Название | Enseñando a sentir |
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Автор произведения | Macarena García González |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789566048473 |
La traducción y circulación de ciertos textos nos dan cierta idea de variaciones culturales al respecto. Miremos, por ejemplo, la circulación de los libros del autor australiano Shaun Tan. Sus libros son internacionalmente aclamados: ha sido merecedor del Premio Astrid Lindgren Memorial Award (ALMA), que se entrega anualmente en Suecia, y del Hans Christensen Andersen Award, que entrega la International Board on Books for Young People (IBBY); estos dos premios se disputan la categoría de máximo galardón para autores e ilustradores de libros para niños y niñas. Sus libros se caracterizan por tener textos breves e ilustraciones muy detalladas, atmosféricas, que en su mayor parte aluden a mundos fantásticos. Algunos de estos, El árbol rojo, Cigarra o La ciudad latente, son, a pesar de su brevedad, recomendados a niñas y niños mayores de doce años en sus ediciones en castellano. No son libros que tengan un vocabulario ni estructura (muy) compleja, pero sí tratan de repertorios emocionales difíciles –de depresión, explotación, desesperanza–. En su Australia natal y en buena parte de Europa, por ejemplo, su obra es considerada como literatura infantil y catalogada como tal. En sus ediciones en español se hace, sin embargo, una distinción entre un lector niñx y uno adolescente. ¿Por qué insistir en evitar estos repertorios? En los siguientes capítulos exploramos libros y encuentros con libros sobre temas difíciles donde hay emociones que se verbalizan e intensidades que se experimentan. Leeremos en los capítulos siguientes algunos libros –y algunas narrativas audiovisuales– dirigidas a niñas y niños para pensar en esas posibles relaciones entre esperanza, producción de (futuros) ciudadanos y el reconocimiento de las injusticias estructurales.
II. La política de las emociones en Intensa-mente
La película Intensa-mente68 fue estrenada en 2015 por Pixar, el estudio de animación fundado por Steve Jobs. Pixar se diferencia de otros estudios por la exquisita factura de sus cuadros y el cuidado en la construcción de un sello crossover, es decir, tanto para niños y niñas como para personas adultas, con guiones que recogen las preocupaciones contemporáneas –el avance de la tecnología, la destrucción de los ecosistemas, la aceleración y la competencia– planteando narrativas que cuestionan ciertas nociones de progreso. El estudio suele estrenar solo una producción por año y esta suele posicionarse entre los títulos que compiten por el Oscar a la mejor película de animación, galardón que ya han obtenido diez veces. Las películas de Pixar se han caracterizado también por presentar personajes sensibles, sean estos hormigas (Bichos), un robot (Wall-E) o monstruos (Monsters Inc. y Monsters University). En Intensa-mente responden a la creciente emocionalización de la vida pública con una historia protagonizada por emociones que viven dentro de una niña. Es, coincidentemente, la primera de sus películas ambientadas en la sociedad contemporánea que tiene de protagonista a una niña69.
Destino un capítulo de este libro a analizar Intensa-mente, una producción norteamericana de recursos y alcance muy distinto al resto de las obras que serán aquí abordadas, porque este largometraje animado parece dar cuenta de un discurso generalizado sobre lo que son las emociones para niñas y niños, cómo nos afectan y cómo cambian en las etapas del así llamado desarrollo. Intensa-mente es una película a la que se le adhieren fines pedagogizantes muy parecidos a los de El monstruo de colores, el libro-álbum para primera infancia que abordamos en el capítulo anterior, pero ahora con un alcance internacional. Intensa-mente es una historia situada en EE.UU. que se plantea como una historia universal sobre la transición a la adolescencia y sus desafíos.
De emociones básicas y desbordes
El relato transcurre mayoritariamente en la cabeza de Riley, una niña de once años que se muda con sus padres de Minnesota a San Francisco. Lo que sucede afuera de Riley es bastante estándar: una discusión en la mesa con la madre y el padre, un día difícil en la escuela, frustración al intentar unirse a un nuevo equipo de hockey. Pero la película nos viene a hablar de eso que solemos decir sobre la adolescencia o sobre los niños y niñas transitando hacia ella: que aquello que resulta no tener mayor importancia puede desencadenar un drama mayor. La película trata sobre una difícil mudanza que es boicoteada por emociones pasionales a las que les faltaría algo de «inteligencia emocional». Intensa-mente nos provee de un elocuente texto para mirar la producción de una política cultural de las emociones para niñas y niños.
Tiene un alcance, dimensiones y pretensiones estéticas muy distintas a El monstruo de colores, pero un uso en las aulas muy similar. Si miramos su uso en la educación preescolar nos encontraremos con que en ambos se pone una confianza casi idéntica en que ayudarán a niños y niñas a reconocer lo que les pasa «en el interior» para poder regular sus emociones hacia un «exterior». La película fue muy celebrada por psicólogos clínicos y se convirtió en una herramienta de educación socioemocional. En un trabajo etnográfico en una escuela en Santiago70 me encontré con la imagen de sus personajes colgada tras el escritorio de la psicóloga a cargo del programa de apoyo psicopedagógico a estudiantes con necesidades educativas especiales: «Sí, me es muy útil», confesó. «No se logra mucho si les preguntas directamente cómo te sientes, pero les muestro el dibujo y les pido que elijan cuál es el que mejor les representa. Una vez que lo eligieron, ya la emoción empieza a bajar, se calman, empiezan a reconocer lo que les pasa». Los animadores de Pixar difícilmente podrían haber previsto un giro de uso como ese, pero imagino que si apareciera en modalidad juego de mesa, como ya existe El monstruo de colores, sería un éxito seguro. Además de aprender sobre emociones, Intensa-mente les enseñaría también a ser más empáticos, pero, nuevamente, ¿de qué empatía estamos hablando?, ¿qué repertorios emocionales y éticos hacen posible esta película? En este capítulo revisamos cómo este filme de éxito internacional se ensambla con otros repertorios sobre emociones más deseables y cómo es que estas se relacionan con los límites para sentir con otros.
Dentro de la mente de Riley hay una torre de control donde cinco emociones –Furia, Temor, Desagrado, Tristeza y Alegría– manejan su vida. La película ha sido considerada un reflejo de los desarrollos de la psicología evolutiva y la psicología clínica, que indicarían que cada uno de nosotros sería gobernado, principalmente, por una emoción. La teoría de las emociones básicas emana de los trabajos del psicólogo norteamericano Silvan Tomkins en los años sesenta y se populariza con una posterior categorización de su discípulo Paul Ekman en listas de seis71 y luego diecisiete emociones básicas. La premisa en estos trabajos es que habría emociones universales, lo que sugiere una autonomía del sistema nervioso central y, en última instancia, que las emociones no se aprenden, sino que emergen como respuestas naturales frente a estímulos. Paul Ekman construye su teoría de las emociones básicas tras haber estudiado la variación de las expresiones faciales en distintas culturas, afirmando que la cara de miedo o de pena es siempre reconocible. La comunidad científica le ha rebatido con estudios antropológicos que muestran que esta universalidad no es tal, que hay múltiples comunidades donde las expresiones faciales difieren significativamente y que, por tanto, las expresiones y las emociones no serían respuestas puramente fisiológicas, sino parte de nuestros aprendizajes socioculturales72. Pero como casi todas las teorías que permiten simplificaciones, la de las emociones básicas ha tenido una importante expansión, especialmente en el campo de la divulgación científica y también en la psicología popular.
Ekman fue, junto a Dacher Keltner, asesor científico de los productores de Intensa-mente. Juntos explican que «la personalidad de Riley se define principalmente por Alegría, y esto se ajusta a lo que sabemos científicamente. Los estudios revelan que nuestras identidades están definidas por emociones específicas, las cuales dan forma a cómo percibimos el mundo, cómo nos expresamos, y las respuestas que evocamos en los demás»73. Esta película nos provee así de un buen ejemplo para entender cómo ciertas tradiciones psicológicas van conformando narrativas populares de cultura emocional. Podemos leer esto en relación con el trabajo de la socióloga de las emociones Eva Illouz, que ha ido rastreando cómo una cultura de autosalvación individual se ha constituido en piedra angular de la fundación del