Leyendo a Freud desde un diván lacaniano. Osvaldo Delgado

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Название Leyendo a Freud desde un diván lacaniano
Автор произведения Osvaldo Delgado
Жанр Документальная литература
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Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789878372587



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caer sobre un banco y permaneció así, incapaz de lanzar una mirada más a su lado. Al fin se calmó, miró bien su dedo y –¡fíjense nomás!– estaba totalmente indemne. (11)

      Ambos caracteres, el presentarse erráticamente y el sin Otro – sin Otro, en tanto la alucinación no está en la trama simbólica, en la articulación significante, en la operatividad de la metáfora y la metonimia, ni puede historizarse.

      Vemos de este modo cómo la “realidad”, en tanto lo que queda por fuera de la experiencia (simbólico-imaginario) nos habla de un real localizado de este modo.

       V.

      A partir del Seminario 7, La ética del psicoanálisis, Lacan comienza a coordinar el concepto de lo real con el goce. Son notables las referencias a la elaboración freudiana de la denominada segunda tópica.

      Se trata de un retorno a Freud diverso del de la primera época, que tenía como huella a la “Interpretación de los sueños”, “Psicopatología de la vida cotidiana” y “El chiste y su relación con el inconsciente”.

      El giro freudiano de 1920 reordena el conjunto de la teoría, la orientación de la cura, la concepción del final de análisis y la posición del analista.

      A esa altura, ya no se trataba de dar cuenta de cómo se producía una cura, sino cuáles eran los obstáculos para tal finalidad.

      Si la clínica con las pacientes histéricas le permitieron a Freud construir su hipótesis del inconsciente, la tarea especialmente con las neurosis obsesivas implicó la necesidad de un giro completo de toda su elaboración.

      El aparato psíquico pasa a estar regulado desde el más allá del principio de placer, cuestión que implica la producción del tercer modelo pulsional: pulsión de vida, pulsión de muerte. El problema del masoquismo como primario, las resistencias estructurales (del ello y del superyó) que llevaron a modificar la concepción del aparato psíquico: la necesidad de castigo en el núcleo del síntoma, la reacción terapéutica negativa, la respuesta estereotipada de los mecanismos de defensa, el factor compulsivo del síntoma localizado tempranamente por Freud, alcanza un relieve paradigmático; tanto es así, que la tendencia al conflicto no va a estar sostenida ni en lo reprimido, ni en la fantasía, sino en el llamado fragmento de agresión libre, fundamento de goce irreductible, incurable.

      El das ding freudiano que se presenta como extraño y siniestro, será localizado por Lacan por fuera de lo simbólico y lo imaginario, por lo tanto su referencia será real.

      Incluso el imperativo categórico kantiano, que siendo un enunciado simbólico, en su valor de superyó freudiano, se presenta como real.

      El goce como real es inaccesible a no ser por una trasgresión. Lo simbólico y lo imaginario funcionan como barreras para alcanzar lo real.

      Que el goce sea real, y que se ubique en oposición al placer, va a determinar una disyunción absoluta del significante y el goce; a partir de ahí no habría posibilidad de articulación entre la dimensión del goce y la del Otro que, construido a partir de los primeros Seminarios, encuentra aquí un impasse en su formalización.

      El bien y lo bello tienen el estatuto de barreras frente al goce.

      Lacan afirma, por otra parte, que:

      Al mismo tiempo, si el bien es un obstáculo, para que el sujeto logre coordinarse con su deseo, lo bello no engaña, ya que más bien tiene una función de despertar, en la medida que su estructura es de señuelo.

      Pero tanto lo simbólico como lo imaginario se instituyen como semblantes, haciendo las veces de barreras ante lo real.

      Como ya he formulado, con “Recordar, repetir y reelaborar”, Freud va a anticipar el giro de 1920 a partir de separar dos modos de retornos en el curso de una cura, con un doble carácter de la insistencia repetitiva.

      Los recuerdos que retornan como retorno de lo reprimido, vía la producción inconsciente que tiene como límite la represión primaria como un nombre de lo imposible, es un retorno que tiene una ley, un orden.

      Por otro lado, da cuenta del retorno de lo que llama “piezas de vida real” (stick realen lebens) que son los que sostienen el agieren, el actuar en transferencia.

      En el Seminario 11, que es donde se formaliza el invento del objeto petit a, Lacan va a dar cuenta de este modo de retorno bajo las especies de lo que va a denominar tyché y automatón, siguiendo las categorías aristotélicas. El encuentro fallido con lo real y el automatón de la insistencia significante. Lo real es nombrado objeto a, a pesar de que en la época del Seminario 11, lo real da cuenta de lo que vuelve siempre al mismo lugar, “las piezas de vida real” van a dar cuenta de un real que solo en sus últimas elaboraciones van a adquirir el estatuto del real sin ley.

      Para Miller, con el Seminario 11, Lacan da cuenta de que

      La repetición va a dar cuenta de la insistencia significante a partir del retorno de lo reprimido. Repetición nombrada como automatón.

      Por otra parte, la tyché va a estar sostenida conceptualmente por los conceptos freudianos de trauma, el in effigie in absentia freudiano, y el paradigmático sueño del capítulo VII de La interpretación de los sueños, conocido en la literatura analítica como “padre, ¿no ves que estoy ardiendo?”.

      La crucial diferencia freudiana de “Recordar, repetir y reelaborar”, va a permitir nombrar la tyché como:

      Por lo tanto, lo real adquiere el nombre de lo inasimilable. Pero es un real con una regularidad, una ley. Lo que nombramos como “piezas de vida real” en términos freudianos van a implicar un real sin ley.

      La tyché, como real, será el soporte de lo que “no cesa de no escribirse”.

      Aquí se hallan las bases de lo que Lacan desarrollará en Seminarios posteriores, como el 16, De un Otro al otro, y el 17, El reverso del psicoanálisis.

      El objeto a, como plus de goce, se presenta como un suplemento de la pérdida de goce, articulado a los discursos. La repetición, como repetición de goce, viene al lugar que en el Seminario 7 ocupaba la transgresión. El plus de goce es articulado por Lacan tomando como referencia la plusvalía marxista.

      En el crucial capítulo XIII del Seminario 16: De un Otro al otro, Lacan va a definir a lo real como el goce absoluto, en tanto vuelve