Название | En sayos analíticos |
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Автор произведения | Alberto Moretti |
Жанр | Философия |
Серия | |
Издательство | Философия |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789874778123 |
El primer criterio es problemático. Simpson nota que de acuerdo con este criterio no todo uso de variables ligadas compromete ónticamente. Por ejemplo, la verdad de ‘Toda mujer es mortal’ regimentada como ‘∀x (x es mujer ⊃ x es mortal)’ no requiere que exista cosa alguna (suponiendo que las oraciones mismas no sean tema de T). Solo el uso de expresiones como ‘hay alguna’, transcriptas como ‘∃x’, lo hace. Pero esto abre la discusión acerca de si todo uso de ‘existe una’ y frases similares del lenguaje común tiene el mismo significado (al menos parcial) en todo contexto, y de si ese significado queda bien representado por el cuantificador existencial. Esto es parte de una discusión más general, fundamental y de resultado incierto, en torno a las condiciones de una regimentación adecuada de un lenguaje común. El objetivo no puede ser meramente el de uniformar la sintaxis o resolver ambigüedades: se requiere la clarificación del significado de las palabras lógicas. Esto nos lleva al segundo criterio de compromiso óntico, que se apoya precisamente en la determinación del significado de todos los cuantificadores.
Pero también en este caso, señala Simpson, la situación es discutible. Según el segundo criterio el compromiso es conceptualmente anterior a la afirmación de la teoría T, pues reside en la elección de un dominio no vacío para los signos que vayan a comportarse como variables en el lenguaje regimentado en el que se expresará T. ¿Pero cuál es el estatuto de esta elección? Si produce una oración que debe ser creída por quien afirma T (una oración con cuya afirmación queda comprometido), el criterio funciona como Quine necesita.2 Pero otros, por ejemplo Carnap, han sostenido que es solo una decisión pragmática acerca de qué tipo de lenguaje utilizar, que no conlleva ningún compromiso teórico con la existencia de entidades y que se justifica solo por sus frutos.3 Quizás esta posición deba demasiado a la manera en que se construyen los lenguajes formales. Habitualmente se especifica su sintaxis sin referencia a ninguna semántica. En un paso ulterior se determina un dominio no vacío y una función referencial. Hecho esto, una oración del lenguaje será verdadera si y solamente si resulta verdadera cierta oración metalingüística relativa a ese dominio y esa función. Sobre esta base, podría decirse que toda teoría expuesta en ese lenguaje presupone un dominio no vacío y tiene compromisos ónticos solo desde el punto de vista de una metateoría que usa otro lenguaje, pero ninguna teoría expuesta en el lenguaje-objeto implica ese tipo de compromiso.4 Sin embargo, lo que aquí está en juego es la tarea de regimentación de un lenguaje común, y esta tarea requiere un proceso de comprensión simultánea de la forma lógica de las oraciones de ese lenguaje común y de la semántica apropiada para ellas. No se regimenta imponiendo una estructura semántica externamente diseñada. Como se dijo párrafos atrás, en la regimentación, el significado de las palabras no lógicas viene dado, prima facie, por el lenguaje común. Quizás por consideraciones parecidas a estas, Simpson propone otra vía para eludir los compromisos que Quine quiere ver con su segundo criterio. En el §54 sugiere entender las variables al modo de Frege-Church:
El sentido de una variable es su concepto determinante (puede ser el concepto general de Individuo, o de Número, Objeto físico, etc.), y lo que corresponde a la denotación es el conjunto no vacío de objetos a los que se aplica el concepto determinante. Pero así como un nombre puede tener sentido y carecer de denotación, una variable queda perfectamente definida por su concepto determinante, aunque no existan objetos que sean sus valores. (Simpson, 1964: p. 254; 1975: pp. 181-182).
Este recurso podría simplificarse aún más si postergáramos el compromiso con entidades equivalentes a los sentidos fregeanos (como resultan aquí los conceptos determinantes) y, como medio de especificar el significado de las variables, solo acudiésemos a predicados del lenguaje común como ‘es individuo’, ‘es número’, ‘es objeto físico’, etc. Desde cierto punto de vista, esta opción, que también socava el interés del segundo criterio de Quine, está en línea con otras ideas quineanas: las que lo conducen a privilegiar la interpretación sustitutiva de los esquemas lógicos en la caracterización de las verdades lógicas. Para sostener el valor del criterio hay que acercarse a la idea de que la teoría de modelos puede servir en general para determinar el significado de los lenguajes de las teorías. Pero entre las teorías que deben considerarse están las teorías semánticas y respecto de ellas, veremos enseguida, la teoría de modelos no puede ser interpretativa.
El examen del primer criterio nos trajo, entre otros problemas, el de cómo establecer la adecuación de una regimentación de un lenguaje común, producida cuando nos interesa la cuestión de qué compromisos ónticos llegan con la afirmación de una teoría. En particular, la pregunta de si los sistemas extensionales son adecuados en general para esa tarea. El examen del segundo criterio condujo a la pregunta por el establecimiento del significado de los cuantificadores y de los signos lógicos en general. Y el carácter ubicuo de las frases lógicas y su potencial para la sistematización de lo que puede ser dicho conduce rápidamente desde la cuestión de su significación a la cuestión de la significación lingüística en general.
Veremos ahora un ejemplo de cómo una parte importante de la indagación lógico-semántica realizada en nuestro medio puede verse como una continuación del examen de problemas y líneas críticas expuestas y desarrolladas en Formas lógicas, realidad y significado.
II
Como si retomara la cuestión planteada por Simpson en relación con su examen del primer criterio quineano de compromiso óntico, Raúl Orayen, en un texto de 1982 complementado en el capítulo II de su libro de 1989, argumentó en contra de la suficiencia de la regimentación propiciada por Quine. Sostuvo que (i) para establecer la vinculación entre un lenguaje común y el lenguaje extensional de primer orden, es esencial la aplicabilidad al lenguaje común de la noción de verdad lógica definida para ese lenguaje formal; (ii) para definir verdad lógica en un lenguaje de sintaxis regimentada pueden usarse métodos tarskianos, pero no en el caso de los lenguajes comunes; (iii) en estos casos se requiere un criterio basado en consideraciones lingüísticas que permita asegurar mismidad de significado (o semejanza suficiente) entre oraciones regimentadas y comunes; (iv) con el concepto intensional de sinonimia cognitiva global se satisface este último requisito y, dado que las mismas construcciones gramaticales deben interpretarse de modos distintos de acuerdo con los contextos de uso, no se conoce un modo no intensional de satisfacerlo. De aquí se sigue que las teorías semánticas no podrían ser regimentadas en un lenguaje puramente extensional. Algo que tiene consecuencias muy generales, porque estas teorías están involucradas en la justificación de la regimentación de cualquier teoría.
Quine (1982) contestó esta crítica mediante consideraciones específicas y generales. El núcleo de las primeras: para aplicar la teoría lógica (en particular la noción “regimentada” de verdad lógica) al lenguaje común no se requiere trasladar la noción de verdad lógica sino solo garantizar la transmisión de verdad desde premisas a conclusiones y, por tanto, no se requiere satisfacer (iii), i. e. no se requiere establecer reglas precisas de paráfrasis. Solamente hace falta advertir, mediante consideraciones semánticas, mismidad de valor veritativo. Pero Orayen hizo notar que esta réplica no da la menor idea acerca de qué tipo de consideraciones podrían ser esas “consideraciones semánticas” que serían suficientes sin acudir a conceptos intensionales.5 Quine también utilizó uno de sus argumentos favoritos para replicar a Orayen: si las nociones intensionales son legítimas (en semántica) entonces no hay indeterminación