Название | Entre mates y café |
---|---|
Автор произведения | Mónica Pradier |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789873959752 |
Cerca de la medianoche, cuando la fiesta estaba en su plenitud, entre risas, zapateos y polvareda empezaron los problemas. Uno de los bailantes, correntino de pura cepa, lanzo un largo y sonoro sapucay. Para muchos es solo un grito de júbilo, sin embargo, hay quienes lo toman como un desafío. Para desgracia del correntino, el Perro Blanco lo considero como lo último. Irrumpió dentro de la pista, empuñando una fusta y empujando a unos y otras como figuras de cartón. Buscaba al que había gritado. La cara enrojecida y los ojos inyectados en sangre del ofendido fueron arma suficiente para que los presentes señalaran al ofensor. Con lentitud medida, se acerco al correntino y, mirándolo desde arriba como quien mira a un insecto, le exigió el por qué del sapucay, pero la respuesta no fue de su agrado por lo que, sin más, le asesto un fustazo en la espalda, tan fuerte y certero que la concurrencia entera lo grito. El cosechero respondió con un increíble e inesperado salto sobre su atacante trabándose ambos en lucha. Así, trenzados, llegaron al medio de la pista. Todos les hicieron lugar, pero nadie se retiró. Mientras tanto, en la entrada, los policías pugnaban por entrar para ayudar a su colaborador, pero la gente se lo impedía, a nadie le simpatizaba el alcahuete.
Tras un breve forcejeo, el hombrón derribo al correntino. Trataba de inmovilizarlo cuando algunos vieron brillar, en una de las manos del hombrecito, un cuchillo y en sus ojos, la determinación. Como en una pesadilla vieron la hoja hundirse varias veces (algunos dicen que siete) en la espalda del fornido. Entretanto, en el portón, los policías rompieron el cerco a los golpes y entraron.
Ante la presencia de la ley, los concurrentes se desparramaron y allí se lo vio: bajo la luz yacía el cuerpo del colaborador. Uno de los agentes se acercó, lo ayudo a pararse y a caminar hacia afuera. Su camisa blanca mostraba, por detrás, una serie de ribetes rojos que lo iban empapando. Caminaba a duras penas y miraba con estupor a los que le abrían paso. Esto no le podía estar pasando, no a él. Debía ser un mal sueño. La otrora prepotencia de aquel hombre condenado se iba aplacando con lentitud, como el titilar final de un cirio. ¡Se estaba muriendo! Y nadie podía ayudarlo. En torno suyo todo era agitación, por un lado, los policías que gritaban pidiendo un camión, por otro los curiosos que saltaban entre la multitud para no perderse detalle. Nadie quería perderse el espectáculo. Sin embargo, el Perro Blanco lo veía todo como en cámara lenta. Llegaron hasta un quebracho a cuyos pies había una cuneta. Con mucha calma, midiendo cada movimiento, se sentó y apoyo la espalda adolorida por el terraplén. Mientras, los policías alejaban a los curiosos como quien espanta a las moscas de la miel. Uno de los agentes vio cuando el herido se fue resbalando hacia un costado para quedar allí, inmóvil.
Tan pronto llegó el vehículo de auxilio, lo cargaron y la camioneta salió bramando rumbo al hospital, pero nadie se había dado cuenta que el Perro Blanco ya no estaba entre los vivos.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.