Название | Encuentros decisivos |
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Автор произведения | Roberto Badenas |
Жанр | Религия: прочее |
Серия | |
Издательство | Религия: прочее |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788472088511 |
Bueno, para eso habría que forzar la libertad humana, utilizar la fuerza del poder divino. Hacerlo sería posible, pero sería transgredir la ética del creador, que solo quiere súbditos libres. Sería sucumbir a los métodos de Satanás, dándole la razón. Sería reconocer el fracaso del proyecto divino y justificar las acusaciones del diablo, doblegarse ante él, lo que equivaldría a adorarlo.22
Jesús ve la artera trampa y responde de nuevo como un hombre de fe:
—Yo solo adoro a Dios y solo le sirvo a él.
La tercera gran tentación de Jesús es la tentación que encontramos todos cuando nos decimos:
—Consigue lo que quieras a cualquier precio. El fin justifica los medios. 23
Las tres tentaciones intentan obtener que Jesús se aparte de la voluntad divina, dejando de lado su condición humana, y utilice su divinidad en beneficio propio.
Pero el relato de estos momentos decisivos en la vida de Cristo deja claro en qué consiste en realidad la tentación, también para nosotros: es la lucha con un deseo peligroso que nos desafía a ejercer nuestra libertad al margen de la voluntad divina.24 Ante ese reto podemos resistir o sucumbir. Pero desear lo inconveniente y ser tentado, todavía no es caer. Pecar sería dejarse fascinar por el deseo en un juego de claudicaciones que tiene todos los ingredientes de la seducción erótica, es decir, cada uno es tentado cuando es seducido por sus propios deseos.25
Toda tentación contiene alguno de estos elementos: ceder a un impulso imperioso que se impone a la razón, sucumbir a las ganas irresistibles de ver realizado algo indebido, o actuar poniendo la voluntad de uno mismo por encima de todo.26 Para ello no necesitamos buscar ocasiones: se presentan solas. Estamos en guerra con lo peor de nosotros mismos, en un mundo corrupto, y nuestra vida cotidiana está metida en medio del mayor conflicto.27
Jesús ha sido tentado como lo son los mejores creyentes, 28 como un simple mortal, abrumado y sensible.29 Pero ha vencido la tentación recordando que también es hijo de Dios, y que, si busca su ayuda, este no le dejará jamás sucumbir.30
Nada vence mejor la tentación que la decisión de acudir a Dios.31 Porque, a fin de cuentas, se trata de escoger entre la voluntad de Dios y la nuestra, tras la que siempre intenta camuflarse la del diablo.
Superado este momento decisivo, exhausto, al borde del abismo, Jesús saborea la incomparable dicha de la victoria sobre la tentación. Efímera, momentánea, como todas las nuestras,32 sin testigos, pero heroica.
Habiendo vencido los asaltos del enemigo aferrado a Dios, el maestro sale fortalecido y, por consiguiente, más apto para superar sus próximos ataques.33
El enemigo ha huido. «Ahora se puede oír la quietud del desierto en toda su profundidad. No la quietud anterior a la tormenta, ni la quietud que impera cuando todo ha terminado, sino una quietud que cubre solo otra quietud aún más profunda».34
Al cargarse al hombro la mochila para abandonar el desierto, camino hacia otras luchas, Jesús ya ha decidido que será maestro, y que va a dedicarse a enseñar a los mortales, uno a uno, el difícil arte de sobrevivir en un mundo sitiado.
Sabe que, para llevar a cabo su plan, tendrá que afrontar nuevos peligros.
Lo que todavía ignora es que ya le están esperando sus primeros seguidores.
1 . En el mundo bíblico los desiertos son lugares propicios para encuentros transcendentes. Grandes líderes espirituales, como Moisés y Elías, pasaron en el desierto algunos de los periodos más decisivos de su vida. Siguiendo su ejemplo, a lo largo de la historia miles de hombres y mujeres han renunciado al mundo buscando en la vida apartada la iluminación espiritual o la comunicación con el cielo.
2 . Jesús solía retirarse a lugares desiertos para orar, a veces incluso de noche (Mateo 14: 23; Marcos 6: 46; Lucas 6: 12, 9: 28).
3 . Véase Roberto Badenas, Encuentros, Madrid: Editorial Safeliz, 2000, págs. 13-27.
4 . Marcos 1: 11; Mateo 3: 17; Lucas 3: 22.
5 . Marcos 3: 20-21; 6: 4; Juan 7: 5.
6 . Lucas 4: 24; Mateo 13: 47.
7 . Giovanni Papini, Historia de Cristo, Madrid: ABC, 2004, pág. 47.
8 . Véase por ejemplo, el caso del profeta Elías (1 Reyes 19: 4).
9 . Estos cuarenta días de soledad en el desierto recuerdan otras cuarentenas bíblicas, vividas siempre como periodos de prueba: el éxodo de cuarenta años del pueblo de Israel en el desierto, que lo llevó de la esclavitud de Egipto a la tierra prometida; los cuarenta días que esperó Moisés en el Sinaí antes de recibir la revelación de la ley divina (Éxodo 34: 28); o los cuarenta días que estuvo refugiado Elías en el desierto hasta encontrar la fuerza que le permitiría afrontar la ira de la reina Jezabel (1 Reyes 19: 8).
10 . Fiódor Dostoyevski, en su parábola titulada «El gran Inquisidor» reconoce que «solo llega a dominar la libertad humana aquel que tranquiliza su conciencia» (Los hermanos Karamazov, Madrid: Cátedra, 2006, pág. 410).
11 . Elena G. White, El Deseado de todas las gentes, Buenos Aires: ACES, 1971, pág. 91.
12 . El relato de las tentaciones de Jesús en el desierto se encuentra en los Evangelios de Mateo (4: 1-11), Marcos (1: 12-13) y Lucas (1: 1-13); pero solo Mateo y Lucas dan detalles sobre las tentaciones. Lucas varía el orden de las dos últimas. Aquí seguimos el orden de Mateo debido a que este fue discípulo directo de Jesús, y su relato las presenta en un orden claramente progresivo (cf. E. G. White, El Deseado, págs. 100-105).
13 . Sobre el sentido del ayuno bíblico, que no implica siempre ni necesariamente el no probar bocado o el no beber, véase Isaías 58: 5-11.
14 . Sobre la encarnación de Jesús ver Filipenses 2: 5-8.
15 . —Vaya, una cartera caída en el asiento del metro. Y con bastantes billetes. Esta gente rica tiene dinero de sobras y tú, pobre desgraciado, matándote al servicio de estos explotadores por un jornal de miseria. Nadie te ve. Llévate el dinero que contiene, que para el dueño quizá no sea mucho. Además, le está bien empleado por negligente. Con la falta que te hace a ti este dinero en este momento… ¿Quién sabe si no es Dios mismo quien te ha puesto esa billetera ahí, tan a mano, en respuesta a tus oraciones?