el de sus maestros y predecesores; cómo, desde esa plataforma, se abre el lugar para nuevos hallazgos. Le importaba evidenciar este entramado, “como una guirnalda de flores”, no sólo por razones epistemológicas y teóricas, sino también emocionales: la necesidad de reconocer, alejado de una postura narcisista autosuficiente, a los objetos internos que son la fuente de inspiración. Es la vivencia teológica del mundo interno y del pensamiento. Esta idea alude a una noción de Meltzer que atribuye a la obra de Klein: teológica por la fuerza de inspiración y aspiración que los objetos internos tienen dentro de la mente humana.

      Una observación suya a propósito del superyó ideal —una idea extraordinaria— puede contribuir a aclarar el sentido de lo que Meltzer entiende por dimensión teológica de la mente.

      El problema al cual han tratado de aferrarse todos los sistemas teológicos y filosóficos ha encontrado finalmente su justa jurisdicción: la realidad psíquica. La prueba de la existencia de Dios ha culminado inesperadamente a través de un método esencialmente iconoclasta, que fusionó simultáneamente este concepto de Dios con el de la mente individual poniendo fin para siempre a la posibilidad de la existencia de la religión como institución social, por encima del individuo. Dios está muerto en el mundo externo y vuelto a la vida

      dentro de uno, pero sólo, como sabemos, a través del duelo (Meltzer, [1973] 1974: 134).

      Como resulta claro de la lectura de esta cita, el sentido teológico que atribuye al pensamiento de Klein no debe entenderse en ningún sentido religioso. De igual modo, habla con frecuencia de “los dioses”. Se trata de la fuerza de la inspiración y aspiración de los objetos internos, sobre todo de los que integran el superyó ideal, particularmente las figuras parentales asumidas con admiración. Los mejores aspectos de la mente, sostiene Meltzer, están más allá del self y éste ha de mostrarse receptivo a las funciones que los objetos despliegan.

      Este es el núcleo de la identificación introyectiva y del desarrollo emocional.

      También, nos muestra cómo los dioses no actúan gratuitamente, cómo debe hacerse un esfuerzo importante y sistemático para lograr ser inspirado por estos dioses; años de trabajo que culminan en la posibilidad de comprender aspectos complejos de la mente. Meltzer nos comparte y nos explica desde dónde se genera su comprensión clínica de la misma manera en que uno supone que se lo mostraba a sus pacientes; desde dónde se estaban construyendo las interpretaciones. Se aleja así de una postura omnisciente y se acerca a una clínica donde la sencillez y la humildad predominan.

      Meltzer se caracterizó por su

      ...calidez, generosidad, su agudeza clínica única, y su sensibilidad para los procesos inconscientes, su integridad y su auténtica capacidad para cuidar a sus pacientes y estudiantes (Hahn, 2005: 178).

      Donald Meltzer murió el 13 de agosto del 2004, dos días antes de cumplir ochenta y dos años de edad. Su esperanza para la sobrevivencia del psicoanálisis descansaba en la capacidad de la siguiente generación para aprender de la experiencia con ayuda de los objetos internos (Harris, 2015: xviii), en la confianza en el proceso psicoanalítico, ese enigmático espacio que se crea entre paciente y analista que es el espacio mitológico de la realidad psíquica. Comprendía esta confianza en el método como la confianza en los propios objetos internos psicoanalíticos (Meltzer, [2002] 2003: 143).

      En una entrevista concedida en 1988, Catherine Mack Smith le preguntó acerca de la cualidad de cuasi-genio que muchos le atribuían.

      Mi propio análisis me desilusionó con respecto a mi simpatía —respondió—. Me volví una persona mucho menos amable y mucho más deprimida. No soy particularmente inteligente; ciertamente, tampoco soy particularmente culto o educado. Mi fuerza como analista es mi amor por este trabajo y me arrojo a él con todo el corazón; estoy seguro, además, de que la mayoría de las veces lo hago muy, muy bien. [...] La gente utiliza el término [genio] con ligereza. Es una función de la transferencia idealizada y la sobreestimación (Mack Smith, 2007: 151).

      La entrevistadora termina sugiriendo que de acuerdo con la canción popular Meltzer habría hecho las cosas “a su manera”. A ello, él contestó enérgicamente, “¡No, no; lo he hecho a su manera!” Se refería con ello a los objetos internos, a los padres, a la generosidad del pecho que forma el núcleo del objeto combinado del superyó ideal, uno de los conceptos suyos más creativos y hermosos.

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