Название | Obras escogidas de Ireneo de Lyon |
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Автор произведения | Alfonso Ropero |
Жанр | Документальная литература |
Серия | Obras Escogidas Patrística |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788416845095 |
También la parábola de la levadura, que nos describe a una mujer ocultando la levadura en tres medidas de harina (Mt. 13:33), designa, según ellos, a las tres clases de hombres. Enseñan que la mujer es la Sabiduría; las tres medidas de harina son las tres clases de hombres: espirituales, psíquicos y terrenos; la levadura es el Salvador mismo. También Pablo habla en términos precisos de terrenos, psíquicos y espirituales.
Dice en una parte: “Cual es el terrenal, tales son los terrenales” (1ª Co. 15:48). Y en otro lugar: “El hombre psíquico (animal) no percibe las cosas que son del Espíritu” (1ª Co. 2:14). También en otra parte: “El espiritual juzga de todo” (v. 15). La frase: “El hombre psíquico no percibe las cosas que son del Espíritu” dicen que fue dicha del Demiurgo, que, siendo psíquico, no conocía a la Madre que es espiritual, ni a la simiente de ella, ni a los eones del Pleroma. Pablo afirma también que el Salvador tomó las primicias de los que iba a salvar: “Si la primicia es santa, también la masa” (Ro. 11:16). Las primicias, según ellos, son el elemento espiritual; la masa somos nosotros, es decir, la Iglesia psíquica; el Salvador ha tomado esta masa y la ha incrementado, porque él es la levadura.
4. Como Acamoth se ha extraviado fuera del Pleroma, ha sido formada por Cristo y buscada por el Salvador; dicen que esto lo ha manifestado él al decir que ha venido en busca de la oveja perdida (Mt. 18:12, 13). Refieren que la oveja perdida es su Madre, de la que pretenden que ha nacido la Iglesia de aquí abajo; el extravío de esta oveja es su estancia fuera del Pleroma, en el seno de todas las pasiones, de donde, según ellos ha salido la materia.
En cuanto a la mujer que barre su casa y encuentra el dracma es la Sabiduría de arriba, que ha perdido su Enthimesis, y que, más tarde, cuando todas las cosas hayan sido purificadas por la venida del Salvador, la volverá a encontrar: porque, según su creencia, esta Enthimesis debe ser restablecida en el interior del Pleroma. Simeón, que recibió en sus brazos a Cristo y dio gracias a Dios diciendo: “Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo ir en paz, según tu palabras” (Lc. 2:29), es, según ellos, la figura del Demiurgo, que, al llegar el Salvador, conoció su cambio de lugar y dio gracias al Abismo (Bytho).
En cuanto a Ana la profetisa, de la que dice el Evangelio que vivió siete años con su marido y perseveró viuda todo el tiempo restante, hasta el momento en que vio al Salvador (vv. 36-38), le conoció y habló de él a todo el mundo, manifiestan que simboliza claramente a Acamoth: que, habiendo visto antiguamente durante un breve momento al Salvador con sus coetáneos, permanece después todo el resto del tiempo en el lugar del Intermediario, esperando que él vuelva y la restablezca en su syzygia (pareja).
Su nombre ha sido indicado por el Salvador en esta palabra: “La sabiduría ha sido justificada por sus hijos” (Lc. 7:35). Y por Pablo en estos términos: “Entre los perfectos predicamos la Sabiduría” (1ª Co. 2:6).
De la misma manera también las parejas (syzygias), que existen dentro del Pleroma, han sido dadas a conocer claramente por Pablo con la muestra de una de ellas. Hablando del matrimonio de aquí abajo, dice: “Este misterio es grande; mas yo lo digo, de Cristo y su Iglesia” (Ef. 5:32).
5. Enseñan también que Juan, discípulo del Señor, ha dado a conocer a la primera Ogdóada. He aquí sus propias palabras: Juan, discípulo del Señor, queriendo exponer el origen de todas las cosas, es decir, la manera como el Padre ha emitido todas las cosas pone en la base a un cierto “Principio”, que es lo primero que ha sido engendrado por Dios, al que llama también “Hijo” y “Unigénito de Dios” y en el que el Padre ha emitido todas las cosas a manera de semilla. Por este principio, dice Juan, ha sido emitido el “Verbo” y, en él, la sustancia entera de los eones, que el Verbo mismo ha formado a continuación. Puesto que Juan habla de la primera génesis, con razón comienza su enseñanza por el Principio o Hijo y por el Verbo. Se expresa así: “En el Principio existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Él estaba en el Principio con Dios” (Jn. 1:1, 2).
Ante todo, según ellos, Juan distingue tres términos: Dios, el Principio y el Verbo; a continuación los junta. A fin de mostrar, de una parte, la emisión de cada uno de los dos términos, a saber, del Hijo y del Verbo; y, por otra, la unión que tienen entre sí al mismo tiempo que con el Padre. Porque en el Padre y viniendo del Padre está el Principio; en el Principio y viniendo del Principio está el Verbo. Por tanto se expresó perfectamente Juan cuando dijo: “En el Principio estaba el Verbo”. El Verbo, en efecto, estaba en el Hijo, “y el Verbo estaba con Dios” (vuelto a Dios), el Principio lo estaba también. “Y el Verbo era Dios”, una simple consecuencia, puesto que lo que ha nacido de Dios es Dios. “Este Verbo estaba en el Principio vuelto a Dios (con Dios)”, esta frase indica el orden de la emisión. “Todo fue hecho por Él y sin Él nada se hizo”, en efecto, para todos los eones, que han venido después de Él, el Verbo ha sido la causa de su formación y nacimiento.
Juan prosigue: “Cuanto ha sido hecho en él es Vida” (Jn. 1:4). Señala aquí una syzygia (pareja): Porque todas las cosas, dice él, han sido hechas por medio de él, mas la Vida está en él. Y lo que está en él es cosa más próxima a él que lo que ha sido hecho por medio de él: esta Vida le está unida, y da fruto gracias a él. Y añade Juan: ´”La Vida era la luz de los Hombres” (v. 4). Aquí, al decir Hombres, indica con ese nombre la Iglesia, a fin de mostrar con el empleo de un solo nombre la unión de la pareja (syzygias): Porque del Verbo y de la Vida provienen el Hombre y la Iglesia. Juan llama a la Vida “Luz de los Hombres”, porque éstos han sido iluminados por ella, o, más bien, formados y manifestados.
Esto mismo es lo que dice Pablo: “Todo lo que es manifiesto es Luz” (Ef. 5:13). Por tanto puesto que la Vida ha manifestado y engendrado al Hombre y a la Iglesia es llamada su Luz. Así, por estas palabras, ha mostrado claramente Juan, entre otras cosas, la segunda Tétrada: Verbo y Vida, Hombre e Iglesia. Mas ha indicado también la primera Tétrada. Porque, al hablar del Salvador y decir que todo lo que está fuera del Pleroma ha sido formado por él, dijo al mismo tiempo que el Salvador es el fruto de todo el Pleroma. En efecto, él llama la Luz a lo que brilla en las tinieblas y no ha sido comprendida por ellas (Jn. 1:5), porque al armonizar enteramente todos los productos de la pasión ha quedado ignorada de ellos. Juan llama también a este Salvador: Hijo, Verdad, Vida y Verbo, que se hizo carne, cuya gloria hemos visto, dice, y su gloria era cual correspondía al Unigénito, y que le había sido dada por el Padre a él, lleno de Gracia y de Verdad (v. 14).
He aquí las palabras de Juan: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y nosotros vimos su gloria, gloria cual de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn. 1:14). Por tanto, según los herejes, Juan ha manifestado también con exactitud la primera Tétrada: Padre y Gracia, Unigénito y Verdad.
Así es como ha hablado también de la primera Ogdóada, Madre de todos los eones: ha nombrado al Padre y a la Gracia, al Unigénito y a la Verdad, al Verbo y a la Vida, al Hombre y a la Iglesia. Así se expresa también Ptolomeo.
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Identidad de Jesús y el Verbo. La encarnación
1. Por tanto ya ves, amado, de qué artificios se valen para engañarse a sí mismos, tergiversando las Escrituras y tratando de dar por medio de ellas consistencia a su ficción. Por eso he referido sus mismos dichos y ardides, para que tú puedas constatar la falsedad de sus artificios y la perversidad de sus errores. Ante todo, si Juan se hubiera propuesto manifestar la Ogdóada de arriba, hubiera conservado el orden de las emisiones: la primera Tétrada,