En La guerra civil César persigue el mismo objetivo que en La guerra de las Galias: exaltar sus gestas bajo una apariencia de objetividad y reforzar su posición y legitimidad frente a los rivales. La guerra civil entre los adeptos de Julio César y los partidarios senatoriales de la República se extendió a lo largo de cuatro años (49-45 a.C.), en una contienda trascendental tanto para el devenir de Roma como para el futuro de César, puesto que su victoria marcó el punto culminante de su poder al erigirse dictador y sentó los precedentes que precipitaron su rápida caída. Con un estilo sobrio, casi se podría decir marcial, Julio César escribe su Guerra Civil con las mismas intenciones que ya había mostrado en La guerra de las Galias: narrar sus éxitos militares con aparente objetividad, pero con muy clara intención de ensalzar su figura y aducir las razones, en su opinión justificadas, que le llevaron a iniciar el conflicto. Esta crónica, precisa, elegante y bien estructurada, se centra en los primeros dos años de la campaña, desde el famoso paso del Rubicón hasta su estancia en Alejandría y la muerte de Pompeyo. Completan el volumen tres obritas apócrifas que se nos han transmitido con La guerra civil y que pretenden ser su continuación: la Guerra de Alejandría, la Guerra de África y la Guerra de Hispania. Todas ellas narran, en su conjunto, la actividad desarrollada por César a lo largo y ancho del Mediterráneo hasta la última semana de abril del 45 (campaña en Hispania contra los hijos de Pompeyo).
La paradoxografía, nacida con las conquistas de Alejandro, satisfizo el deseo del público de acceder a seres y lugares maravillosos en una época de fascinación que sólo se repetiría dieciocho siglos después, con el descubrimiento de América. La paradoxografía, el relato de hechos y fenómenos maravillosos, se constituyó como género literario al inicio del período helenístico, con las conquistas de Alejandro, que abrieron a la imaginación griega territorios inmensos e ignotos y produjeron una cantidad de noticias insólitas. El público heleno estaba deseoso de informarse acerca del nuevo mundo natural y de los pueblos que lo habitaban; este afán se satisfizo con relatos de viajeros, a la sombra del mítico conquistador, que a una observación a menudo desconcertada añadieron grandes dosis de fantasía y especulación mitológica. Se formó así el género paradoxográfico, en el que se suceden los prodigios y las extravagancias sin contexto ni explicaciones, relatados del modo más escueto, según el planteamiento misceláneo y el tono anticuario característicos de la época. El interés por lo maravilloso se benefició de una época convulsa en lo espiritual y lo religioso, cuando la religión tradicional cedía su puesto a la superstición y a las corrientes religiosas y mágicas orientales. Este volumen reúne los textos de los más interesantes paradoxófragos –Antígono, Apolonio, Nicolao, Flegón de Trales…– y completa una rica visión del género con una buena introducción general y unos índices de sitios y personas reales y de pueblos y lugares maravillosos.
Plauto, el más hilarante comediógrafo latino, adaptó con originalidad las obras de la Comedia Nueva griega, y su influencia se extiende hasta El avaro de Molière y la faceta cómica de Shakespeare. Las veinte comedias que se nos han conservado de Plauto (h. 250-184 a.C.), todas ellas adaptaciones de la Comedia Nueva griega, bastan para asegurar al autor su puesto de máximo comediógrafo latino. Con un uso muy libre y animado de los originales, simplificando la trama para agradar a un público romano popular, Plauto cosechó un éxito inmediato. Sus comedias plantean situaciones típicas o descabelladas, personajes prototípicos, chistes groseros, equívocos, enredos y todo un arsenal de recursos escénicos destinados a suscitar risotadas inmediatas, algunos de los cuales las convierten en comedias musicales. Plauto es un maestro en el uso del lenguaje coloquial, y no se abstiene de incurrir en obscenidades y groserías. Es un fino psicólogo que revitaliza los personajes de las comedias griegas: jóvenes calaveras, prostitutas, alcahuetas, traficantes de esclavos, viejos verdes, parásitos, soldados fanfarrones, etc. El genio de Plauto consiste en el juego constante que mantiene con el público acerca de la realidad y la ilusión, en su capacidad de extraer todas las posibilidades de las situaciones y los personajes, en la variedad de registros lingüísticos que usa con absoluto desparpajo y maestría. Este tercer volumen contiene El cartaginés(el anciano Hannon descubre que dos de su esclavas son sus propias hijas, que habían sido víctimas de un rapto, y encuentra a su sobrino, que ama a una de ellas; es una comedia importante también por conservar un pasaje en la desaparecida lengua púnica traducido al latín), Pséudolo (una de las piezas más famosas de Plauto, sobre los intentos de un joven enamorado por obtener a una esclava vendida a un capitán macedonio), La maroma (una de las mejores obras plautinas, ambientada en la costa de Cirene, donde una muchacha caída tiempo atrás en manos de un proxeneta retorna a su anciano padre tras un complejo reconocimiento), Estico (en que dos hermanas llevan tres años sin sus respectivos esposos, partidos al extranjero en una aventura comercial, y su padre las insta a casarse de nuevo…), Tres monedas (acerca de un hijo disoluto que se patea el patrimonio paterno, aunque hay un tesoro escondido con precaución que puede acabar siendo la dote de la hija y hermana), Truculento (sobre una prostituta codiciosa que se aprovecha de sus tres amantes, un joven ateniense disipado, un soldado fanfarrón y un campesino) y Vidularia (de la que nos ha llegado sólo un centenar de versos). Completan el volumen diversos Fragmentos de piezas perdidas.
Con Tucídides comienza la historia política y crítica, una historia austera y analítica en contraste con la perspectiva más amplia y coloreada de Heródoto. La Historia de la guerra del Peloponeso convierte pronto en el paradigma del relato histórico que pretende narrar con precisión los sucesos de una guerra que sacudió el mundo griego y las conmociones políticas del propio tiempo, y luego inferir sus causas y consecuencias en un plano profundo. La visión histórica de Tucídides, su análisis y su reflexión son un documento inolvidable, «clásico» en el sentido más riguroso del término. Con este cuarto y último volumen culmina la completa edición que Gredos dedica a esta ineludible crónica de una época que puso fin al esplendor de la sociedad ateniense.Publicado originalmente en la BCG con el número 173, este volumen presenta la traducción de los volúmenes VII y VIII de la Historia de la guerra del Peloponeso, realizada por Juan José Torres Esbarranch.
Procedimientos anatómicos describe las distintas partes del cuerpo, así como su función y relación con las demás; fue esencial para sentar las bases, a través de Vesalio y Miguel Servet, entre otros, de la anatomía moderna. Galeno –junto con Hipócrates el principal médico de la Antigüedad– nació en Pérgamo en 129-130 d.C., de familia acaudalada. Estudió en Esmirna y Alejandría (anatomía y fisiología). Tras ejercer tres o cuatro años la medicina en la escuela de gladiadores de Esmirna, a partir de 162 se instaló en Roma, donde sería el médico de Marco Aurelio y su hijo Cómodo, entre otras personalidades de la corte imperial. Fue uno de los escritores griegos más prolíficos de su época: a las muy numerosas obras conservadas hay que añadir una cantidad sustancial de escritos perdidos descubiertos en traducción al árabe. Murió en Roma en el año 200. Su influencia en el mundo bizantino, en Oriente y en la Edad Media occidental es enorme, y es sin duda uno de los grandes médicos de la historia. Galeno mostró, durante toda su vida, un amplio interés por la anatomía. A sus demostraciones públicas asistían, además de médicos y estudiantes, filósofos, políticos y ciudadanos cultos interesados en el conocimiento de su propio cuerpo. Procedimientos anatómicos es una de las obras capitales de Galeno sobre esta disciplina. Escrita tras un largo proceso de investigación que le ocupó durante varios años, describe las distintas partes del cuerpo, así como su forma, función y relación con las demás. La influencia y el prestigio de Galeno fueron enormes en Bizancio, el mundo árabe, la Edad Media y el Renacimiento. Sus prácticas anatómicas sentaron las bases, a través de Von Andernach, Vesalio y Miguel Servet, entre otros, de la anatomía moderna. De los quince libros de Procedimientos anatómicos sólo se han conservado en su lengua original, el griego, los nueve primeros, traducidos íntegramente al español por primera vez en este volumen.
Este volumen incluye un estudio sobre el proceso de cambio y transformación en el mundo sublunar y varios escritos breves de temática psicológica, emparentados tanto con Acerca del alma como con los tratados de ciencias naturales de Aristóteles. Acerca de la generación y la corrupción es una obra breve pero densa, que trata una parte importante de la filosofía natural de Aristóteles: la estructura del mundo sublunar y el proceso de cambio que en él se produce, cuyo fundamento racional se quiere detectar y comprender a fin de probar la integridad del ser frente a la apariencia disolutoria de la diversidad y las mutaciones. Este tratado sigue el mismo método que la mayoría de escritos aristotélicos: tras enunciar el propósito y el contenido, se examinan y someten a crítica las doctrinas anteriores sobre la cuestión, y se procede al estudio de ésta según las concepciones y observaciones propias. En los Tratados breves de historia natural, indagaciones acerca de diversos fenómenos fisiológicos y psíquicos, se incluyen estudios sobre la sensación y lo sensible, la memoria y la reminiscencia, el sueño y la vigilia, los ensueños, la adivinación por el ensueño, la longevidad y la brevedad de la vida, la juventud y la vejez, la vida y la muerte y la respiración. En la interpretación moderna (no necesariamente en su génesis) estos pequeños estudios forman un conjunto, no sólo por las referencias entre unos y otros, sino porque en el primero se plantean algunas operaciones comunes al alma y al cuerpo que constituyen el objeto de los tratados siguientes. En su forma actual proporcionan una especie de «curso» complementario del tratado Acerca del alma (aparecido en esta misma colección). Parten del principio de que los fenómenos psíquicos pueden explicarse como procesos puramente físicos, y responden al proyecto aristotélico de situar los problemas relativos al alma humana en el marco general de los seres vivos. Por eso, además de con Acerca del alma, estos tratados están muy relacionados con los varios de ciencias naturales que escribió el Estagirita.
La retórica fue uno de los mayores logros de la literatura griega, y los oradores del siglo V a.C. como Antifonte y Andócides crearon su estilo y capacidad para los matices. Antifonte (c. 480-411 a.C.) fue el orador ático cuyos discursos son los más antiguos en su género que conservamos. Escritos por encargo para que los pronunciaran otros, le reportaron gran fama. Fue condenado a muerte debido a su implicación al frente de la revolución oligárquica que estableció el gobierno de los Cuatrocientos en la Atenas de 411. Uno de los fragmentos conservados pertenece al discurso que pronunció en su propia defensa; los demás discursos que nos han llegado de él corresponden a casos de homicidio y a ejercicios retóricos para acusador y defensor en imaginarios procesos por asesinato. Antifonte ocupa un lugar destacado no sólo en el desarrollo de la técnica retórica, sino en la historia literaria: él y su contemporáneo Tucídides crearon la prosa literaria ática, que llevaría a los logros artísticos de Platón, Isócrates y Demóstenes. Andócides (c. 440-c. 390 a.C.) fue uno de los primeros oradores áticos. A raíz de acusaciones de profanación abandonó Atenas y perdió sus derechos civiles; pasó el exilio, entre 415 y 403, principalmente en Chipre, dedicado al comercio. Sus tres discursos que poseemos conciernen a este proceso (dos) y a una exhortación a hacer la paz con Esparta, adonde encabezó una fracasada embajada en 392-391.
El griego Polibio vio en la firme Roma la salvación de todos los males de la Hélade. El principal valor de sus Historias es haber concebido el Imperio Romano como un espacio moral y ético además de político y militar. Polibio (Megápolis, 209 o 208-después de 118 a.C.) es considerado por la crítica el último gran historiador griego, en la senda de Heródoto, Tucídides y Jenofonte, aunque a él le cupo ocuparse no del mundo heleno, sino del auge de Roma; más concretamente, su obra es un firme y documentado intento de hallar el consenso y el acuerdo entre la fuerza imparable del Imperio Romano y las cansadas, divididas y decadentes ciudades helenísticas del Mediterráneo oriental. Sus Historias son un trabajo monumental en cuarenta libros, de los que se conserva una fracción muy considerable aumentada con el abundante uso que hacen de él Tito Livio y Apiano. Parte de la importancia de las Historias se debe a que relatan lo sucedido en un periodo del que carecemos prácticamente de datos, salvo de los que él aporta, y además desde la casi contemporaneidad, lo que asegura un conocimiento directo de los hechos. Abarcan desde la Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.) entre Roma y Cartago hasta el año 146 a.C., con la destrucción de Corinto y Cartago y el establecimiento de la hegemonía latina sobre toda la orilla mediterránea. Polibio comprende la enorme importancia histórica de este predominio, aumentado con la victoria en el ámbito helenístico, pues se trata de la primera unificación política del Mediterráneo. Ello permite acometer la elaboración de una historia universal, el relato de un difícil camino hacia el logro de un espacio político común y, según el autor, una tarea pacificadora y civilizadora. Pero las Historias deben también su duradera fama a la renovación que efectuaron en la disciplina historiográfica. En un periodo acuciado por las guerras y la ansiedad, en que proliferaron géneros literarios escapistas y de entretenimiento, la historia se había tornado efectista y dramática, con el acento puesto en batallas y discursos, anécdotas y chascarrillos sobre personajes históricos. A ello opuso Polibio el estudio serio de las acciones políticas y militares de los pueblos y las ciudades a través de las decisiones de sus dirigentes, discerniendo los hechos estructurales y subrayando las causas. Este posicionamiento se refleja también en el estilo literario: Polibio rechaza el lenguaje florido, ampuloso, retórico y discursivo que predominaba en su tiempo, y opta por la sobriedad y la concisión clásicas que corresponden a su armazón racional. Este volumen contiene el célebre excurso del libro VI sobre los diversos sistemas constitucionales (especialmente el lacedemonio y el cartaginés) para exaltar las ventajas del sistema político romano, que con su combinación de elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos garantiza la eficacia de sus instituciones y ha permitido que Roma llegara a dominar el mundo.
Aristóteles creó los estudios de biología y zoología, y los fundó sobre una base empírica y filosófica tan firme que sostuvo todo el edificio de estas ciencias hasta el siglo XIX, más de dos milenios después de la aparición de sus tratados. Las grandes aportaciones de Aristóteles en el ámbito científico se sitúan, aparte de la lógica, en las ciencias naturales, en las que puso los fundamentos sobre los que se han edificado las grandes construcciones de la biología y la zoología a lo largo de los siglos, y si bien la moderna evolución de estas disciplinas ha llevado más allá de los conceptos del Estagirita, éstos han quedado como la base histórica que es indispensable tener en cuenta. Junto con Partes de los animales, Reproducción de los animales y otros tratados de ciencias naturales (todos ellos aparecidos en esta misma colección), la Investigación sobre los animales fundó la biología con principios empíricos y filosóficos, y le confirió las líneas generales que conservaría hasta el siglo XIX, más de dos milenios después de su muerte. La Investigación estudia las partes externas e internas de los animales, sus diversos componentes (sangre, huesos, pelo…), sus varios modos de reproducción, dietas, hábitos y comportamientos. Entre las muchas especies que se someten a observación hay ovejas, ciervos, leones, hienas, elefantes, ratones, palomas, águilas, cuervos, tortugas, lagartijas, toda suerte de insectos y, en particular, animales marinos (peces, crustáceos, cefalópodos, testáceos): en suma, todas las especies animales que conocían los griegos.
De la obra original de Carisio, un manual de gramática concebido para completar la educación de su hijo, este volumen contiene la primera traducción a una lengua moderna del primero (y el más extenso, pues ocupa la mitad del total) de los cinco libros del Arte Gramática. Por su interés en acumular doctrinas de diferentes autores y su fidelidad hacia todos ellos, la obra de Carisio (c. 362 d.C.), un manual de gramática concebido para completar la educación del hijo del autor, es el pivote sobre el que se construye el estudio de las fuentes de la gramática latina: Elio Estilón, Lelio Arquelao, Antonio Gnifón, Ateyo el Filólogo, Varrón, César, Verrio Flaco, Valerio Probo, Remio Palemón, Plinio el Viejo, Flavio Capro, Cominiano y Julio Romano son algunas de las autoridades en materia gramatical que, desde la cita única hasta decenas de fragmentos, aparecen en la obra. En este volumen se destacan dos capítulos eruditos (15 y 17), que analizan la analogía y la anomalía como elementos dirimentes de la corrección lingüística, fundamentada ahora en los criterios de naturaleza, razón, uso y autoridad, este último responsable a su vez de la conservación de multitud de fragmentos de poetas y prosistas latinos para los que el manual de Carisio es, muchas veces, testimonio único.