Название | Más allá de la escuela |
---|---|
Автор произведения | Группа авторов |
Жанр | Учебная литература |
Серия | |
Издательство | Учебная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789878661773 |
1 Itzel Farías Malagón es mujer madre, investigadora de procesos de desescolarización, parte de una familia desescolarizada, colaboradora de la Universidad de la Tierra en Oaxaca y Unitierra Huitzo Yelao, miembra de la Red de Aprendizajes Alternativos en Oaxaca y otras redes de aprendizajes diversos. Para contactarla: [email protected].
2 Para mayor información sobre este teórico consultar la compilación de sus escritos en Obras Reunidas volumen 1 y 2 de la editorial Fondo de Cultura Económica.
3 El concepto de trama de aprendizaje se refiere a una relación entre el ser humano y su medio que permite fomentar el aprendizaje automotivado y generar nuevos vínculos con el mundo que van más allá de programas educativos, es decir, propiciar que cada momento y lugar sean espacios de aprendizaje para no confinar esta actividad a los salones de clase.
4 El CIDOC - Centro Intercultural de Documentación de Cuernavaca (1966-1976) fundado por Iván Illich en colaboración permanente de Valentina Borremans, fue un espacio de pensamientos, estudios políticos, económicos, culturales, religiosos, sociales y pedagógicos al que llegaban personas de todo el mundo. Era un lugar de discusiones y encuentros, sin currículo, grados, certificados ni créditos. No se imponían requisitos académicos a quienes aprendían y enseñaban. Fue considerado un hervidero del pensamiento radical. Para mayor información, consultar el texto: CIDOC. Una experiencia de aprendizaje convivencial y producción autónoma de conocimiento, de Palapa Editorial El Rebozo.
5 Jean Robert es un académico y arquitecto mexicano de origen suizo que se estableció en México desde 1972. Allí, sus encuentros con pensadores críticos como Iván Illich, John Turner y Gustavo Esteva fueron decisivos para orientar su pensamiento. Impartió diversos seminarios en el CIDOC y ha enfocado sus aportaciones en diversos temas sobre autonomía y tecnologías alternativas.
6 Valentina Borremans es una bibliotecaria belga que jugó un papel importante en la fundación del CIDOC, en el cual se desempeñó como administradora y bibliotecaria, además de participante de sus numerosos seminarios. También editó los manuscritos de Iván Illich. Hasta el día de hoy cuida la biblioteca de Illich en Ocotepec, Morelos.
7 Para mayor información, consultar en internet el siguiente artículo que abunda sobre este tema: Deschooling and the Web: Ivan Illich 30 Years On, de Ian Hart disponible en: https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/09523980110041449a
8 Para profundizar en este tema, leer el artículo Luchas por la libertad de aprender de Gustavo Esteva en este libro. N. de la E.
9 Para profundizar en este tema, recomiendo leer el texto Profesiones inhabilitantes, de Iván Illich, accesible en internet.
10 Para mayor información, consultar sus libros En vez de educación: maneras de ayudar a la gente a hacer las cosas mejor, Libertad y algo más: ¿hacia la desescolarización de la sociedad?, ¿Cómo aprenden los niños?
Nubes
veo las nubes pasar
más allá de la reja
que no siempre
veo
las nubes pasar
Una impugnación a los encierros
por Laura Isod 1
Rechacé la escuela como opción para educar a mis hijos en razón de una crítica profunda al paradigma escolarizador y en la conciencia respecto de las posibilidades que se abrían al rechazarlo. Fue consecuencia de observar a los niños en su interacción con el mundo y de valorar su modo integral e implicado de conocer, por sobre las formas fragmentadas y descontextualizadas que les presentaba la institución escolar.
Me propuse no interrumpir su natural iniciativa y respetar su poderosa autonomía en el aprendizaje. Mi propia experiencia respecto de las estructuras jerárquicas en que se desempeñan los roles de enseñantes me inclinó a prever que las palabras y acciones de dichas “figuras de autoridad” pudieran coartar (o peor, reprimir) el entusiasmo y el deseo de aprender de los niños.
Algunas características de la escuela me parecían excesivamente arbitrarias, insostenibles e incluso perjudiciales para su crecimiento: la separación y la homogeneización de grupos por edades, la clasificación y la secuenciación anticipada del conocimiento, la partición del tiempo y de la actividad, la evaluación externa y la calificación, los modelos de estímulo y los parámetros estandarizados de éxito. No quise que mis hijos pasaran por eso.
Aquello que podían crear ellos mismos, sin dichas intervenciones, era demasiado valioso para ponerlo en riesgo. Ellos dibujaban cantando; jugaban libremente con los ritmos y la voz; aprendían a leer preguntando y a escribir bailando. Su impulso de búsqueda no requería ninguna consigna ni respuesta inmediata. Sus inquietudes eran lo suficientemente respetables como para rechazar la obligación de distraerlos con pautas e intereses ajenos a sus necesidades.
Esto no suponía, de ningún modo, ponderar el hogar familiar como un contexto adecuado para la infancia, ni reducir la respuesta a las posibilidades habitualmente aceptadas en la crianza. Pronto asumí una posición frente a cierta realidad: estamos solos, en un mundo donde la mayor parte de las decisiones no las tomamos nosotros; pero el encierro no es una opción que nos agrade, así que intentaremos encontrar una salida.
Mi ruptura con las opciones institucionales comenzó, antes que por las teorías y prácticas de la enseñanza, por una cuestión que, si bien atravesaba la cotidianidad escolar, no era considerada, y mucho menos discutida, dentro de los planes pedagógicos. Se trataba de una inquietud elemental que me movilizó como madre desde el comienzo de la crianza: el problema del alimento.
Plantear la pregunta por las formas en que son producidos y consumidos nuestros alimentos y negarme a aceptar lo culturalmente normalizado en ello, me llevó a un punto de cuestionamiento radical que no admitía posibilidad de convivencia pacífica con la práctica escolar. Claramente, la escuela era un lugar donde el alimento se exponía como un bien a repartir y compartir sin perturbar, antes que como un problema central desde el cual proponer un cuestionamiento de la estructura de decisiones que nos gobierna2 .
Cabía imaginar que algo similar ocurriría con todo lo demás. ¿Quiénes tomaban las decisiones sobre aquello que sucedía en la escuela? ¿Era la escuela un lugar para aprender a decidir o a aceptar? ¿Cuántas imposiciones debíamos aceptar antes de comenzar a decidir?
Rechazar