Название | Redes sociales, cultura y poder |
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Автор произведения | Larissa Adler-Lomnitz |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786077629962 |
[13] Lomnitz y Pérez Lizaur, “Dynastic growth and survival strategies: The solidarity of Mexican grand-families”, en R.T. Smith (ed.), Kinship ideology and practice in Latin America, Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 1984, pp. 183-195; A Mexican elite family, 1820-1980, Princeton University Press, 1987.
[14] “Las relaciones horizontales y verticales en la estructura social urbana de México”, en Susana Glantz (comp.), La heterodoxia recuperada (en torno a Ángel Palerm), México: Fondo de Cultura Económica, 1987; “Informal exchange networks in formal systems: A theoretical model», American Anthropologist, vol. XC (1), 1988, pp. 42-55.
[15] Wolf, “Kinship, friendship, and patron-client relations in complex societies”, en Michael Banton (ed.), The social anthropology of complex societies, Londres: Tavistock, 1966 (ASA Monographs, 4).
[16] Larissa Adler Lomnitz, Claudio Lomnitz Adler e Ilya Adler, “El fondo de la forma: la campaña presidencial del PRI en 1988”, Nueva Antropología, XI, 38, 1990, pp. 45-82.
CAPÍTULO I
“El compadrazgo”, reciprocidad de favores en la clase media urbana de Chile[*]
RESUMEN
El “compadrazgo” de la clase media urbana en Chile es un contrato diádico informal entre parientes o amigos, que comporta un intercambio de favores y de amistad: esta institución no debe confundirse con el compadrazgo ritual católico. La reciprocidad de favores es función de la distancia social, y es posible enumerar reglas tácticas, actitudes, tipos de participantes y de favores, dentro de un marco teórico de la antropología económica sustantiva. Se analiza en este trabajo, la función del “compadrazgo” en relación a la historia de la clase media, especialmente en su papel económico y político de clase mediadora entre la élite y la clase obrera. Se propone que la participación en el sistema de “compadrazgo” se considere un criterio crucial para la membresía dentro de la clase media chilena.
INTRODUCCIÓN
La clase media chilena tuvo un desarrollo histórico muy diferente al de las clases medias europeas. En Chile fueron transformaciones políticas y económicas del siglo XIX, tales como la independencia nacional y el impacto del desarrollo comercial y minero sobre una economía agraria, las que produjeron las condiciones para el auge de una clase media aún antes de la etapa de industrialización.
La clase media chilena se impuso después de la Guerra del Pacífico (1879-1883), que produjo la anexión de las ricas provincias salitreras y cupreras del Norte. Las décadas de prosperidad con el monopolio mundial del salitre, permitieron a la clase media chilena desarrollarse hasta lograr escalar el poder con la elección presidencial de Arturo Alessandri en 1920. Sin embargo, el momento del triunfo coincidió con la pérdida de la hegemonía chilena del salitre, debido al descubrimiento de los nitratos sintéticos, dejando a la clase media sin su principal sustento económico y obligándola a impulsar la industrialización del país desde el gobierno. Durante las décadas de 1920 a 1950 la clase media creó una burocracia poderosa y bien organizada, que sirvió inicialmente para fortalecer las iniciativas del desarrollo económico, pero que luego se convirtió en un baluarte de privilegios y en un mecanismo para perpetuar el goce del poder administrativo por parte de un grupo social bien definido. Este grupo llegó a concebir su rol político, ya no tanto como avanzada de la industrialización del país, sino más bien como mediador y estabilizador entre la clase alta (terratenientes, industriales, banqueros y hombres de negocios) y la clase obrera.[1]
¿Quiénes constituyen el grupo social que se autoidentifica como «clase media» en Chile? Desde un punto de vista económico comporta a los empleados públicos y en general, a todos aquellos que no hacen trabajo manual, ni son dueños de los medios de producción. Contando los grupos periféricos que se mencionarán más adelante, esta clase media comprendía en 1958 el 45 por ciento de la población de Santiago.[2] Desde el punto de vista cultural, la clase media chilena comparte típicamente los rasgos siguientes:
a) Rechaza el trabajo manual (a diferencia de la clase baja);
b) Es heterogénea en origen, ingreso, educación, etcétera (a diferencia de la clase alta);
c) No tiene ahorros y su situación económica es siempre precaria;
d) Mantiene y valora ciertas apariencias de un nivel de vida “decente”, aunque ello signifique vivir endeudado;
e) Posee educación más allá del nivel primario;[3]
f) Usa el “compadrazgo”, un sistema de reciprocidad de favores.
En este trabajo propondremos la participación en el sistema de “compadrazgo” como un criterio distinto de pertenencia a la clase media chilena.
Se han producido dos grupos de transición entre la clase alta y la clase media. Estos grupos intermedios tienen diferentes orígenes: el primero se compone de hijos de familias de clase alta que han ingresado a la administración pública o a las profesiones liberales. El segundo se compone de familias de comerciantes y dueños de pequeñas industrias, frecuentemente inmigrantes, que van ascendiendo en la escala económica y que han adquirido aspiraciones de clase alta. Existe otro grupo limítrofe de origen obrero, que ha logrado incorporarse a la clase media a través de la educación y el consecuente acceso a empleos públicos o privado. En ambos extremos de la clase media el número de casos intermedios tiende a aumentar haciendo de la clase media un grupo abierto que continúa creciendo en base a contribuciones heterogéneas de las clases alta y baja de la inmigración extranjera.
El miembro típico de la clase media no posee ni medios de producción, ni trabaja con sus manos. Su rol económico se limita a la administración, la política y las profesiones liberales, y el Estado es su principal empleador. Los escasos puestos burocráticos disponibles se llenan a través de apadrinamiento político y social.[4] En otras palabras, un recurso esencial con que cuentan los miembros de la clase media es su red de conexiones sociales y familiares. Éste es el contexto sociológico de la institución de reciprocidad que discutiremos a continuación.[5]
1. EL “COMPADRAZGO” CHILENO: DEFINICIÓN
Entre los miembros de la clase media urbana chilena (hombres y mujeres) el “compadrazgo” es un sistema de reciprocidad que consiste en el intercambio continuo de favores que se dan, se reciben y se motivan dentro del marco de una ideología de amistad. Estos favores suelen ser burocráticos y generalmente consisten en un trato preferencial dado a alguna persona a costa de los derechos y prioridades de terceras personas. De ahí que el término popular “compadrazgo” represente un eufemismo para esta institución que no debe confundirse con la institución ritual católica del mismo nombre.
Según un informante, el “compadrazgo” es una forma de ayuda que se emplea “para obtener algo con más facilidad y en menos tiempo”; y agrega: “los objetivos generalmente son legales aunque la forma de lograrlos, puede no serlo. Estos favores se dan y se reciben en un espíritu de amistad y sin sentimientos de culpa. Sin embargo, la