Carmen Aldunate sin corazas. Patricia Arancibia Clavel

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Название Carmen Aldunate sin corazas
Автор произведения Patricia Arancibia Clavel
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789563248289



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1 · Mi primer viaje a Davis

       2 · Nace la Antonia y con ella mis primeras exposiciones

       Entreacto

       11º encuentro

       1 · Mi segundo viaje a Davis

       2 · Vuelta al caos de la Unidad Popular

       3 · Mi micromundo

       Entreacto

       12º encuentro

       13º encuentro

       1 · Más Bergman que Fellini

       2 · Lily Lanz y Galería Época

       3 · El hoyo negro

       Entreacto

       14º encuentro

       1 · Levantando cabeza

       2 · Pecados, virtudes y “angustia en mis ojos”

       Entreacto

       15º encuentro

       1 · La “Maldita primavera” y mi primer “título”

       2 · Una separación surrealista

       Entreacto

       16º encuentro

       1 · Una pausa

       Entreacto

       17º encuentro

       1 · Desarmándome como las piezas de un lego

      A Miss Rose (Toy), Nella, Lily, Rosa,

      Diego José y Mario, quienes me

      permitieron ser lo que soy.

      Y más que a nadie a mi compañera de

      vida por más de 30 años, Angélica Silva.

       A modo de inicio

      

       Se hace camino al andar. Así dice la canción y para mí es una verdad.

       Tengo un puñadito de amigas, de esas que uno no ve cada día, o tal vez en más de un año, pero con las que se cuenta siempre sin dudar ni un instante.

       Tengo también muchas conocidas a las que respeto y quiero, pero ya no tengo edad, paciencia o fuerzas para hincarles el diente (o que me lo hinquen) para poder así incluirlas en mi puñado chico.

       Pero a veces sucede con alguien un milagro, un choque, una alineación, un algo.

       Y fue así.

       Sin ni siquiera pedir permiso, una de ellas se apoderó de mi confianza, robó todas mis prudencias, quitó máscaras y corazas y, sin más, al compás de unos meses y unos tragos, se apropió de mi vida, de mi cuento...

       ¡Gracias, Paty!

      

       En el año del coronavirus

      

      

      

       Introducción

      Comienzos de junio de 2018. Un letargo, que alguien podría confundir con depresión, me tenía tomada desde hacía meses. Claro, era explicable. A fines de febrero —el 28 para ser más exacta— había sufrido la pérdida de mi madre y una sensación de distancia y desapego físico y emocional a las cosas que envolvían mi quehacer cotidiano, se hizo presente con fuerza.

      Me dejé ir. Sentí que por un tiempo era necesario vivir en un estado de laissez faire, laissez passer, permitiendo que se desplegaran en mi interior nuevas ideas y proyectos capaces de sacudirme de la modorra en que me encontraba. Siempre supe que no se trataba de abandonar mi trabajo que tantas satisfacciones me ha generado en estos últimos veinte años, sino más bien de encontrar una motivación que —dada mi sensibilidad del momento— me ayudara a sacar fuera mis propios sentimientos y emociones.

      Y es que escribir es un oficio sanador. Tenía una experiencia anterior. El 2011, Vicente Monge —hoy un gran amigo— me pidió que relatara la historia de su hija Verónica, quien a los 22 años había muerto de cáncer. Era algo totalmente diferente a lo que había hecho hasta ese entonces y, por esas cosas del destino, acepté el desafío.

      Digo que fue el destino porque, cuando me preparaba a escribir ese libro, murió en circunstancias muy trágicas Enrique, el mayor de mis diez hermanos. Cuando terminé de escribir el libro de la Verito me percaté que, sin darme cuenta, había volcado en el texto no solo el dolor de una familia, sino que mi propio dolor. Sin duda, se había producido una especie de transferencia de emociones y sentimientos que me ayudó a comprender muchas cosas que no son del caso relatar aquí.

      Ahora me encontraba en una situación parecida, pero diferente. Necesitaba un nuevo reencuentro conmigo misma, pero esta vez, el desafío era que yo encontrara un “alguien” con quien realizar un nuevo ejercicio de escritura sanadora.

      No sabía bien qué quería. En un primer momento, pensé que había llegado la hora de cumplir la promesa que le había hecho a mi mamá de escribir para la familia su fascinante historia de vida, pero no me sentía capaz. Todo estaba muy reciente y eso implicaba volver a escuchar su voz, volver a leer sus cartas y, sobre todo, leer sus diarios de vida, que, en un acto de confianza y generosidad, me había entregado antes de partir…

      Una noche cualquiera, pensando en estos avatares, de improviso,