Redes de innovación como factor de desarrollo. Daniel Goya

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Название Redes de innovación como factor de desarrollo
Автор произведения Daniel Goya
Жанр Зарубежная деловая литература
Серия
Издательство Зарубежная деловая литература
Год выпуска 0
isbn 9789561708952



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del desarrollo, lo particular que ocurrió durante la revolución industrial fue la aparición de algunas de las denominadas “tecnologías de propósito general”, como la máquina a vapor y la electricidad, y el nacimiento de los laboratorios de I+D, que formalizaron y sistematizaron la investigación tecnológica dentro de las empresas.

      Una “tecnología de propósito general”, se caracteriza por tener rangos de uso extremadamente amplios, tecnologías que van derivando de ellas, y eventualmente un importante efecto en la productividad (Crafts, 2004). La electricidad, por ejemplo, sirvió al comienzo a través del motor eléctrico, que permitía mejorar la productividad en muchas tareas. Luego los motores eléctricos salieron de las fábricas para llegar a las casas dentro de electrodomésticos, la electrónica surgió como otra disciplina independiente a la electricidad y se manifiesta en radios, televisores, teléfonos, aviones, juguetes, computadores, etc.

      Hay consenso con respecto al efecto que tienen, o debieran tener, las mejoras tecnológicas en la productividad; la Spinning Jenny, por ejemplo, permitió que un operario con una máquina produjera lo que antes necesitaba una serie de obreros, los nuevos altos hornos permitían producir más acero más eficientemente, y así ocurría en una industria tras otra, desplazando los límites dados por los niveles de capital y mano de obra mediante aumentos en la productividad de los factores.

      Un factor importante relacionado con las nuevas tecnologías, que merece mención especial, son las fuentes de energía.

      2.1.3.1 Fuentes de energía

      Aunque hay dudas sobre cuáles fueron o no las principales causas de la Revolución Industrial –entre las que están las nuevas fuentes de energía– no hay duda de que estas fueron determinantes para el crecimiento económico que se ha dado desde la Revolución Industrial. Freeman (en Dosi et al, 1988) incluso plantea que la base del paradigma técnico-económico industrial eran los inputs de energía baratos.

      El surgimiento de las fábricas fue posible por el reemplazo de la fuerza del agua y la animal, usadas hasta entonces, por el vapor. El aumento de productividad otorgado por las máquinas funcionando a vapor –como la mecanización de la producción textil, un ícono de la Revolución Industrial– tuvo un efecto directo en los niveles de crecimiento económico.

      La Segunda Revolución Industrial trajo la electricidad y el motor de combustión interna; basta imaginarse el mundo sin alguna de estas dos tecnologías para comprender su importancia.

      El petróleo ha sido uno de los recursos naturales más importantes en la historia de la humanidad. Además de los productos derivados del petróleo, como los distintos tipos de plásticos, existe una enorme dependencia de este para el transporte (e indirectamente para las finanzas y todas las industrias) en todo el mundo, lo que ha causado enormes crisis económicas (1973 y 1979), guerras, y actualmente está generando mucha controversia por su carácter de recurso no renovable y sus efectos medioambientales.

      En resumen, la máquina a vapor hizo nacer las fábricas, la imagen característica de la revolución y el crecimiento industrial, el lugar donde ocurría físicamente la producción y el crecimiento económico, luego la electricidad iluminó el mundo, dando un nuevo impulso a las fábricas, y el petróleo pasó a mover todo el planeta, con ruedas y turbinas que literalmente mueven la economía desde sus bases.

      3. Competitividad, crecimiento y desarrollo

      Tradicionalmente, los economistas no hacían distinción entre crecimiento y desarrollo, considerándolos prácticamente sinónimos. Actualmente, al ser evidente que la economía de mercado no convierte de manera automática el crecimiento económico en mejores condiciones de vida para la sociedad, nadie discute que el desarrollo va más allá del crecimiento económico, el cual es una condición necesaria, pero no suficiente para lograr el desarrollo.

      En palabras de Mahbub ul Haq, creador del Índice de Desarrollo Humano del PNUD, “El propósito básico del desarrollo es aumentar las opciones de la gente. En teoría, estas opciones pueden ser infinitas y pueden cambiar en el tiempo. La gente a menudo valora logros que no aparecen en absoluto, o no inmediatamente, en los datos de ingreso o crecimiento: mayor acceso al conocimiento, mejor nutrición y servicios de salud, vecindarios más seguros, seguridad contra el crimen y la violencia física, horas de ocio satisfactorias, libertades culturales y políticas y un sentido de participación en actividades comunitarias. El objetivo del desarrollo es crear un ambiente que permita a la gente disfrutar vidas largas, saludables y creativas” (ul Haq, 1990).

      Cómo se logra el desarrollo es la pregunta que ha estado intentando siempre responder la humanidad, y aunque hay ciertos países que parecen estar lográndolo, conjugando crecimiento económico con vidas “largas, saludables y creativas”, son aun una fracción ínfima de la población mundial. Además, el camino para hacerlo será necesariamente distinto para todas las sociedades en función de sus historias y culturas.

      La dificultad del tema es inmensa, por la complejidad que existe en la interacción de mercados, políticas públicas de todo tipo, y los ya suficientemente complejos seres humanos y sus necesidades. Por esto, en este trabajo, como se hace en muchos otros estudios, se considerará sólo la variable más “simple” de la ecuación del desarrollo: el crecimiento económico.

      El crecimiento económico es una precondición para el desarrollo humano, primero para lograr cubrir las necesidades básicas, y luego para ir subiendo –ojalá en manera relativamente similar todos los miembros de la sociedad– a satisfacer necesidades de más alto nivel.

      Para analizar los factores que llevan al crecimiento, se tomará como base el Reporte de Competitividad Global, publicado por el Foro Económico Mundial en colaboración con el Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard y el Instituto para la Estrategia y Competitividad, de la Escuela de Negocios de Harvard. El reporte 2001-2002, en cuya elaboración participaron, entre otros, Michael Porter y Jeffrey Sachs, explica que el objetivo del Índice de Competitividad para el Crecimiento es evaluar la capacidad de las distintas economías del mundo de lograr un crecimiento económico sostenido en el mediano plazo, analizando sus estructuras, instituciones y políticas. Es decir, un enfoque más cualitativo que el modelo económico neoclásico analizado en el capítulo anterior, por lo que permitirá investigar en mayor detalle cuáles son los temas relevantes para economías en desarrollo como Chile.

      Revisando los estudios existentes sobre crecimiento económico, se identifican tres mecanismos interrelacionados involucrados en este: la eficiente distribución de los recursos, lo que se basa en la competencia de mercado y una sofisticada división del trabajo; la acumulación de capital, el aumento de capital por trabajador (tanto físico como humano) tiende a una mayor productividad por trabajador; y el progreso tecnológico. Este último puede lograrse de dos formas, mediante la creación de nueva tecnología, o mediante la adopción y adaptación de tecnologías desarrolladas en otros países (McArthur y Sachs, 2002).

      Los tres factores identificados son importantes, pero el progreso tecnológico ha sido el más importante en la historia moderna. Parte de su importancia puede entenderse por el hecho de que desplaza los límites a los cuales podría llegarse con los otros dos factores; si el nivel tecnológico permanece constante la distribución de los recursos y la acumulación de capital comenzarían a tener retornos decrecientes, tendiendo asintóticamente a un límite (McArthur y Sachs, 2002). El progreso tecnológico desplaza esta asíntota, permitiendo alcanzar niveles de crecimiento (y de desarrollo, si las políticas públicas son efectivas) cada vez mayores, mediante una mayor productividad de los recursos disponibles.

      Como se vio en el capítulo anterior, el modelo de crecimiento neoclásico considera que el crecimiento no explicado por la acumulación de capital y trabajo se explica por un residuo denominado Productividad Total de Factores (PTF), el que depende de la productividad agregada de las distintas firmas participantes de cierta economía. En la figura 3.1 es posible observar la importancia de la PTF para explicar el crecimiento económico chileno entre 1986 y 2000.

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      Figura 3.1. Contabilidad del Crecimiento