Название | ¿Por qué Sally perdió uno de sus zapatos? |
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Автор произведения | Alberto Quiles Gutiérrez |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418230080 |
—Vuelve a desviarse del tema —alegó de nuevo el agente.
—Lo sé, lo sé, lo siento. ¿Cómo me dijo que se llamaba?
—Pacheco, señor Benítez.
—Pacheco, sí, es cierto. Por favor, Ben —añadió Ben Benítez rascándose la calva—. Por cierto, ¡qué modales los míos! Bienvenidos a El Sendero.
—Gracias, Ben. Quizás recuerde a mi compañero, estudió en su instituto.
—Ahora que lo dice sí que me resulta usted una cara conocida. Quirós, ¿verdad?
—Sí, Manuel Quirós; mis padres cambiaron de ciudad a los pocos años de instituto.
—Bueno, voy al grano. Sally, sí: iba vestida de rojo. ¿Ha visto esa película con el conejo? Sí, hombre, espera que me acuerde… Roger Rabbit, ¿Quién engañó a Roger Rabbit? ¿Le suena?
—Sí, claro.
—¿Recuerda a la mujer? ¿Pelirroja? ¿Vestido rojo?
—Sí, ¿a dónde quiere llegar? —preguntó extrañado el inspector.
—Era igual, creo que no le faltaba ningún detalle: el vestido y los zapatos eran rojos y los guantes largos y morados como los de la película. Por supuesto, la única diferencia es que ella era rubia, no pelirroja. Rubia, no pelirroja —repitió Ben, mientras se le empezaba a descomponer la cara. Sus ojos estaban fijos en la mesa.
—Beba agua —le sugirió. Ben tomó el vaso y se lo bebió de un trago—. ¿Mejor? Puedo darle unos minutos si quiere.
—No, no, sigamos. Lo último que recuerdo, inspector, es que la policía entró en el pabellón y lo paró todo. Cuando lo oí, bueno, creí que se me caía el mundo. Entiéndame, accedí al baile y es todo mi culpa: no habría pasado nada si no hubiera permitido realizar aquella dichosa fiesta.
—¿Cuándo fue la última vez que la vio?
—Creo que sería un poco antes de las diez: salió con aquel chico, el jugador de fútbol, Tom, pero ustedes lo sabrán mejor que yo. No le di mayor importancia y más sabiendo que a las diez se nombrarían al primer rey y reina del baile. Además, Sally había elegido hasta la canción del baile final. Imagine qué canción escogió; aún recuerdo que me decía: «Cuando sea reina, bailaré Dancing Queen junto con mi pareja, que también será rey, pero no Alex: Alex no tiene madera para ser el rey del baile. Todo será perfecto». Pude notar el brillo en sus ojos mientras decía aquellas palabras.
—Perdone, ha nombrado a otro chico. ¿Quién era la pareja de Sally?
—Eh, bueno, yo juraría que Alex y Sally llevaban varios años saliendo, creo que sus familias son muy cercanas. Es cierto lo que Sally decía que Alex es mucho más introvertido, campeón del equipo de ajedrez y, bueno, creo que uno de los mejores alumnos que he visto crecer. Creo que quiere ser ingeniero.
—No se desvíe de nuevo, por favor. Hábleme de Tom: dijo que fue la pareja de Sally en el baile.
—Bueno, Tom, ya se lo habrán comentado, era un chico fuerte, deportista, con pocas luces, pero guapo, o al menos la mitad de las chicas de la escuela estaban loquitas por él; al parecer Sally también, aunque nunca me había parecido ese tipo de chica que se guiase por las modas.
Toc, toc: la puerta de la sala de interrogatorios se abrió.
—Perdone, inspector, ¿puede salir un momento? —preguntó un agente de policía.
—Sí, claro. Discúlpeme, señor Benítez, estaré de vuelta en unos minutos. —Tan solo treinta segundos más tarde, Pacheco volvió al cuarto—. La hemos encontrado, he de marcharme.
—¿A Sally? ¿Viva? —preguntó esperanzado el director.
—Sí.
—¿No creerán que ella…?
El inspector abandonó la sala.
Capítulo 2
El pozo
Horas más tarde
—¿Qué opina, inspector? —preguntó el subinspector Quirós observando la profundidad del pozo.
—¿Cómo dice, subinspector? —respondió su compañero, que inspeccionaba un conjunto de fotografías.
—Digo que qué opina de todo lo ocurrido.
—Que hemos pecado de inocentes: nunca deberíamos haber tardado tanto en dar con Sally; por muy cerrado que pareciese el pozo, deberíamos haberla encontrado antes.
—Aun así, ¿cree usted que tropezó? No sé, ¿huyendo del lugar del crimen?
—No podemos descartarlo. Una pena que no esté despierta para contarnos, espero que salga pronto del coma.
—La verdad es que ayudaría a despejar algunas dudas.
—Subinspector, ¿le importaría situarse en el lugar en el que encontramos a Tom Harvester? —Manuel Quirós se desplazó unos diez pasos hasta la zona en la que fue hallado—. Corra hacia aquí.
—¿Correr? —replicó el subinspector no muy entusiasmado.
—Simplemente corra hacia aquí —insistió Francisco Pacheco.
Hizo caso y corrió en dirección al inspector; frenó justo al llegar. Se echó las manos sobre las rodillas y respiró con fuerza.
—No estoy yo para estos trotes, inspector.
—Dígame, subinspector, ¿cree usted que la posición en la que encontramos a Sally podría haber sido fruto de una huida?
—Ahora que lo dice, diría que no: hubiese caído de otra forma. Por lo que sabemos, cayó de espaldas más que de frente, como yo me hubiese precipitado por el pozo.
—¿Ve? A eso es a lo que iba —expuso señalando una de las fotos que se le realizaron a Sally cuando la encontraron—. Imagine que usted se encuentra allí en la posición anterior, ¿cree que el posible homicida pudiese haber empujado a Sally al pozo?
Pensativo, Manuel Quirós rehízo los pasos hasta la posición en la que fue hallado Tom; sin embargo, a pocos de llegar al punto, se detuvo y observó el suelo.
—¿Y arrastrada? Inspector, creo que he encontrado algo. —Su compañero se acercó al lugar—. Quizás sea porque anoche no había luz y cosas como estas se nos escapan, pero ¿ve el nivel de las hierbas en esta zona? Parece que hay un desnivel. —Manuel Quirós comenzó a caminar en dirección al pozo—. ¿Ve? Se sigue reproduciendo el mismo nivel hasta la altura del pozo. ¿Cree usted que pudiese haber sido arrastrada desde el lugar en el que Tom fue asesinado?
—Es posible.
—Es posible que el asesino la dejase inconsciente, matase a Tom y tras ello la arrastrase al pozo y la lanzase al interior.
—Lo cierto, subinspector, es que hasta el momento es la mejor teoría que tenemos —contestó Francisco Pacheco complaciente—. Me gustaría tener el informe del subinspector Ramírez: quisiera saber si las contusiones que muestran las fotografías en la cabeza indican lo que usted comenta. En caso contrario, se hubiesen producido al caer al pozo.
—¿Quién lanza a una persona viva a un pozo? Menos mal que no había agua.
—He visto demasiadas cosas, subinspector. Ya nada me sorprende.
—Una curiosidad, inspector, cambiando de tema. ¿Qué tal ha dormido en la cama del hostal?
—Como un tronco. ¿Usted?
—Estaba cansado, pero el colchón ha destrozado mi espalda.
—No