Название | Gloria en el infierno |
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Автор произведения | Pepa L. Casanova |
Жанр | Сделай Сам |
Серия | |
Издательство | Сделай Сам |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418730399 |
De este trabajo pasé a otro aún más interesante y estresante también. Ahora dirigía un grupo de gente, entre la que había una mujer, Beatriz, cuya contratación recomendé. Ella y yo conectábamos realmente bien en el trabajo. Era mi mano derecha y tenía una capacidad increíble para trabajar. Hablábamos sin parar de trabajo y de la vida en general. Una noche, sin apenas proponerlo, nos besamos. Ya llevaba casado unos siete años y en algún que otro momento flirteé con otras mujeres. En el caso de Beatriz, me gustaba estar con ella. A las pocas semanas me separé de Sandra. Una noche me sorprendió con Beatriz.
Uno de mis grandes problemas es la melancolía y lo mucho que me traiciona. Con la ayuda de mi madre, el chantaje de mi mujer para dejarme ver a mi hija y mi debilidad me hicieron volver con Sandra. Nunca volvió a ser lo mismo. Beatriz casi se muere de tristeza. Continuamos trabajando juntos hasta el final de los días en esa empresa y nuestra relación también continuó, pero tampoco fue lo mismo.
Aparte de liderar el grupo de trabajo, comencé a viajar por toda Europa, al principio de manera eventual en cada ciudad hasta que al final me instalé en Ginebra durante casi cinco años… A partir de entonces las cosas empezaron a ir a peor. La mala gestión de la dirección obligó a cerrar la empresa. Tuve problemas con el despido. Me prometí que en lo sucesivo no me involucraría tanto en el tema laboral. Me lancé en picado a por una oferta de trabajo que me ofrecieron en Málaga. Conseguí el empleo sin ningún problema. Nos levantamos bien temprano y en coche, después de nueve horas, llegamos a destino. Sandra se quedó esperándome. Cuando llegué le dije: «¡Cariño, hemos conseguido este trabajo!». Ella me respondió que nunca vendría a vivir a Málaga. Ese fue el principio del fin. En Málaga pasé la que probablemente ha sido la mejor época de mi vida. Era tan feliz que tenía miedo de que fuera algo enfermizo. Durante dos años la euforia fue mi compañera de viaje. Me divorcié; simplemente, se acabó. Continué teniendo algo con Beatriz, pero… ¡Qué curioso! No sabíamos estar juntos si no nos estábamos escondiendo. Éramos casi dos extraños después de tantos años.
Bueno, si el trabajo en León me gustaba, este era realmente increíble. No viajaba en absoluto. Nos contrataron a todos más o menos a la vez y como la mayoría éramos de fuera, además de compañeros, quedábamos como amigos para salir. ¡Qué divertido era todo! Conocí a muchas mujeres, además sin cargo de conciencia. Todo era lícito y legal, no me pesaba la conciencia. Era increíble y, desde luego, aproveché bien el momento.
Me apunté a un servicio de Internet para conocer gente nueva, uno llamado CITA2, y allá conocí a una mujer la mar de interesante, Gloria. Hablábamos tanto o más incluso de lo que pude hablar con Beatriz, pero esta vez ella no tenía nada que ver con mi trabajo ni lo entendía, ni le interesaba más que lo que saber de mi trabajo la acercase a saber de mí. Hablábamos y hablábamos sin parar y poco a poco comenzó a salir además una faceta sexual muy excitante y novedosa para mí. Si tenías una idea y se la lanzabas, ella hacía de ello una idea mejor y a modo de reto te la devolvía. ¡Increíble! Una mujer hábil que gustaba del sexo mental, no solo del físico.
Gloria contactó conmigo la víspera de mi cumpleaños. Hablamos por teléfono ese mismo día, pero no pudimos quedar. Básicamente, por dos razones: primera, ella no quería quemar tan pronto un cartucho que parecía interesante; y la otra, porque se iba a operar de una rodilla y estaría de baja unas cuantas semanas. Esa baja suya nos sirvió mucho para conocernos y jugar. La verdad es que no sé si me enamoré de ella en ese momento o quizás más adelante, cuando nos conocimos personal-mente. Cuándo y cómo nos vimos por primera vez fue probablemente el momento más excitante de mi vida.
Más tarde comenzamos a conocernos y se notó que teníamos un pacto explícito por el que parecía que nos conocíamos de toda la vida. Habíamos hablado durante tanto tiempo por teléfono que nada podía salir mal en la realidad. Y, desde luego, así fue. Ella tenía un poco de miedo, pero el marco en el que teníamos la relación era absolutamente propicio para que saliese bien. Cada uno en su casa, pactado de manera clara, pero con muchos planes de futuro. En los años que ha durado esa relación así lo hicimos; cada uno en su casa, viéndonos todos los fines de semana y durmiendo juntos uno o dos días entre semana.
Dulce sin fin, honesta, comprensiva, tranquilizadora. Gloria me ha conocido como nadie lo hizo nunca y, sobre todo, jamás me ha pedido nada. Simplemente, quería vivir el momento conmigo.Hemos hecho juntos un montón de cosas diferentes y todas nos han ido bien. Hemos viajado bastante, hemos cocinado, hemos comprado su coche y mi moto. Salvo la motocicleta, para ella todo lo demás estaba bien. Aunque no le gustaba nada, no supuso un problema. Respetó mi decisión y nunca la censuró. Simplemente, me pedía precaución.
La relación entre Gloria y mi familia, especialmente con mi hija, siempre fue inmejorable. Nunca ha criticado a ninguno de los míos ni ha cuestionado sus vidas. Gloria es, indudablemente, la mujer con la que podría vivir en paz el resto de mis días.
Mi trabajo en Málaga también se terminó. La empresa cerró y recurrí a mis amigos belgas, que ahora tenían un proyecto en Irlanda, concretamente en Dublín. Así que de nuevo hice las maletas y marché rumbo a Irlanda. En este caso, le propuse a Gloria venir a vivir conmigo allá. No lo tuvo fácil con la excedencia laboral y me fui solo. Allá la vida fue como al principio en Málaga, feliz y triste a la vez, una sensación agradable. Conocí a gente maravillosa y ahora acabo de volver de pasar una semana de vacaciones con ellos.
A lo largo de este año en Irlanda, Gloria y yo casi rompimos nuestra relación. Digo casi porque le fui infiel y ella se enteró, así que se enfadó y decidió romper con lo nuestro. Tal vez en aquella ocasión tendríamos que haberla finiquitado. ¿Qué habría sido de nosotros? Quién sabe. Volví a España a la primera que pude; echaba de menos a Gloria. Ella me perdonó y volvimos a estar juntos.
Esta particular historia nuestra siguió adelante y evolucionó con altibajos continuos, pero con una línea sólida, delgada tal vez, pero resistente, que nos permitió compartirla hasta que tres años y medio después…
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