¿Por qué Sally perdió uno de sus zapatos?. Alberto Quiles Gutiérrez

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Название ¿Por qué Sally perdió uno de sus zapatos?
Автор произведения Alberto Quiles Gutiérrez
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418230080



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—preguntó desconcertado el inspector.

      —Sí, exactamente. Los dos estamos en el grupo de literatura y, bueno, realmente no sé cómo ocurrió, pero ambos nos llamábamos a gritos sin ni siquiera hablarnos. Nunca funcionaríamos como pareja Alex y yo, no, no, esto era solo una venganza: quería que Tom viera con sus propios ojos que había pasado página y qué mejor que ir con el exnovio de Sally.

      —¿Cuándo terminaron la relación Tom y usted?

      —Creo que fue varios días antes del baile —respondió dubitativa.

      —¿Cree?

      —Fue el 11 de mayo. Sí, fue ese día, lo recuerdo porque el anterior me vino la regla y…

      —¿Y? —preguntó interesado Francisco.

      —No fue su culpa, lo juro, es mi culpa, es mi culpa y esta enfermedad que tenemos las mujeres —contestó enajenada.

      Ambos agentes palidecieron. De nuevo, el inspector pidió apagar la cámara.

      —Ana, ¿por qué dices que es una enfermedad? Es un proceso natural.

      —¡Pues no la quiero! Por su culpa Tom me dejó.

      Francisco Pacheco no salía de su asombro.

      —¿Puedes explicarte mejor?

      —Tom y yo aquel día… Él quería, usted ya sabe, eso y yo le dije que no, que me dolería. ¿Sabe? En esos días del mes me siento muy sensible y cualquier cosa me ataca los nervios y empiezo a llorar. Aquel día Tom se enfadó conmigo y peleamos, recuerdo que me llamó de todo. No pude ni siquiera defenderme. —Ana se llevó las manos a la cara.

      —Está bien, tenemos suficiente, Ana. Puedes marcharte.

      Abandonó la sala cabizbaja y se despidió con una mueca que alertaba de su tristeza.

      —Por cierto, ¿es verdad lo de aquella chica, Sara? Creo que ha ayudado a que se abra con usted —añadió el subinspector.

      —La verdad y la mentira no importan cuando hay personas que juegan con la vida de otras. Aun así, un consejo, subinspector: si no quiere perder su dinero, nunca juegue conmigo al póker. —Pacheco dejó la sala—. Ah, una cosa —comentó asomando la cabeza por la puerta—: no me espere, tengo algunas cosas que hacer.

      Capítulo 4

       Sally Smith (II)

      Martes, 18 de mayo

      —¿Cuál es su relación con Sally Smith, señor Fonseca? —preguntó el inspector Pacheco.

      —Actualmente, como ya le habrán coment ado, Sally y yo no tenemos ningún tipo de relación sentimental, si es eso a lo que se refiere. Aun así, dada la situación, quizás le sea más fructífero mi testimonio si reformulase en pasado.

      —Está bien, empecemos de nuevo y, por favor, no olvide responder las preguntas mirando a la cámara. —Alex Fonseca se limitó a asentir—. ¿Cómo conoció a Sally Smith?

      —Nuestras familias.

      —¿Puede desarrollar un poco más su respuesta? ¿Existía algún tipo de relación entre ellas?

      —En efecto, inspector —respondió mientras recolocaba sus gafas—. Su madre trabaja junto a mis padres y debido a su acercamiento profesional también lo fue el personal.

      —¿Cuál es el campo profesional de sus padres, señor Fonseca?

      —Creo que esa pregunta es irrelevante para su informe; de todas formas, la responderé. Verá, inspector, mi padre es matemático y mi madre física. Por añadir más información, la madre de Sally también es matemática como mi padre. Los tres han participado en muchos proyectos juntos.

      —¿Cuándo conoció a la señorita Smith?

      —Desde siempre.

      —¿Desde siempre? —preguntó desconcertado.

      —Sí, ambos nacimos en el mismo mes. Por supuesto, crecimos juntos: mismo vecindario, misma escuela, entre otras cosas.

      —¿Qué puede contarnos sobre su relación sentimental con ella?

      —Como comprenderá, inspector, nunca hubo una línea divisoria entre una amiga, una hermana o una pareja sentimental. Nuestros padres siempre han tenido la idea de que debíamos formar una familia Sally y yo.

      —Aun así, con esas intenciones familiares, ¿cuántos años comprendió vuestra relación?

      —Como ya le comenté, nunca hubo un comienzo, pero sí que hubo un final, aunque yo no lo supe hasta varios días antes del baile de promoción.

      —¿11 de mayo quizás?

      —Ahora que lo comenta, esa es la fecha en que ocurrió. ¿Dispone de bola de cristal o ya ha prestado testimonio Ana Martínez? —dijo risueño, con aires de superioridad.

      —Esa información no puedo revelársela, señor Fonseca, como usted bien comprenderá.

      —Lo suponía —rio de nuevo.

      —¿Fue usted al baile de promoción?

      —Sí, sí que asistí.

      —¿Con quién, señor Fonseca?

      —Creo que usted ya lo sabe, inspector. Aun así, me limitaré a responder: Ana Martínez es la chica con la que fui.

      —¿Qué opina de la señorita Martínez?

      —¿Qué opino? Inestable, pero inteligente. Podría ser una pareja compatible.

      —¿Perdone? ¿Compatible?

      —Sí, compatible. El instinto del hombre es reproducirse y transmitir los mejores genes posibles a sus hijos, por lo tanto, lo que decía, compatible.

      —Entiendo. ¿Le parece atractiva la señorita Martínez?

      —Es cierto que es una mujer atractiva. Sin embargo, es una persona que está necesitada de atención, un atributo que no me parece una buena cualidad.

      —¿A qué se refiere con «necesidad de atención»?

      —Bueno, ir a un baile para despedirte de tu vida de estudiante de instituto con aquel vestido rojo y aquel escote, bueno, si eso no es llamar la atención usted me dirá. Mejor era algo parecido al que llevaba Sally, sin tanta provocación.

      —Ana nos dijo que su vestido era azul marino y que se lo regaló su tía.

      —Sally iba de azul marino, Ana de rojo.

      —¿Está seguro? Puedo corroborar que Sally fue encontrada con un vestido rojo.

      —Estoy seguro, inspector, pero si usted está tan seguro solo sé que no sé nada —dijo Alex confuso. Francisco Pacheco tomó nota aún sin salir de su asombro—. ¿Qué apunta, inspector?

      —Solo unos recordatorios, señor Fonseca. Prosigamos, ¿quiere?

      —Sí, claro.

      —¿Vio a Sally en el baile con Tom Harvester?

      —Sí.

      —¿Cuándo?

      —La primera y última vez que la vi fue un rato antes del nombramiento del rey y la reina del baile. La vi salir con Tom del gimnasio.

      —¿Le molestó verla con Tom Harvester?

      —Para nada, inspector.

      —Aun así, antes me corroboró sobre su relación sentimental con ella.

      —Sí, es cierto. ¿A dónde quiere llegar?

      —¿En ningún momento le molestó que su relación terminase con Sally Smith?

      —No.