La principal obra que la Antigüedad nos ha legado sobre agricultura, que es analizada en todos sus aspectos con espíritu práctico y claro. De Lucio Junio Moderato Columela, escritor del siglo I d.C. nacido en Gades (Cádiz), se han conservado dos obras: la Res rustica (Labranza o Agricultura), en doce libros, y el Liber de arboribus (Libro de los árboles); la segunda es lo que ha llegado hasta nosotros de una obra en tres libros que bien pudiera ser una primera redacción abreviada de aquélla. Defensor de la agricultura como fundamento de la economía, y alarmado por su declive, Columela trató de enderezarla con la obra más completa que la Antigüedad nos ha legado en materia agronómica, pues la aborda en todos sus aspectos: condiciones de los terrenos, tipos de tierra, plantaciones de las distintas especies, cuidados, enfermedades y un sinfín de cuestiones relacionadas. Columela ama la vida en el campo, opuesta a la urbana, pero no es un idealista ingenuo y admite su dureza. Fue un agricultor laborioso y con éxito, y algunos estudiosos han supuesto que dirigió una especie de escuela de agricultura. Hoy Columela interesa no sólo a especialistas en materia agraria, sino como escritor, por su personalidad cálida y amable y su estilo sensato y práctico.
El elemento más original del Helenismo fue la poesía bucólica, o pastoril, como ya percibieron los antiguos, que la cultivaron hasta bien entrados los tiempos de las diversas literaturas europeas. Tal vez el elemento más original y específico del Helenismo sea la poesía bucólica, o pastoril, como ya debieron de percibir los antiguos, que la valoraron y adoptaron hasta bien entrados los tiempos de las diversas literaturas europeas. El creador de este subgénero fue el siracusano Teócrito, y los poetas Mosco y Bión también lo cultivaron con excelencia. La poesía bucólica crea un contexto ideal tanto en lo geográfico como en lo psicológico, la Arcadia amena que ha elaborado el tópico de este tipo de poesía. En este proceso idealizador, Grecia recorrió las primeras etapas, puesto que en los tres grandes poetas bucólicos abundan las diferencias; en esta progresión continuará la tradición posterior latina y occidental, cada una con elementos propios (piénsese en las Bucólicas virgilianas y su componente político). Al parecer, Teócrito convirtió en poesía varia viejas canciones populares de pastores; sus sucesores practicaron una modalidad mucho más elaborada y culta. Ahora bien, Teócrito y sus seguidores no se limitan a escribir poesía bucólica, sino que cultivan también poemas épicos breves (epilia), poesías amorosas, piezas mitológicas, epigramas, etc. Todo ello, sin embargo, tiende hacia la tonalidad de la producción pastoril.
Zósimo fue un historiador griego de finales del siglo V d.C. Su Nueva historia está dedicada en sus capítulos iniciales a Grecia y la Roma republicana, para centrarse a continuación en la Roma Imperial, cuyo declive el autor atribuye al abandono de las tradiciones y las divinidades propias. Zósimo, historiador griego de finales del siglo V d.C., compuso una historia el Imperio Romano desde Augusto hasta el 410 d.C., año en que el visigodo Alarico saqueó la capital. La obra, escrita en griego y dividida en cuatro libros, tiene como tesis central que el declive del Imperio se debió al abandono de las tradiciones patrias y las divinidades paganas. La Nueva Historia está dedicada en sus capítulos iniciales a Grecia y la Roma republicana, para centrarse a continuación en la Roma Imperial. Trata sobre todo del declive del Imperio, por lo que el propio autor se contrapone a Polibio, que narró su esplendor. La concepción pagana y providencialista de la historia lleva a Zósimo a sostener como tesis central que Roma entró en decadencia a causa del abandono de las tradiciones y las divinidades propias.
Junto con Virgilio y con Ovidio, Horacio forma la tríada de los grandes poetas augústeos, que es también la los grandes poetas latinos de la Antigüedad. Horacio fue para la literatura europea medieval y moderna un modelo en la lírica, la sátira y la teoría poética. Quinto Horacio Flaco (65 a.C. – 8 a.C.) es uno de los más relevantes e influyentes autores de la Antigüedad. Hijo de liberto, estudió en Roma y en Atenas, donde entró en contacto con el epicureísmo. Su reflexiva poesía alcanza una extraordinaria perfección formal y plenitud que constituyen la esencia de lo clásico. Las Odas, consideradas la obra mayor de Horacio, están formadas por cuatro libros que contienen un total de 104 poemas, en los que se reflejan temas (el amor, la fortuna, la amistad, el ocio, la ética ciudadana, la vejez, etc.) y metros líricos griegos, pero que tratan también asuntos genuinamente romanos, como el Carpe diem o el Beatus ille. Sólo una personalidad tan poderosa como la de Horacio es capaz de efectuar una síntesis de la gran poesía anterior (Píndaro, Calímico, sermones y panegíricos griegos, Ennio, Virgilio) sin quedar ahogado y asimilarla en algo propio, que es no sólo el comienzo de la lírica romana, sino su punto culminante. El Canto secular es un himno para ser cantado en honor de los dioses, en especial a Apolo, que ensalza a Augusto y a su familia. Completan este volumen los Épodos, composiciones de juventud en las que el poeta dirige finas y humorísticas invectivas contra personajes y tipos de su entorno.
Este volumen incluye dos tratados científico-filosóficos del médico más importante de la Roma imperial, en los que fundamenta desde un punto de vista teórico, platónico, su práctica. Galeno –junto con Hipócrates el principal médico de la Antigüedad– nació en Pérgamo en 129-130 d.C., de familia acaudalada. Estudió en Esmirna y Alejandría (anatomía y fisiología). Tras ejercer tres o cuatro años la medicina en la escuela de gladiadores de Esmirna, a partir de 162 se instaló en Roma, donde sería el médico de Marco Aurelio y su hijo Cómodo, entre otras personalidades de la corte imperial. Fue uno de los escritores griegos más prolíficos de su época. Murió en Roma en el año 200. Su influencia en el mundo bizantino, en Oriente y en la Edad Media occidental es enorme, y es sin duda uno de los grandes médicos de la historia. Este volumen incluye dos nuevos tratados del médico más importante de la Roma imperial. Sobre las facultades naturales es una de sus obras fundamentales. En ella, el médico de Pérgamo expone su teoría del carácter unitario del cuerpo animal; cada órgano posee su propia función y ésta es la causa de que el órgano tenga una constitución u otra. Como en todos sus tratados, Galeno lleva a cabo un intento de racionalización y una crítica de las restantes escuelas médicas. En A las facultades del alma siguen los temperamentos del cuerpo Galeno desarrolla una explicación de la relación entre medicina y filosofía y realiza una contundente defensa de su doctrina, influida tanto por Platón como por Hipócrates. Es éste, por tanto, un volumen interesante tanto para filólogos como para filósofos y para los historiadores de la medicina.
El estoico Diodoro cree que el devenir histórico de la humanidad responde a un proyecto global y preconcebido de la divinidad. Esta visión de la Historia caló en el cristianismo y ha sido la predominante durante siglos en Occidente. El prestigio de Diodoro fue grande en la Antigüedad, en Bizancio, en el Renacimiento y durante todo el siglo XVIII. Y si bien algunos críticos del siglo XIX se mostraron muy severos con él, la crítica moderna reivindica el valor y la originalidad de la Biblioteca histórica. Los libros IV-VI están dedicados a Grecia y Europa, y cierran la parte de la Biblioteca que narra la historia por regiones geográficas. La siguiente gran sección (del libro VII al XVII) relata la historia mundial desde la guerra de Troya hasta la muerte de Alejandro Magno.
Este análisis de admirable claridad sobre muchos elementos del buen escribir y hablar ejerció una influencia considerable sobre los teóricos de la retórica de la Antigüedad posterior. La Retórica aristotélica consta de tres libros, de los que el último ha resultado el de influencia más prolongada. Está dedicado al estilo, a la necesidad de que el orador conozca cómo debe hablar. Por encima de otras virtudes estilísticas, Aristóteles valora la claridad y la propiedad temática en la prosa, que se diferencia mucho de la poesía tanto en materia como en finalidad, y por tanto debe evitar su estilo elevado y recursos como los símiles (aunque no las metáforas, «puesto que todos las usan en la conversación»); otras características apreciadas son la exactitud gramatical, la ausencia de ambigüedades y el uso de términos específicos en vez de genéricos. Se trata además el uso de circunloquios, el ritmo de la prosa y la estructura de los periodos.
En el presente volumen destacan las vidas de Foción y Catón el Joven, así como con las de Demóstenes y Cicerón, terminando con los pares de biografías de los reyes espartanos Agis y Cleómenes, y los hermanos y tribunos de la plebe Tiberio Sempronio Graco y Gayo Graco. Foción y Catón el Joven son probablemente los dos protagonistas de las Vidas de Plutarco más admirados por el autor, pues los consideraba un excelente ejemplo de virtud tanto en su vida personal como en la política. Estas dos biografías son la fuente más importante y más completa para el estudio de ambos personajes; además, en el caso de Catón, la de Plutarco es la única conservada. En cuanto a Demóstenes y Cicerón, ya en la Antigüedad se consideraba que con ellos había llegado la oratoria a su grado más alto de perfección, por lo que era habitual parangonarlos. Al autor de las Vidas paralelas, que sigue criterios biográficos propios, lo que le interesa es el estudio del carácter con una finalidad ejemplarizadora y moralizante, y trata de la oratoria sólo como un instrumento de la actividad política de los protagonistas. En Foción y Demóstenes encontramos a dos dirigentes políticos de la Atenas del siglo IV a.C. con diferentes actitudes ante el fin de la independencia de su ciudad, que acaba siendo sometida por el reino de Macedonia. Catón el Joven y Cicerón, en el siglo I antes de nuestra era, luchan denodadamente en el mismo bando en un intento, heroico pero no coronado por el éxito, de salvar la República romana frente a los ataques de los que buscaban su poder personal. El volumen se cierra con los pares de biografías de los reyes espartanos Agis (idealista, partidario de restablecer las leyes de Licurgo y de cierta redistribución de la riqueza) y Cleómenes (enemigo de la Liga Aquea, ante la que cayó derrotado), y los hermanos y tribunos de la plebe Tiberio Sempronio Graco y Gayo Graco, que trataron de efectuar una reforma agraria a fin de mejorar la pésima situación del campesinado itálico, y por ello fueron asesinados por la clase senatorial.
La Lógica aristotélica ha modelado en buena medida la reflexión filosófica occidental en lo concerniente a lenguaje y pensamiento, conocimiento y error. Este segundo volumen del Órganon contiene los restantes tres tratados: Sobre la interpretación, en dos libros, que versa sobre los juicios o proposiciones; Analíticos primeros, en dos libros también, dedicado al silogismo en su estructura formal, al margen de cualquier contenido que pueda aplicarse a esta estructura argumentativa; y Analíticos segundos, también dos libros, sobre el silogismo en cuanto razonamiento capaz de conducir a la ciencia y a la adquisición de conocimiento y de la verdad. El sistema lógico aristotélico ha constituido, con algunas adiciones del estoicismo y desarrollos complementarios efectuados en la Edad Media, la base de los estudios lógicos hasta el siglo XX. Dentro del conjunto del corpus aristotélico, hay que mencionar la íntima relación que su lógica tiene con la ontología de su Metafísica (publicada también en Biblioteca Clásica Gredos), puesto que la concepción de la realidad, de la entidad o sustancia (ousía), se corresponde con la definición de categorías que el autor ofrece en el Órganon.
Tres tratados (uno de ellos, adaptación del diálogo platónico homónimo) sobre la capacidad de entrever acontecimientos futuros, en los que Cicerón se muestra muy racionalista y escéptico. Componen este volumen tres obras cuyo tema es la capacidad de los hombres para conocer lo que les depara la suerte o (caso de existir) el destino. El diálogo Sobre la adivinación, publicado en el 44 a.C., trata de las doctrinas estoicas acerca del destino y la posibilidad de predecirlo. El diálogo, mantenido en la villa que Cicerón poseía en Túsculo, tiene como interlocutores a su hermano Quinto y a él mismo (Marco). El primero, que se muestra muy familiarizado con las concepciones estoicas, sostiene la validez de algunas formas de adivinación, y opina que por prudencia debe mantenerse la adivinación de asuntos de estado. Marco replica que el futuro puede obedecer al azar (en cuyo caso no puede conocerse de antemano) o está predeterminado (y entonces de nada sirve conocerlo, puesto que no se puede modificar). De divinatione trata de combatir un creciente interés por la profecía religiosa y termina con un elocuente ataque a la superstición, que se describe como «extendiéndose por todo el mundo, oprimiendo la mente de casi todos y aprovechándose de la debilidad humana». En este tratado, pues, la religión no está más libre que cualquier otro asunto de la práctica académica de oír a todas las partes, y se llega a demoler las supersticiones que habían recibido un trato respetuoso en Las leyes. Sobre el destino, del año 44 a.C., conservado sólo en parte, analiza si las acciones humanas están predeterminadas o no, y se opone al fatalismo estoico con varios argumentos que indican una prolongada reflexión sobre la materia. Completa este volumen la parte conservada de la adaptación que Cicerón hizo del Timeo platónico, en el que el filósofo pitagórico que da nombre al diálogo trata de la creación del universo por un dios creador o demiurgo bueno.