Название | La seducción de los relatos |
---|---|
Автор произведения | Jorge Panesi |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877122015 |
Jamás discuto con nadie y no busco en absoluto el “debate de ideas”. Soy un hombre solitario y, al menos conscientemente, carezco de tal o cual “política cultural”. Sólo compito conmigo mismo y en esto radica uno de mis orgullos.9
En el ghetto todos se pelean sin vislumbrar un más allá que los redima del obligado cautiverio. En el último rincón solitario del margen académico: así le complace verse a Carlos Correas con orgulloso gesto autosuficiente que reproduce a ciegas la lógica individualista del neoliberalismo económico. Aunque nos invita también a meditar sobre el estatuto universitario de las polémicas, sus regulaciones, sus rituales, sus burocráticas maneras pulidas. La desazón allí (o en el prolongado “aquí” que convierte a El Rodaballo o a El Ojo Mocho, o la propia Punto de Vista, en patios traseros universitarios que intentan escapar a la lógica académica del debate) es quizá la misma: no hay un enemigo claramente identificable, todos son amigos y enemigos, cofrades en el mismo entuerto. Lejos estamos del regocijo juvenil con que los jóvenes polemistas de Martín Fierro atacaban los ídolos, o de la seriedad política y teórica con que Contorno construyó una nueva mirada universitaria sobre las ruinas del estéril acartonamiento académico de la década de los cincuenta. ¿Y hasta qué punto podemos decir que nos hemos liberado hoy, en nuestras polémicas, de esos fetiches constitutivos de la crítica argentina?
De tener yo tiempo y los lectores paciencia, nos convendría visitar otro ghetto, más exclusivamente literario, el de la poesía. No menos sacudido en su repliegue por las polémicas, como nos lo señala la irrupción en ese ámbito restringido de una revista que se llama La Guacha y que apela, en su afán desmitologizante de las figuras canónicas, a los modos y formas de los magazines del espectáculo mediático. Arturo Carrera y Alejandra Pizarnik y otros tantos son abatidos de su pedestal como mitificaciones intelectuales. Sin embargo, si el gesto parricida e iconoclasta posee el picante sabor de un escándalo orquestado, el gusto poético de los redactores forma una alianza con polvorientos nombres que pertenecen a los abuelos (Horacio Armani, Antonio Requeni, Horacio Salas). Como si estos heterodoxos para matar a sus padres, cayeran en la ignominia de celebrar acríticamente el supuesto esplendor de los abuelos.
Si Sarlo, en un gesto de voluntaria confianza10 (“pesimismo de la inteligencia y optimismo de la voluntad” es su sentencia rectora), entrega al azar electrónico o virtual de ignotos polemistas cibernéticos el futuro de su revista, en el ghetto de la poesía hace ya tiempo que estas virtualidades circulan levantando acres polvaredas de incomodidad en una disputa anónima, artera. El correo electrónico de nuestros poetas hace un tiempo se había estremecido con las crónicas sociales, de sociabilidad poética, de un firmante, “El vampiro de Düsseldorf”, que ejercía sus artes sanguinarias sobre el estrecho cuerpo de la cofradía poética argentina.
¿Un soporte nuevo alcanza para modificar el rumbo, el espesor y la finalidad siempre enigmática de las polémicas? ¿O las hace más secretas, más encerradas, sin contacto con el resto? Como no me veo obligado a contestar estos interrogantes, me basta con señalar que en el “bazar americano” de los debates intelectuales de hoy, apunta con nitidez apenas una sensación, casi un sentimiento: necesitamos de las polémicas y, sin ser capaces de inventarlas (porque en su azar son estrictamente, culturalmente, necesarias y no se inventan las polémicas como se construyen estrellitas de cine), nos precipitamos en la incertidumbre de ensayar sin esplendores un cobijo en la intemperie para una manía o una pasión que es nuestro ser mismo. Porque el tiempo, o todos los tiempos, como dice Derrida, o como dice Hamlet, siempre están “out of joint”. De no estarlo (pero es lo radicalmente inconcebible), vendría uno de nosotros y diría “Ya nada será igual”. Que no es hablar ni de la derrota ni de la insípida esperanza, sino de la polémica.
2 Este trabajo fue leído en el Congreso Internacional CELEHIS en Mar del Plata en diciembre de 2001, un momento muy desesperanzado para la Argentina. Debo aclarar que la supuesta falta de polémicas que procuro refutar como un lugar común bastante generalizado comentaba un contexto levemente anterior, hacia fines de 1990. Conjeturo ahora que la communis opinio, en su desencanto por una inexplicable paz intelectual, presentía la inminencia del descalabro.
3 María Moreno, “El lugar de la resistencia”, en Radar libros, Página/12 (7/10/2001).
4 Ibíd (subrayo yo).
5 Francine Masiello, El arte de la transición, Buenos Aires, Norma, 2001.
6 Ibíd., pp. 22-23.
7 El Ojo Mocho, núm. 15, primavera 2000.
8 Horacio González, “Razón de la polémica, polémica de la razón. A propósito del último número de El Rodaballo”, en El Ojo Mocho, núm. 15, primavera 2000.
9 Carlos Correas, en “Correo de lectores”, El Rodaballo, año VI, núm. 11-12, primavera-verano 2000.
10 “Bazar Americano, el sitio de Punto de Vista”, en Punto de Vista, núm. 70, agosto de 2001.
2. POLÉMICAS OCULTAS11
El título “Polémicas ocultas” tiene una ascendencia bajtiniana, sin duda. A la que agrego un sentido más general y menos localizable. Son polémicas cuyas huellas perduran en el tiempo y que bien podríamos denominar “polémicas constitutivas de una cultura, de una parte o sector de una cultura”. En principio superadas en un momento de la historia, su olvido u ocultamiento es solo aparente: vuelven, no por ser reprimidas sino porque dicen algo del modo histórico en el que se ha formado tal cultura o una franja determinada de ella. El supuesto que subyace a esta denominación, un poco arbitraria por cierto, es que esas polémicas, culturalmente constitutivas, son el motor de un juego a través del tiempo que va anexando nuevas formas de discusión, cancelando otras, reabriendo viejas discusiones. Una polémica constitutiva impone difuminadamente, ocultamente, a los actores que la ejercitan aun con conciencia opaca de sus huellas, límites y derroteros impensados que hay que volver a pensar.
Según este esquema, una polémica o una discusión pública son una punta visible de una fractura más oculta y más vasta. La frase iluminista “civilización o barbarie”, por ejemplo, es a la vez un principio dicotómico de esclarecimiento histórico, sociológico y cultural, una intervención polémica en el plano de las ideas que abre, por la aceptación de su principio intelectivo, una brecha de largo alcance reinterpretada y vuelta a interpretar en los contextos de crisis política. Así ocurre –como es bien sabido– en la interpretación de Ezequiel Martínez Estrada, Radiografía de la pampa, y casi se perpetúa en las ficciones de Jorge Luis Borges, que al decir de Ricardo Piglia, cierran en el siglo XX un capítulo polémico abierto en el XIX. “Enciclopédico y montonero” sería la frase con la que Borges pretende tempranamente, durante la década del veinte, suturar la brecha, que en realidad se reabre para ubicarse él sucesivamente en el polo bárbaro y luego en el ilustrado. Y si el temprano capítulo de la cultura del Río de la Plata, el que ha opuesto los modos coloniales e hispánicos a las ideas iluministas y románticas, está definitivamente clausurado, la polémica nacionalista de los años treinta y cuarenta desvela la “polémica oculta” cuyo saco contiene también la cuestión del europeísmo y el localismo, la vindicación de las raíces hispánicas, la pureza del idioma nacional y la revisionista valoración de los tiempos de Rosas. Respecto de la pureza del idioma, del casticismo jerárquico y esencial, reflejo de las esencias y jerarquías sociales, conviene recordar que este lingüístico afán defensivo y belicoso reproduce las alarmas y preocupaciones de comienzos de siglo en torno del llamado Idioma nacional de los argentinos (1900), una contribución no retrógrada del francés Luciano Abeille que mereció la controversia de Miguel Cané y Ernesto Quesada12