Clínica psicoanalítica. Oscar Alfredo Elvira

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Название Clínica psicoanalítica
Автор произведения Oscar Alfredo Elvira
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789878362380



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conversación rondaba casi todo el tiempo “sobre los gallos, gallinas y los pollos”. Le gustaba sádicamente poner en escena cómo se le cortaba el cuello para luego comerlos. Así lo describe S. Ferenczi: “Mostraba cómo sangraba el gallo e imitaba perfectamente con el gesto y con la voz su agonía. Deseaba claramente asistir a su degüello”. Por otro lado, temía mucho a estos animales. Cuando se le preguntaba, repetía la misma historia: un día que había ingresado al gallinero y orinaba, un gallo le picó el pene y su miembro sangró. Esto había ocurrido durante el primer veraneo, cuando contaba dos años y medio. A los cinco años, cuando jugaba con su pene (al igual que le ocurriera a Juanito), desde su entorno lo sancionaban diciéndole que si seguía con esta conducta se lo iban a cortar. Cuando visitó el consultorio, dirigió su mirada a un pequeño gallo salvaje de bronce: “Me lo trajo y preguntó: ¿Me lo das?”. El analista le ofreció lápiz y papel y lo dibujó. Lo interrogó sobre su relación con los gallos, pero el niño le dijo que estaba cansado y volvió a jugar con otras cosas.

      Así el genial húngaro habla del sadismo y el masoquismo en el niño, la puesta en escena del amor y del odio. Interpretó que el gallo era el padre y de ahí el síntoma. Aquí ya está presente parte de lo que devendrá técnica psicoanalítica en el análisis de un niño: jugar, dibujar y animarlo a desplegar su mundo interno en diálogo con el externo. Había presenciado el comercio sexual de los padres en la habitación en la que convivían y lo escenificaba en el gallinero, donde observaba las prácticas sexuales de estos animales.

      Unos años más tarde surgirá, en el escenario psicoanalítico, la figura de M. Klein, inspirada y movilizada por el dinamismo que imprimían S. Freud y S. Ferenczi al psicoanálisis de niños. Por esos años había comenzado su formación como analista, se analizaba con el psicoanalista húngaro y había escuchado a S. Freud en una conferencia en la Sociedad Psicoanalítica Húngara. Conocía los trabajos sobre Juanito y el niño gallo, ejemplos inspiradores para desplegar su titánica tarea hasta el final de su vida.

      Melanie Klein fue consecuente con las investigaciones psicoanalíticas desarrolladas sobre los primeros años de vida. Además, fue estimulada por S. Ferenczi para analizar niños y más tarde, establecida en Berlín, por K. Abraham, su segundo analista.

      Sus primeros trabajos estuvieron dirigidos al análisis de niños pequeños. Fritz habría de ser el primero de una larga lista. Su primer trabajo −Desarrollo de un niño, presentado en la Sociedad Psicoanalítica Húngara en 1919 y publicado en 1921− lo dividió en dos partes. A la primera la llamó La influencia del esclarecimiento sexual y la disminución de la autoridad sobre el desarrollo intelectual de los niños y a la segunda, Análisis temprano.

      En la primera parte habla de lo central que es no privar al niño de sus investigaciones sobre su propia sexualidad, que a su entender influye sobre la inhibición intelectual. En estos artículos y algunos que los siguieron estampa a su tarea como analista la importancia de un rol pedagógico, cuestión que luego descartaría. Como una síntesis de su experiencia hasta ese momento, señala:

      “Los resultados del psicoanálisis –que siempre en todo caso individual retrotrae a las represiones de la sexualidad infantil como causa de la enfermedad posterior, o a los elementos más o menos mórbidos actuantes o a inhibiciones presentes incluso en cualquier mente normal− indican claramente el camino a seguir.”8

      En esta primera parte presenta en análisis de un niño de cinco años, el pequeño Fritz. Acompaña al pequeño investigador sobre una serie de temas que le propone: preguntas sobre el nacimiento, conversación sobre la existencia de Dios, interés por las heces y la orina, el sentido de realidad, preguntas y certidumbres obvias, delimitación de sus derechos (querer, deber, poder), sentimiento de omnipotencia, deseo. En este derrotero observa la lucha del niño entre el principio de realidad y el de placer, que ya había presentado S. Freud en su artículo sobre los estos principios.

      En la segunda parte dice: “Esta posibilidad y la necesidad de analizar niños es una deducción irrefutable de los resultados del análisis de adultos neuróticos, que siempre retrotraen a la niñez las causas de la enfermedad.”9 Es decir, en su incipiente práctica clínica encontraba que los síntomas de los niños, como los de los adultos, tenían su razón de ser en los primeros años de vida. Era una deducción irrefutable, como ya lo habían formulado S. Freud, S. Ferenczi y, además, cita a Hermine von Hug-Hellmuth, otra de las pioneras en la investigación sobre el psiquismo temprano.

      Melanie Klein permite tomar contacto con los alcances que, de la mano de los pioneros, adquiere la clínica psicoanalítica y la teoría que de ella se desglosa. Comienza a valorar mucho el desarrollo del niño, el papel de la fantasía, la que “se expresa generalmente en los juegos.”10 Observa cómo, a través del juego, surge un pequeño epistemólogo, que quiere conocer, entre otras cosas, el interior del cuerpo materno y paterno, donde detecta “poderes determinantes eróticos-anales y homosexuales.”11

      Producto de toda esta investigación se convierte en una adalid de la inclusión de los descubrimientos y alcances del psicoanálisis, como “una crianza con rasgos analíticos.”12 Así, dice que no hay vida sin problemas e inconvenientes y apunta: “Pienso también que un niño psíquicamente fortificado por un análisis temprano puede tolerar con más facilidad y sin perjuicios los problemas inevitables.”13

      El análisis de niños provee al psiquismo temprano una mayor integración de sus partes reprimidas, escindidas, para integrarlas al torrente de la vida de ese niño, lo que posibilita una mejor convivencia consigo mismo y con el entorno.

      Melanie Klein, promediando los años 20 del pasado siglo, reformula la teoría psicoanalítica sobre cómo conducir un análisis de niños y propone cambios al complejo de Edipo formulado por S. Freud y su segunda tópica, que la lleva a una confrontación con Anna Freud y su padre. Propone el juego como elemento central en un proceso analítico para interpretar la fantasía inconsciente que allí se despliega y lo formula de la siguiente manera:

      “yo no permito a los pacientes infantiles ninguna gratificación personal, ya sea en forma de regalos o caricias o encuentros personales fuera del análisis, etcétera. En resumen, mantengo todas las reglas aprobadas en análisis de adultos. Lo que doy al niño es ayuda analítica y alivio…”14

      En este sentido destaca la transferencia, la resistencia y los impulsos infantiles; la represión y sus efectos, la amnesia infantil y la compulsión de repetición ligada a la pulsión de muerte y piensa que el analista de niños prestará atención a descubrir cómo se ha configurado en el paciente la escena primaria. Ya había propuesto que el niño en su fantasía inconsciente especula encontrar en el cuerpo de la madre el pene del padre, excrementos y niños. Además, la originalidad de M. Klein se despliega con su conceptualización de la existencia de un Superyó temprano, dado que observaba culpa en niños muy pequeños, como Rita,15: “Los efectos de este superyó infantil sobre el niño son análogos a los del superyó en el adulto, pero pesan mucho más sobre el débil yo infantil.”16 Y es taxativa al decir que “en su juego los niños representan simbólicamente fantasías, deseos y experiencias.”17

      Melanie Klein, en su diálogo y controversia con Anna Freud, resalta cómo en esta, del mismo modo que lo concibieron su padre y S. Ferenczi, el dibujo ocupa un lugar importante en el análisis de niños, a lo que aquella adhiere plenamente. En el caso Richard18 presenta una gran cantidad de dibujos a los que la genial analista de niños interpreta. “Durante el curso de su tratamiento, Richard hizo varios dibujos. Es significativa la forma en que los ejecutaba, pues nunca comenzaba su labor con un plan preconcebido, y a veces se veía sorprendido al ver el cuadro terminado.”19

      Lo que el niño producía en sesión, le era interpretado. En la sesión número 58, cuando el niño representa una flota naval e intenta ponerse en la boca al buque Nelson y su mástil, interpreta que “el mástil de Nelson representa el pene de papá.”20 El dibujo remite a las fantasías profundas ligadas a su inconsciente y al objeto parcial pene del padre, con el que el niño desarrolla su Edipo temprano, que tendrá su configuración a partir del destete,