La venganza de un duque. Noelle Cass

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Название La venganza de un duque
Автор произведения Noelle Cass
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418616235



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      Cuando ya estuvo al lado de ella, Nolan la envolvió en un abrazo, la atrajo hacia él y la besó. Con ese beso, Gina tuvo la sensación de que de un momento a otro iba a desmayarse, gracias a los fuertes brazos de él que la sujetaban con firmeza, pero sin hacerle daño.

      —No sabes cuánto tiempo he esperado para hacer esto, y tengo que reconocer que la espera ha valido la pena.

      —Yo… yo no he hecho nada para que me tratéis de esta forma, por favor, marchaos y dejadme tranquila.

      Nolan la miró fijamente a los ojos a través de la máscara, y Gina se estremeció al ver el brillo perverso de sus ojos, y que hicieron que todas las alarmas saltaran dentro de su cabeza.

      —Gina, estás loca si piensas que ahora que te he encontrado, te voy a dejar que huyas de nuevo de mí, tendría que ser muy tonto para permitirlo. —Luego, alzó a Gina en brazos, al tiempo que con una mano le tapaba la boca para que no pudiera gritar pidiendo ayuda, y mientras se adentraba en el pasillo, se aseguraba de que tenía el camino despejado para sacarla de la mansión.

      Nolan localizó una puerta que resultó ser un angosto pasadizo oscuro, solamente iluminado por la luz de la luna, pero que a él le sirvió para orientarse y avanzar buscando la salida, mientras Gina forcejeaba entre sus brazos para soltarse, pero sin éxito, porque él era mucho más fuerte y poderoso de lo que ella había esperado.

      El pasadizo era muy largo y Nolan tardó mucho tiempo en localizar la salida. Ya en la calle, dejó a Gina en el suelo, pero sin soltarla, la sujetó firmemente a su cuerpo, al tiempo que le decía al oído que no cometiera una locura, y a ella no le quedó más remedio que obedecer a ese malvado hombre. Caminaron hacia donde se encontraban los carruajes aparcados, y en cuanto Nolan localizó el suyo avanzó con ella, el lacayo que acompañaba al cochero los vio, bajó del pescante y abrió la portezuela para que entraran en el interior del vehículo, y sin hacer pregunta alguna. Minutos después, Nolan dio un suave golpe en el techo para indicar que ya estaban listos para partir, y el vehículo se puso en marcha.

      En el interior del carruaje, Gina por fin se pudo librar del abrazo de Nolan, mientras la sangre le hervía de rabia por dentro.

      —¡Esto es un secuestro! ¡Lo colgarán por lo que me está haciendo!

      —Gina, ¿tanto me odias para desear mi muerte? —preguntó Nolan, con curiosidad. Pero Gina no respondió, cruzó los brazos y giró la cabeza hacia la ventanilla porque no soportaba las burlas de Greystone. Nolan se acurrucó en su sitio. apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y en el interior del carruaje se hizo un tenso silencio, mientras el carruaje avanzaba a gran velocidad por las solitarias calles, y Nolan tomó la decisión de que era hora de regresar a Londres, mandaría aviso al hotel donde se había alojado que enviara sus pertenencias a la mansión, y pensando que la noche había resultado mucho mejor de lo que esperaba en un principio.

      El carruaje seguía avanzando a gran velocidad, y Gina empezó a preocuparse porque no sabía a dónde tenía planeado llevarla Graystone, pero su integridad era lo que menos le importaba en esos momentos, la que de verdad le preocupaba era su tía Holly, pues no sabía cómo reaccionaría cuando se diera cuenta de que ella había desaparecido, pero se obligó a sí misma a serenarse, ya que sabía perfectamente que no iba a conseguir nada, y mucho menos la compasión de Graystone, un hombre que había demostrado que tenía el alma negra como el mismísimo diablo.

      Finalmente, se atrevió a preguntar:

      —¿A dónde me lleváis, excelencia?

      Nolan permaneció largo rato en silencio, Gina casi temió que él no iba a responder, pero al final y mirándola a la cara, dijo:

      —Regresamos a Londres, de donde nunca debiste huir. Y, por supuesto, te quedarás en mi mansión.

      —¡No podéis hacerme esto! ¡Estáis cometiendo un delito al retenerme a la fuerza! —exclamó Gina, desesperada.

      Nolan soltó una carcajada que hizo que Gina se estremeciera.

      —Claro que puedo hacerlo. Y te aseguro que muy pronto sabrás por qué quiero verte destruida, y entonces, desearás estar muerta.

      Ella ya no lo pudo soportar más, con una fiereza desconocida en ella hasta ahora, levantó el brazo para abofetear a ese hombre tan miserable, pero él fue más rápido y le sujetó con fuerza el brazo antes de que la mano de Gina impactara en su mejilla.

      —¡Escúchame bien, nunca vuelvas a intentar nada parecido, ¿me oyes?, porque te aseguro que te va a ir muy mal! —exclamó Nolan, furioso. Porque ya se le empezaba a agotar la paciencia.

      —Sois el peor hombre que existe sobre la faz de la Tierra, y tened por seguro que nunca me acostaré con vos, aunque fuerais el último hombre que poblara este planeta.

      —Sí, sí que lo harás. Porque sé que tú me deseas tanto como yo a ti, el beso que nos hemos dado me le demostró.

      —Eso es mentira, lo único que siento por vos es desprecio, y todavía más después de que me habéis separado de esta forma de mi tía.

      —Tu tía es una mujer adulta y sabrá cuidarse sola perfectamente.

      El silencio se hizo en el interior del carruaje, pues Gina no veía necesario volver a decirle a Graystone que su tía Holly se iba a llevar un susto de muerte, cuando se diera cuenta de que había desaparecido de la mansión de los condes, y se le encogía el corazón de tristeza al tener que causarle ese dolor a su tía. E imaginaba que después de lo sucedido y buscarla por todo Éxeter, no le quedaría más remedio que regresar a Londres, pues sin ella, su tía no vería la necesidad de quedarse en esa ciudad.

      Después de mucho tiempo pensando, Gina se atrevió a decir:

      —En cuanto lleguemos a Londres quiero ir a ver a mi padre y a mis primos para asegurarme de que se encuentran bien.

      —Te doy mi palabra de honor de que se encuentran bien. Y todavía conservan St. James House.

      Gina soltó una carcajada carente de humor, y luego respondió:

      —Honor, no sabéis el significado de esa palabra. Un hombre de bien no va causando el daño que vos habéis hecho a mi familia.

      —Mira, Gina. No quiero sonar repetitivo, pero ya te he dicho que muy pronto sabrás toda la verdad.

      —Y ¿por qué no ahora? —siguió preguntando ella, desafiante.

      —Porque no es lo que tengo en mente para ti. Ahora te recomiendo que intentes descansar porque nos queda por delante un largo viaje. Además, no quiero seguir con esta conversación que no nos lleva a ningún lado.

      —¡No sabéis cuánto os odio! —exclamó Gina, entre dientes.

      —Créeme, el sentimiento es mutuo. —Y por fin, se hizo el silencio en el interior del vehículo. Gina cogió la manta que había a su lado, se cubrió con ella, se recostó en el asiento, y cerró los ojos para intentar dormir.

      Nolan, que estaba sentando frente a ella, se la quedó mirando fijamente. Con los ojos cerrados, Gina parecía un ángel caído del cielo, mientras recordaba lo mucho que la había amado en el pasado. Por unos instantes, se preguntó si la seguía amando, pero enseguida desechó esa idea de la mente, porque lo único que podía permitirse sentir por esa mujer, era odio. Gina había matado ese amor al romperle el corazón y todas las ilusiones que había albergado de joven.

      Sacudió suavemente la cabeza, para desterrar esos pensamientos de la mente, y se puso a observar el paisaje nocturno a través de la ventanilla, ya que no tenía sueño, pues debía permanecer alerta en todo momento, porque existía la posibilidad de que Gina huyera, y no podía darse el lujo de dejarla escapar una segunda vez.

      Pasados unos minutos, volvió a mirarla, y se dio cuenta de que Gina dormía profundamente. Y entonces, se puso a imaginar la reacción que tendría ella cuando se enterara de que él era Nolan Wells, el chico que había despreciado por ser pobre, y ahora convertido en duque de Graystone.

      Y