Название | Orígenes de la filosofía analítica |
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Автор произведения | Michael Dummett |
Жанр | Философия |
Серия | |
Издательство | Философия |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789874670878 |
Si el acercamiento a la filosofía del pensamiento a través de la filosofía del lenguaje ha de servir el propósito de salvaguardar la objetividad del pensamiento sin una mitología platónica, el lenguaje debe ser concebido como una institución social, como la posesión común de los miembros de una comunidad (Dummett, 1993: p. 213 de este volumen).
En efecto, si por un lado creemos, con el Wittgenstein tardío –para quien en la mayoría de los casos, el significado es el uso– que el significado de una expresión E perteneciente al lenguaje ordinario se fija mediante el uso público que un miembro competente de la comunidad hace de E; y si, además, también compartimos su creencia de que aprender cómo usar E es el resultado de una instrucción basada en una práctica pública, observable, de hablantes competentes (la instrucción puede incluir reacciones positivas o negativas); entonces, se sigue que no es necesario apelar a entidades abstractas o a pensamientos que son inaccesibles para otros hablantes, para considerar la objetividad del significado de las expresiones pertenecientes al lenguaje ordinario.
Aunque Dummett sea muy compasivo con la estrategia de Wittgenstein dirigida a hacer filosofía del lenguaje sin la metafísica platonista, lo que no puede aceptar es la visión poco sistemática de Wittgenstein sobre el lenguaje como una colección de juegos de lenguaje libremente relacionados. Para Dummett, es posible producir una teoría sistemática del significado que podría considerarse no solo para que las expresiones del lenguaje ordinario tengan el significado que tienen, sino también para aclarar en qué consiste la comprensión de tales expresiones por parte del hablante individual –el idiolecto individual.21
Un segundo punto en el que Wittgenstein y Dummett no están de acuerdo es que, mientras parece que, para Wittgenstein, el dominio de un lenguaje consiste en la posesión de habilidades prácticas, para Dummett, en cambio, implica mucho más que eso.
Para observar cómo Dummett argumenta al respecto, considérense las preguntas “¿Puedes nadar?” y “¿Puedes hablar castellano?”. El hecho de que resulte apropiado responder “No lo sé, nunca lo he intentado” a la primera, pero que sea absurdo responder lo mismo a la segunda muestra, para él, que, si saltar sobre un río puede interpretarse correctamente como una habilidad práctica, hablar un lenguaje no puede ser interpretado del mismo modo.22
Al margen de la hostilidad generalizada que Dummett siente en torno a lo que hemos denominado “naturalismo filosófico”, la diferencia principal entre su punto de vista sobre la filosofía del lenguaje y la de Quine se refiere a la relación entre el idiolecto y el lenguaje privado. En la filosofía del lenguaje de Quine (y en la de Davidson), el idiolecto tiene un papel primario, donde el lenguaje ordinario no es más que la superposición de los distintos idiolectos de los hablantes. En particular, la comunicación entre el hablante X y el hablante Y es vista por Quine como el resultado de la traducción del idiolecto de X en el idiolecto de Y, y viceversa.23 Sin embargo, la idea de comunicación entre dos hablantes que tiene Quine y su punto de vista de que no hay ningún hecho sobre el significado y la referencia, tomados juntos generan dos problemas formidables. Ellos son los problemas bien conocidos de la indeterminación de la traducción y la inescrutabilidad de la referencia.24 En marcado contraste con la posición de Quine (y Davidson) sobre este asunto, de acuerdo con Dummett, el lenguaje ordinario es primario, mientras que el idiolecto es simplemente visto por él como la comprensión (parcial) del individuo del lenguaje ordinario. Dentro de un marco de referencia dummettiano, la comunicación entre los hablantes X e Y no tiene nada que ver con traducir o interpretar (en el sentido de Davidson). Se trata de un diálogo guiado por el estándar objetivo áureo provisto por el lenguaje ordinario, cuya naturaleza no es ni psicológica ni abstracta.
Es importante advertir que, dentro de la visión dummettiana del lenguaje, como una consecuencia de la existencia de un estándar objetivo áureo provisto por el lenguaje ordinario, no podríamos tener anomalías que afecten a la comunicación, como la indeterminación de la traducción y la inescrutabilidad de la referencia. Además, no habría peligro de desviarse hacia el psicologismo, como ocurre, en cambio, dentro del marco de comunicación quineano donde el hablante X, carente del estándar objetivo áureo provisto por el lenguaje ordinario, debe “leer la mente” del hablante Y para producir una teoría sobre cómo el hablante Y va a tomar las cosas que está a punto de decir, y viceversa.25
Pero, ahora bien, independientemente del gran interés en la discusión de Dummett sobre la relación entre el lenguaje y el pensamiento, nos parece que un problema importante ha permanecido irresuelto. Se trata de un problema que tiene que ver con algo que tratamos en §5: el fenómeno conocido como ver-como.
7. Proto-pensamientos y naturalismo filosófico
El conductor de automóvil que toma la decisión de detenerse cuando se muestra el rojo en lo que ve como un semáforo, acompañado por otras cosas que ve como peatones que cruzan la calle, etc., mientras mantiene una acalorada conversación sobre el Brexit con los pasajeros en su auto está, ciertamente, ejercitando algunas de sus percepciones, atención, conocimiento y habilidad para juzgar. No obstante, esa actividad mental intensa, que corre en paralelo con la conversación política, no tiene lugar ciertamente en el lenguaje, debido a que “el medio lingüístico” del conductor ya está albergando consideraciones, pensamientos, etc. relacionados con otros asuntos. Podemos fácilmente conjeturar que los pensamientos sobre conducir un auto, etc. se realizan en el medio no-lingüístico del conductor que consiste en una serie de representaciones multimedia –imágenes, sonidos, aromas, etc.– que provienen del medio ambiente, y que se relacionan el uno con el otro de un modo racional, pero no-lingüístico.
Téngase en cuenta que la actividad de ver-como, atender, razonar, etc. que tiene lugar dentro de un medio no-lingüístico, similar al descrito más arriba, es aquella que probablemente explica la presencia de un comportamiento inteligente en algunos animales que no poseen lenguaje. Pues ciertos animales sin lenguaje, muy parecidos a los humanos, ven su entorno como lo que les proporciona alimento, refugio, compañeros, y les permite resolver problemas, decidir qué hacer en ciertas circunstancias, etc.26 Por supuesto, una asimetría importante entre el ejemplo anterior del conductor del automóvil y el comportamiento de los animales desprovistos de lenguaje es que mientras que al conductor se le ha enseñado a conducir un automóvil por medio de, entre otras cosas, el lenguaje, el animal que no se encuentra en posesión de lenguaje ha aprendido, por ejemplo, a correr en torno a grandes rocas, más que a través de ellas, mediante la experiencia consciente desplegada dentro de un medio no-lingüístico.
Aunque las consideraciones que acabamos de hacer deberían llevarnos a abstenernos de atribuir demasiado rápidamente un comportamiento inteligente, no-lingüístico, a nuestro conductor de automóvil, nos parece que, en primer lugar, es innegable que algunos animales sin lenguaje se involucran en ver-como, junto con los pensamientos correlativos, etc., y, en segundo lugar, que lo único que muestra la asimetría anterior es que el entrenamiento lingüístico puede condicionar el comportamiento inteligente que tiene lugar en un medio que difiere del lenguaje.
Con respecto al segundo punto anterior, un fenómeno similar al descrito ocurre cuando escribimos un programa de computadora. Para ver esto, considérese que el programa de ajedrez, que pertenece a un medio de agentes cognoscitivos conscientes (un medio hecho, entre otras cosas, de significados, razones, fines y emociones), afecta a esa máquina universal concreta de Turing que llamamos “computadora”, de tal manera que su “circuitería”, que habita en un medio totalmente gobernado por las leyes de la física, es capaz de implementar operaciones lógicas hasta el punto de jugar al ajedrez a niveles extremadamente altos.
En esta etapa de la discusión nos parece que, si lo que hemos estado discutiendo hasta ahora es correcto, la tesis de la prioridad no puede ser correcta.