Название | Clínica psicoanalítica |
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Автор произведения | Oscar Alfredo Elvira |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789878362380 |
12 Ídem, p. 252.
13 Freud, S., Sobre la iniciación del tratamiento, Obras completas, tomo XII, p. 125, Buenos Aires: Amorrortu, 1987.
14 Racker, H., op. cit., p. 29.
15 Ídem, p. 83.
16 Ídem, p. 70.
17 Bleger, J., Simbiosis y ambigüedad, Buenos Aires: Paidós, 1972, p. 11.
18 Ídem, p. 140.
19 Ídem, p. 45.
20 Bleger, J., Simbiosis y ambigüedad, Buenos Aires: Paidós, 1972, p. 236.
21 Interpretar, integrar al análisis este mundo desconocido lo llevará a lo que S. Ferenczi denominó el estadio de la omnipotencia de los gestos mágicos, que se produce luego del nacimiento y cuando el bebé introduce una nueva manera de comunicación con la madre, preverbal y con gestos que dan cuenta del mismo.
22 Etchegoyen, H. R., Los fundamentos de la técnica psicoanalítica, Buenos Aires: Amorrortu, 1986, p. 543.
23 Ídem, p. 479.
24 Ídem, p. 479.
25 Ídem, p. 485.
26 Ídem, pp. 485-486.
27 Ídem, p. 486.
28 Ídem, p. 488.
CAPÍTULO 2
Clínica psicoanalítica de niños.
Sus albores y desarrollos.
Propongo jugar, aunque más no sea por unos instantes, a la idea de que en una sesión de análisis es posible prescindir de la percepción visual del paciente.
Ricardo Carlino
Sigmund Freud y Sándor Ferenczi descubren e indagan un nuevo territorio ligado a los primeros años de vida y a la vida fetal. Revelan una nueva cosmovisión sobre los albores de lo mental. El material clínico lo aportan los padres de esos niños “pacientes”. S. Freud, con Juanito, devela el mundo infantil; S. Ferenczi, con el niño Arpad (el pequeño hombre gallo), sigue el camino del fundador del psicoanálisis respecto de la importancia del entramado mental de un infante y abre nuevas bifurcaciones dentro de los caminos del psicoanálisis, que conducirán en poco tiempo a la aparición de M. Klein y las contribuciones seguirán hasta nuestros días, con José Valeros, entre otros.
Transcurrido más de un siglo de aquellos descubrimientos, podríamos preguntarnos: ¿Cuál fue el aporte nodal de estos descubrimientos al psicoanálisis y a la comprensión humana? ¿Qué lugar ocupó en este entramado histórico lo interno y lo externo en la investigación del psiquismo humano? ¿Qué factores estaban en juego en el entramado cultural, dentro del psicoanálisis y de la sociedad en que este desarrollaba las investigaciones? ¿Cuál fue la necesidad en la institución psicoanalítica para la comprensión del psiquismo temprano y de qué materia prima se proveyó para sus investigaciones?
Sigmund Freud indagó (una vez alejado lo suficiente de la impronta psiquiátrica de su época) sobre la construcción inconsciente subjetiva de la mente y el papel vital de la psicosexualidad humana, cuyas raíces profundas se encontraban en los primeros años de vida. Formuló los Tres ensayos de teoría sexual (1905) y radicalizó su investigación sobre la importancia de la libido sexuada. Ya contaba en su entorno con un grupo fundacional ligado a sus ideas investigando sobre la sexualidad en los primeros años de vida. Entre los que pertenecían a su círculo íntimo y se analizaban estaban los padres del pequeño Hans o Juanito (S. Freud, 1909). La “linda madre”, según S. Freud, Olga König-Graf,1 su analizada, y el padre, Max Graf, quien participaba del grupo de los miércoles y se nutría de las investigaciones psicoanalíticas que provenían del maestro y su entorno. En la reunión científica del 1 de abril de 1908, S. Freud señala: “Algún día debería investigarse de qué manera las impresiones infantiles influyen no sólo en las enfermedades ulteriores sino también en las grandes realizaciones.”2
El entramado cultural de fines del decimonónico siglo y comienzos del XX era sumamente reacio a pensar el psiquismo de un niño y, en particular, especular que la sexualidad jugara un papel preponderante para su conformación actual y futura. Además, para aquellos pioneros, era sumamente complejo e imposible conseguir que los padres de niños aquejados de patologías psíquicas consultaran a un psicoanalista. Fue necesaria la colaboración de quienes estuvieran consustanciados con “la causa”. En este sentido, cupo al padre de Juanito proveer de material clínico a S. Freud. Se podría decir, desde nuestra actualidad y a la luz de los desarrollos alcanzados por el psicoanálisis, que fue un supervisor más que un analista. Pero un supervisor muy especial, porque fue quien rasgó en las profundidades de la mente del niño y estimuló al padre a escuchar a ese niño y registrar las fantasías que albergaba en su interioridad.
Es imposible abarcar en este escrito el amplio espectro desarrollado sobre Juanito, pero subrayaré lo que a mi entender es una cuestión central: escuchar a un niño y develar lo que se erige en su mundo interno.
Carlos Cullen (2017), desde el campo de la filosofía, distingue “dos horizontes” para pensar la cultura: “el ontológico” y “el anterior al ser”. Inspirado en esta propuesta, podemos formular que S. Freud reproduce la interioridad de las producciones de Juanito (castración, las diferencias sexuales anatómicas y sus consecuencias; el complejo de Edipo y sus vicisitudes, fantasías, el juego y su significación, los sueños, etc.) en el debate dentro del psicoanálisis entre las teorías del mundo interno y del externo en el proceso de las ideas psicoanalíticas y, además, aporta las experiencias del niño con su entorno a las teorías centradas en la predominancia del mundo externo. Hasta no hacía mucho tiempo se había pensado al humano desde la conciencia y la vida adulta, dejando de lado la niñez y adolescencia. Aquí se inserta la importancia de la revolución psicoanalítica: cuando introduce lo inconsciente desde el inicio de la vida.
Sándor Ferenczi centra sus desarrollos teóricos clínicos tanto en la importancia del mundo interno como en lo social. Además, extiende el inicio del psiquismo humano a la vida fetal. Al igual que S. Freud, obtiene material clínico de primera mano por medio del padre de un niño (según sus palabras, “un antiguo paciente”): se trata de Arpad, “el pequeño hombre gallo”.
Arpad3 no ha logrado la trascendencia que tuvo Juanito. Sin embargo, S. Ferenczi, como señalara J. Lacan, renace de “las cenizas”.4 También P. Boschan rescató el pensamiento del gran analista húngaro y destacó que los efectos transferenciales y contratransferenciales entre él y su maestro llevó a “divisorias importantes dentro del movimiento psicoanalítico.”5 N. Abraham y M. Torok han dicho que “Ferenczi nos pone en presencia de aquello que vive oscuramente en nosotros desde la noche de los tiempos…”6 Por mi parte, señalé que “ha sido una contribución nodal en el desarrollo de diferentes corrientes de pensamiento dentro del psicoanálisis.”7
Sigmund Freud y S. Ferenczi, cuando abordaron la gigantesca odisea para esos tiempos iniciáticos, ya habían aportado conceptos centrales para la teoría y la técnica psicoanalítica. Transferencia, contratransferencia, complejo de Edipo, proyección, principios de placer y principio de realidad fueron aportados por Freud. Mientras que debemos a Ferenczi los conceptos de introyección y de omnipotencia, entre otros.
Arpad reclama atención porque fue nodal para el diálogo entre estos dos analistas. El niño tenía cinco años. Durante las vacaciones de 1910, la familia había vacacionado en un balneario austríaco, donde “alquiló una habitación.” Hasta los tres años el niño no había presentado síntomas, pero a partir de este momento, “su interés se centró en una sola cosa: el gallinero” que estaba en la misma finca. Se levantaba al