Название | Desenfrenada lujuria |
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Автор произведения | Pablo Bedoya Molina |
Жанр | Сделай Сам |
Серия | |
Издательство | Сделай Сам |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789585596719 |
Si bien Michel Foucault ha planteado que: “La sodomía —la de los antiguos derechos civil y canónico— era un tipo de actos prohibidos; el autor no era más que su sujeto jurídico. El homosexual del siglo xix ha llegado a ser un personaje: un pasado, una historia y una infancia, un carácter, una forma de vida; asimismo una morfología, con una anatomía indiscreta y quizás misteriosa fisiología”1, Bedoya encuentra en la sodomía colonial no solo una práctica o un acto contra-natura, sino una trama relacional que complejiza la relación de los sujetos y entre sujetos con sus actos, con las miradas externas, con las formas institucionales y con los vínculos comunitarios; así, en esta trama que enreda deseos, cuerpos, relaciones y vínculos afectivos, resulta insuficiente asumir que solo constituyen actos sin advertir un individuo especificado, como aparece en la mirada foucaultiana o incluso en la propuesta de John D’Emilio. Este hallazgo, insinuado en modo precavido, plantea preguntas que, lejos de devolver los debates en torno a las disidencias sexuales a un problemático esencialismo, procura desinstalar construcciones teóricas canónicas que han arrinconado e incluso oscurecido otras posibilidades de comprensión de la sexualidad, el deseo e incluso de las pulsiones; piénsese, por ejemplo, en las articulaciones posibles entre biología y cultura, psiquis y mundo social, entre otros, que si bien Bedoya no plantea de modo explícito, sí sugiere con cierta timidez.
Ahora bien, no es solo un asunto de deseo o de prácticas sexuales, en ese tema parecen estar de acuerdo tanto autores postfoucaultianos y otros construccionistas culturales, como aquellos inscritos en las corrientes del orden de la continuidad. De lo que se trata es de releer y esbozar a unos sujetos específicos amarrados a un contexto sociocultural e histórico difuso, que antes habían sido reducidos a una lógica de actos o prácticas. Pero ocurre que estos individuos construyen historias del deseo disidente con otro semejante, y no como un asunto efímero, un encuentro casual que no comunica nada de ellos; no, sus relaciones cultivan historias, vínculos, producen equívocos semánticos, no desean ser interpretados con claridad puesto que se revelan como sujetos que reconocen las lógicas de control y regulación colonial del cuerpo y el sexo, por ello construyen modos de protección y despiste para el observador, pero al mismo tiempo no renuncian a su osadía y sostienen en el tiempo amores y deseos disidentes. Estas historias construidas magistralmente por Bedoya no solo nos permiten el juego de la sospecha con las sacras teorías, sino que restituyen a unos personajes y unas prácticas que antes de su invención en el discurso disciplinar se negaban al destierro corporal.
De otro lado, Desenfrenada lujuria. Una historia de la sodomía a finales del periodo colonial nos traslada con gran destreza por el complejo y prolífico debate en torno a la sodomía, sus reinterpretaciones históricas, sus articulaciones y adaptaciones tácticas y su comprensión teórica, despejando con gran acierto las ideas preconcebidas amarradas a la serie de prejuicios y juegos políticos.
La emergencia contemporánea de una serie de grupos religiosos extremistas que ondean con fervor las banderas de la intolerancia sexual y desean reinstalar el demonio castigador cristiano en los cuerpos disidentes y los amores fugados propicia que este texto sea profundamente pertinente, útil políticamente y obligatorio como estrategia.
Guillermo Antonio Correa Montoya, marzo de 2020.
1. Michel Foucault, Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber (Ciudad de México: Siglo XXI Editores, 2011), 56.
Historia, heteronormatividad y colonización. A modo de introducción
Discursos de odio
En las últimas décadas se han dado importantes avances en el país en materia del reconocimiento de personas gais, lesbianas, bisexuales y transgénero. Después de la Constitución de 1991, parece que floreció una era de esperanza en la cual cesaría la violencia que históricamente han sufrido quienes no se ajustan a los parámetros hegemónicos del género y la sexualidad. Sin embargo, y aunque no era la primera vez en la historia, los sectores sociales lgbt no contábamos con el desarrollo de movilizaciones ciudadanas dirigidas a idearnos, de nuevo, como sujetos que encarnamos el mal, como los enemigos del futuro de la sociedad y de la nación.
Esta cruzada contemporánea ha sido liderada fundamentalmente por sectores radicales de la Iglesia Católica y por visibles líderes carismáticos, muchos de ellos pastores de distintas iglesias cristianas. Estos movimientos se han valido de la actualización de viejos discursos medievales que por siglos legitimaron la violencia y el exterminio de quienes no han cabido en su orden moral imaginado. Los efectos de estas ideas son conocidos en la historia de Occidente: el asesinato de mujeres por la Inquisición, la persecución de “sodomitas” durante la colonización americana, los tratamientos médicos y psiquiátricos de “corrección” desarrollados desde el siglo xix, los triángulos rosa y el exterminio en los campos de concentración nazi, la violencia sexual ejercida por los distintos actores del conflicto armado colombiano contra aquellas personas que se apartan de las normas de género y sexualidad o la violencia policial a personas travestis1 en las dictaduras y las democracias latinoamericanas.
Estos movimientos legitiman su postura alegando que sus ideales solo son la expresión de la voluntad de Dios y del orden de la naturaleza, aunque en realidad son lo contrario. Sin embargo, un análisis histórico como el que aquí se presenta permite comprender que estas ideas se han construido en el tiempo y han dado lugar a la formación de un aparato ideológico, que hoy sirve como herramienta para la pervivencia del odio, distanciándonos de la posibilidad de una sociedad donde podamos vivir juntos. Posturas como estas han sido encarnadas en el país por personajes como Miguel Arrazola, pastor cartagenero de la Iglesia Ríos de Vida, quien, en una de sus prédicas, llamada “Sal de Sodoma”, afirmaba:
Dios creó a varón y a hembra, lo demás es locura del hombre, lascivia del hombre, perversión del hombre. Lo demás es una perversión diabólica, carnal, animal de lo que eres. Pero el hombre se volvió loco y lo que está ocurriendo son los finales de los tiempos, la descomposición social y la decadencia moral que está preparando el terreno para el anticristo [...] Porque el homosexualismo no es una obra de la carne, es una obra diabólica. De hecho, el ser homosexual o lesbiana no califica de pecado, de hecho no es pecado, es perversión, que es peor. El homosexualismo y el lesbianismo no alcanzan a ser pecado de lo inmundo que es. En el antiguo testamento se dice aberración o abominación, es lo mismo que el sexo con los animales y la Biblia ordenaba que si tenías sexo con animales, y en la costa es muy común esta práctica, debía ser muerto él y el animal. Después nos preguntamos por qué hay tanta pobreza en la costa, si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron y ambos han de ser muertos y sobre ellos será su sangre. Entonces, en la Biblia, desde el principio, Dios considera esto abominación. Estas son leyes de Dios, estas no son leyes del hombre. Esto no es discriminación sexual ni nada. Es una aberración al diseño original de Dios, es una perversión satánica de la obra maravillosa que Dios creó en la familia que es hombre y mujer.2
Su prédica recoge los principales elementos que han dado forma a las prácticas y los discursos heteronormativos que comenzaron a institucionalizarse en Occidente desde la Alta Edad Media europea, y que llegaron a América a través de la colonización. En la conceptuación de Arrazola, la diferencia sexual, que en su discurso da origen a las diferencias de género, es la base de la creación, que se expresa en la conformación de una familia nuclear validada por el matrimonio. Por lo tanto, las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo/género constituirían una afrenta directa a la arquitectura divina, convirtiéndolas en signo de decadencia moral. Para Arrázola, entonces, el empobrecimiento del Caribe colombiano no es producto de fenómenos estructurales de nuestras instituciones políticas, el modelo económico y el racismo, sino producto de las relaciones eróticas y afectivas “abominables”. Pero eso no es todo. Para este pastor, que en teoría encarna la palabra de amor de Dios, la pena para lesbianas, gais, bisexuales y transgénero deberá ser la muerte. A pesar de que el contenido de su prédica es claro, Arrazola finaliza arguyendo que sus ideas no son discriminación, son la ley de Dios.
Arrazola no es