La sociedad de castas. Agustín Pániker Vilaplana

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Название La sociedad de castas
Автор произведения Agustín Pániker Vilaplana
Жанр Социология
Серия Ensayo
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9788499884264



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porcentaje extremadamente bajo de flujos migrantes.

      ¡Ojo! Sabemos de muchas migraciones hacia la India (desde los que se llamaron a sí mismos āryas, hace 4.000 años, pasando por persas, griegos, escitas, árabes, afganos, parsis, judíos, cristiano-sirios, armenios, tibetanos, etcétera). Durante siglos, el continente índico ha ido absorbiendo –con la notable excepción de los modernos europeos– cantidad de flujos migratorios. También sabemos de las emigraciones de indios hacia Sri Lanka o el Sudeste Asiático; o de la todavía poco aclarada diáspora romā (gitana), que tocaremos más adelante [véase capítulo 15]; y la “forzada” hacia plantaciones coloniales en Fiji, Mauricio, Trinidad, Sudáfrica o Guyana; o la más reciente a la angloesfera (EE.UU., Canadá, Reino Unido, Australia) y a los países del Golfo Pérsico. Los avatares políticos también han precipitado flujos masivos de refugiados (como durante la “Partición” de 1947 o las diásporas de tamiles, sikhs o cachemires).

      Y, sin embargo, también sabemos que «más del 95% de todos los indios vive en los estados en los que han nacido», en palabras de Myron Weiner.53 La India es un país de gente de su localidad, de su pequeña comarca. (Si bien este es un aspecto que está cambiando en la actualidad.)

      La migración a las ciudades va a ritmo más lento en la India que en otras partes, a pesar de lo que megápolis como Bombay, Calcuta o Delhi puedan hacer pensar. Y, para nuestra sorpresa, es en el mundo rural donde se da el porcentaje más elevado de población inmigrada. Un 30% de la población rural india está compuesta por migrantes. La explicación a este entramado de paradojas se encuentra en la casta.

      La endogamia de casta combinada con la exogamia de aldea o linaje obliga a las mujeres del campo a cambiar de pueblo o distrito (aunque rara vez de estado). Así, el grueso de ese 30% de migración rural son mujeres que han emigrado hacia su nuevo hogar marital.

      Precisamente porque la casta es local, la migración a otra región lingüística o a otro país es rara. Por descontado, dada la larguísima historia del continente índico, conocemos muchos casos de comunidades que han emigrado a otras zonas y regiones de la India. Lo interesante es que la endogamia de casta los ha convertido en pequeños enclaves sociales, capaces de mantener muchas generaciones después su identidad cultural. Puede que sean bilingües o plurilingües, como lo son un 65,5% de las comunidades índicas,54 pero el matrimonio con alguien de fuera de la comunidad es raro.

      La casta es siempre un fenómeno local, circunscrito a una región. Las reglas de parentesco exigen que los matrimonios sean pactados por familias de la misma casta y que hablen la misma lengua. Se ha calculado que en cada región lingüística de la India (y hay algo más de un centenar de ellas, si bien únicamente 20 o 25 son de tamaño relevante) existen entre 50 y 200 grandes castas.55

      Una casta es un universo de relaciones sociales y rasgos culturales siempre confinado a una aldea, comarca o pequeña región. Salvo las gigantescas macrocastas (muchas coaguladas en tiempos recientes), la mayoría de las castas son específicas de una región. Por ende, las jerarquías son asimismo regionales. Sólo en referencia a otras castas de la localidad puede percibirse el estatus.56

      Cada región lingüística o cultural posee su “sistema” peculiar. En Tamil Nadu existen las llamadas castas de la “mano derecha” (valaṅkai) y las de la “mano izquierda” (iṭaṅkai). Su enemistad está atestiguada ya en el siglo XI. Gujarat es único en aspectos como la etiqueta social, los tabúes de polución, la modesta posición otorgada a los brāhmaṇs y hasta la separación entre “casta” y “tribu”. El conocimiento de una casta es asimismo local. Ser “marāṭha” posee su significado únicamente en Maharashtra. Fuera de esa región, se desconocen las historias, los mitos, los estereotipos, las rivalidades o las resonancias.

      En la zona de Ludhiana, en el Punjab, más del 50% de la población es de casta jāṭ (sikh o hindú), macrocasta eminentemente agrícola. Este punto es importante de retener. Si en una comarca existe una casta agrícola preponderante, las otras castas agrícolas serán casi inexistentes. En la costa de Andhra, los más numerosos son los kammas. En la zona rajasthani de Jodhpur dominan los mālīs. En el este de Uttar Pradesh, los bhūmihārs son muchos y poderosos. En Tamil Nadu, por ejemplo, los vāṇiyars son mayoritarios en los distritos de North Arcot, South Arcot, Salem y Chingleput; mientras que los nāḍars lo son en el distrito de Tirunelveli. Etcétera.

      La casta, sin embargo, sería algo distinto de la “tribu” que, más allá de la ambigüedad del término, suele remitir a un colectivo que ocupa un territorio bastante delimitado y forma un sistema cultural más o menos compacto [véase Características de los ādivāsis].b (Aunque téngase en cuenta al respecto la crítica de Maya Unnithan-Kumar.)58 Tampoco es la “clase social” que se define por características principalmente económicas. Lo que más se asemeja es el “grupo étnico”; pero haríamos bien en tampoco exagerar este aspecto.

      Porque las cosas son siempre complejas, llegados aquí conviene sacar a relucir el abordaje de Balmurli Natrajan, que nos hace ver lo problemático y arriesgado de exagerar el aspecto etnicista o cultural de la casta. Natrajan advierte de que «las castas no se han substancializado (o independizado del sistema de castas) lo suficiente para ser consideradas grupos étnicos».59 Según Natrajan, la visión de la casta etnicizada nos presenta a las comunidades de castas como sanamente “diferentes”; grupos que buscan el reconocimiento de sus diferencias en una sociedad multicultural, en un mundo que celebra la diversidad.60 La tesis de Natrajan es que:

      «El fenómeno de la casta-como-cultura es en sí mismo una adaptación ideológica estratégica de la casta, y no un avatar benigno de la casta en el siglo XXI que aparentemente tiene que ver con la diferencia y no con la desigualdad y la jerarquía».61

      Estimo, con Natrajan, que es importante no despolitizar la casta –como ya tendremos ocasión de ver a lo largo de la obra–, so pena de caer en una visión que camufla las desigualdades de casta, la opresión de casta (o de patriarquía) y el vínculo de la casta con el poder. Como hemos visto, las castas poseen rasgos culturales propios y una clara tendencia a facilitar y acomodarse a la diferencia, pero de ahí no hay que inferir que sean grupos “naturales”. Como pone la historiadora Uma Chakravarti:

      «Cada jati tiene sus tradiciones culturales, con sus costumbres de alimentación, rituales, códigos de vestimenta y hasta formas de arte propios, y así pueden “aparentar” funcionar meramente en un eje de diferencia».62

      Pero no olvidemos que el poder (económico, político o ritual) produce las distinciones culturales y las jerarquías. Las diferencias étnicas que encontramos en una sociedad occidental, por ejemplo, no son meramente culturales. Las diferencias étnicas se producen en las relaciones sociales y políticas. Si lo que ha sucedido en India es que se ha pasado de un sistema de castas a un sistema de grupos étnicos, el sistema sigue siendo, en cualquier caso, jerárquico. La casta existe como sistema de poder y se camufla como la cultura y la tradición de comunidades específicas.63

      Ver la casta sólo como cultura, como algunas corrientes hoy tienden a subrayar, es una manera deliberadamente “positiva” de ver el asunto. Las castas devienen diversidades culturales en el contexto de la globalización. Esta visión tiende a ver las desigualdades como si fueran únicamente diferencias