Название | En busca de éxtasis |
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Автор произведения | Vanderlei Dorneles |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877984040 |
En este aspecto, la posmodernidad representa una ruptura en relación con la modernidad y la razón. No solo hay una apertura a la espiritualidad sino, de hecho, una búsqueda intensa de inserción en el campo espiritual a través de experiencias de trance y éxtasis, ya sea por medio de meditación, yoga, hipnosis, bautismo espiritual o uso de drogas psicodélicas, entre otros. Las personas quieren experimentar la trascendencia y la “ampliación de la consciencia” a fin de superar los límites de la realidad, que sin verdades y sentido existencial se volvió intolerable. La ausencia de verdad, esperanza, utopías y sentido para la vida, propia del deconstruccionismo y del relativismo posmodernos, profundiza el sentimiento de vacío e inquietud.
Según José Comblin, la motivación para la búsqueda de experiencias de éxtasis y trance en las iglesias tradicionales, en las sectas y en el espiritualismo de la Nueva Era es de naturaleza absolutamente existencial, debido a la “inquietud ante la muerte, el sufrimiento, la inseguridad y la falta de paz” (1998, p. 148). Ante estas situaciones desesperantes, algunas personas buscan alivio en los entretenimientos, los deportes, el sexo y las experiencias radicales. Sin embargo, cuando se desvanecen las sensaciones de esos paliativos, el sentimiento de insatisfacción continúa perturbando la mente. Ese es el contexto en el que las experiencias más radicales con la espiritualidad y la trascendencia se vuelven una opción deseable. Cuando la persona experimenta un trance religioso o alucinógeno, “entra en otra realidad y ve un mundo invisible. El trance no tendría ningún significado si no abriera las puertas para esas otras dimensiones de la existencia” (Terrin, 1996, p. 178).
Las experiencias de éxtasis y trance son de origen religioso, pero la búsqueda de la trascendencia en la posmodernidad no termina, ni necesaria ni habitualmente, en la adhesión a una religión. Por eso hay una multiplicación de las prácticas religiosas de trascendencia, ya que la búsqueda de la espiritualidad se convirtió en una búsqueda de la supervivencia y tiene una motivación existencial.
Los posmodernos quieren redescubrir el lado espiritual y metafísico de la existencia, porque la realidad inmediata ya no ofrece satisfacción plena. Para entrar en sintonía con esa dimensión, “es necesario tener experiencias de trascendencia que sobrepasen este mundo, que superen los límites impuestos por la ciencia, hasta llegar a captar el absoluto, el sí mismo, el propio Dios en nosotros” (ibíd., p. 19). La búsqueda de la espiritualidad en el modelo místico enfatiza el bautismo espiritual carismático o privilegia las prácticas y los ejercicios espirituales de origen oriental, ya que las religiones tradicionales han desarrollado un déficit de trascendencia debido a la ausencia de milagros, profecías y revelación sobrenatural.
En muchas sectas espiritualistas, incluso las drogas se convierten en medios adecuados para la experiencia religiosa. Terrin recuerda que eran, en el pasado, empleadas con finalidades religiosas.
No hay que olvidar que la soma era la bebida embriagadora de los antiguos hindúes, el haoma de la religión de Zaratustra; se sabe, por ejemplo, que los tártaros se emborrachaban con la leche fermentada de las yeguas para alcanzar la inmortalidad; y en Nuevo México, en la fiesta del dios sol, incluso las mujeres y los niños bebían el pulke (bebida embriagadora). [...] Todo esto vuelve a estar de moda hoy en día para dar la posibilidad de vivir una consciencia extática (ibíd., 21).
Los posmodernos son pragmáticos, y en este caso, los fines justifican los medios. Así, la experiencia de trascendencia debe alcanzarse por los medios más diversos: uso de drogas, rituales primitivos, meditación, recitación de mantras o música repetitiva. La experiencia mística puede provocarse por un estímulo natural, pero después lleva a lo “sobrenatural”; induce a un estado alterado de consciencia y abre las puertas para el contacto con las fuerzas espirituales.
La prevalencia del uso de drogas, hoy, puede ser entendida dentro del contexto de búsqueda del sentimiento de trascendencia, un resultado del debilitamiento de la religión tradicional. Schaeffer dice que la razón básica por la que los estupefacientes están muy difundidos “no es la sensación que producen, sino que los individuos están desesperados” (1974, p. 52) buscando una experiencia capaz de superar su realidad. La vida racional y lógica no ofrece sentido para los posmodernos.
Terrin llega a proponer que la supervivencia del cristianismo en la posmodernidad dependería de su capacidad de percibir su carencia de la dimensión mística y adaptarse para atender esa demanda. Ese propósito requiere una práctica litúrgica con énfasis en la emoción y la espiritualidad mística, menos centrada en el contenido doctrinal de la fe.
Es de esperar, por lo tanto, que el mundo cristiano también esté interesado en repensar su expresión teológico-litúrgica en términos menos objetivos. [...] Sin un cambio en la liturgia y la meditación, no es posible crear formas litúrgicas más adecuadas al hecho meditativo, más capaces de crear silencio y vacío como fenómenos de concentración y meditación profunda. Tal vez sea posible, a través de técnicas psicofísicas [...], dar una nueva forma a las religiosidades olvidadas. Se trata de elaborar mejor los esquemas que se emplean en grupos particulares de la Iglesia Católica, [...] por ejemplo, entre los carismáticos o entre los que forman parte del movimiento intereclesial de renovación carismática (1996, p. 160).
Católico, pero propenso al misticismo, el autor llega a argumentar que el trance místico posibilita el “encuentro con los espíritus tutelares, con los dioses”, un encuentro con esa otra realidad que compenetra la vida cotidiana, “mas de la cual nos damos cuenta por una percepción muy débil”. En este contexto, “el gran obstáculo para la visión chamánica serían los trastornos de percepción creados por el pensamiento crítico, analítico y científico” (ibíd., p. 180).
Las experiencias espirituales a través del trance y del éxtasis son también una estrategia de enfrentamiento al secularismo. La religión fue marginada y su legitimidad quedó cuestionada, inclusive a causa de su adaptación al mundo de la razón, que fomentó el liberalismo teológico y suprimió el misticismo. Esa pérdida de credibilidad y relevancia es la que lleva a personas como Terrin a creer que un retorno al misticismo sea un camino adecuado para que la iglesia sobreviva; lo que, sin embargo, los cristianos bíblicos deben considerar como una solución suicida. Con las experiencias de trance, los religiosos espiritualistas y carismáticos pretenden comprobar la realidad de lo sobrenatural y afirmar el libre acceso a ella.
El movimiento carismático y el misticismo necesitan ser evaluados a la luz de los conceptos bíblicos de cultura y de cristianismo verdadero. Bingemer cuestiona la motivación de la cultura posmoderna en su búsqueda del éxtasis religioso. “La búsqueda casi feroz de nuestros contemporáneos de experiencias místicas no corresponde a una búsqueda real de un encuentro profundo”, y las personas que las buscan no están dispuestas a ser afectadas “por la alteridad del otro” al que se dirigen. “La búsqueda de sensaciones más o menos religiosas o espirituales no implica necesariamente el deseo de abrirse a la experiencia de la alteridad”.
La alteridad de Dios se revela como pura santidad a quien lo busca. La verdad es que no es experiencia religiosa toda y cualquier sensación de éxtasis lograda por medio de recursos y ejercicios artificiales. “Si legitimamos muy fácilmente cualquier experiencia de ‘seducción de lo sagrado’, corremos el riesgo de estar bautizando con este nombre muchas deidades, y tal vez no a la verdadera, que no ‘entrega su santo nombre en vano’ ” (1998, p. 85), advierte la teóloga.
Resumen y conclusiones
A partir del siglo XVII, la filosofía y la cultura occidentales pasaron de la religiosidad tradicional a la racionalidad. La era de la razón atribuye superioridad y prioridad al modelo de conocimiento racional que rebajó al nivel de superstición todo el saber teológico de las religiones reveladas y despreció las prácticas y costumbres primitivas de las religiones naturales. Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX tiene lugar un movimiento nuevo y radical de retorno al misticismo y a la espiritualidad. Ese regreso ocurre en función de las fisuras dejadas por la racionalidad moderna, que se mostró incapaz de satisfacer al ser humano y de cuidar de la Tierra.
El despertar religioso contemporáneo es fortalecido por